Conectando almas

154 30 62
                                    

—¿Has venido de vacaciones aquí? —me pregunta con interés.

—Sí. Bueno, más o menos. He venido a ver a mi abuela.

—Pero eso son vacaciones, ¿no? —parece que no entiende mi respuesta.

—Sí. Quiero decir que sí que son vacaciones, pero siempre entendí vacaciones como algo muy divertido y estas vacaciones he estado sola mucho tiempo. Me alegro de ver a mi abuela mucho, pero no me siento muy bien con mis amigos. No me lo he pasado muy bien.

Ella me mira a través de sus ojos brillantes. Me siento muy extraña, nunca me había sentido así con nadie. Me transmite una sensación de persona completamente transparente. Amorosa e intensa, repleta de vida e ilusión. Estoy un poco nerviosa.

—¿Por qué no te lo has pasado bien? ¿Por estar sola?

—Sí y no. —Mis respuestas apestan, estoy quedando fatal. Me avergüenza ver que ni siquiera puedo responderle bien. Creo que no me entiendo ni yo. Voy a intentar recomponerme y contestarle con propiedad—. Estar sola es un poco aburrido, estaba acostumbrada a quedar con mis amigos, pero ahora parece imposible. No tienen ganas ni ilusión de hacer cosas distintas. Lo único que quieren hacer es pasarse el día en el bar.

—Ya te entiendo. Hay una etapa en la que eso le pasa a mucha gente. —Al decirb esto, sube las piernas al asiento, doblándolas de manera que quedan sus tibias delante de sus muslos. Con las piernas en esa postura, apoya los pies en el asiento, abrazándose las rodillas. Se la ve natural, es una postura muy mona. Es como si se estuviese mimando a sí misma, me resulta muy llamativa así —. Estar en un bar no es tan malo, pero sé lo que dices. Te refieres a que parece que no saben hacer otra cosa, ¿verdad?

—Sí, eso parece. Sólo se quejan, ya no quieren hacer otras cosas… Parece que todo es hacerse fotos y beber cervezas. La única forma de sacarles de casa es salir de fiesta o ir a un bar. No es que no me guste salir de fiesta, pero no es tan divertido como parece. Ya apenas nos reímos juntos, es todo como muy…, obligatorio. No sé explicarte bien.

—Sé lo que dices. ¿te sientes vacía con ellos verdad?

—¡Exacto! —Me ha leído perfectamente.

—Lo sé. A mí también me ha pasado.

—¿En serio? —Con lo contenta que se ve a esta chica no parece que le haya podido pasar algo así.

—Sí, claro —se ríe—. Yo hace tiempo también noté que no coincidía mucho con mis amigos. Todo eran compromisos y obligaciones, no parecía que quisiesen quedar, sino que simplemente lo hacíamos porque había que hacerlo. Pero la mayor parte del tiempo estaban encerrados en sus mundos, especialmente en sus teléfonos móviles. A mí me gusta compartir de verdad, estar con alguien de verdad, prestarnos atención. Poder incluso, improvisar. Yo soy una chica de aire libre, ¡ya me ves! —exclama señalándose a si misma, como si su ropa y aspecto pudiese describirla. Muestra una gran sonrisa, como si le pareciese divertido su aspecto. En cierto modo tiene razón. Con solo mirarla, cualquiera se daría cuenta de que esta chica no pasa su tiempo en un centro comercial—. Me gusta la playa, el bosque, pasear, jugar, moverme, bailar… Prefiero la naturaleza a las tiendas, sin duda. Aunque no me importa pasarme el tiempo en un bar si la compañía es estupenda. Lo que ocurre es que creo que íbamos al bar porque simplemente no sabíamos qué hacer con nuestras vidas. Ya sabes. Creces, dejas de ser una niña y de repente tienes muchas cosas prohibidas. Y además, vienen las obligaciones, con todo eso en contra, el bar es como casi el único sitio donde te está permitido ir.

—Tienes toda la razón. Nunca lo había visto de ese modo pero sí. Me he quedado atrapada entre dos aguas, por un lado quiero ser quien era, pero por otro, no puedo dejar de serlo. No le veo sentido —contesto con mucho alivio, sabiendo que mi nueva amiga me entiende perfectamente.

—No tienes que preocuparte, tú simplemente no dejes de divertirte. Haz lo que de verdad te guste.

Ella sigue abrazada a sus piernas. En este momento apoya la cabeza sobre las rodillas, con la cara de lado, orientada hacia mí. Verla así me produce una sensación muy cálida por dentro. Ahora mismo me parece la cosa más bonita del mundo. Sencilla, amable, cariñosa… Por dentro se la ve radiante de energía pero en la superficie luce calmada. Es la combinación más extraña que he visto nunca. Después de hacer una pausa, continúa hablándome.

—Creo que uno siempre tiene que hacer lo que le hace feliz. Si no aceptan tu espontaneidad, tu ilusión, es posible que ya no sea tu sitio. Es un poco triste pero no es grave. Son fases. A lo mejor dentro de unos años alguno de tus amigos vuelve a cambiar y se da cuenta de que esa vida tampoco es para él y recuperáis el contacto. Pero no te agobies mucho, simplemente aprovecha tu tiempo. Pásatelo bien, regálate alegría. Cuando estés en eso, las cosas se arreglarán solas. Te entenderás con gente que es más como tú, aparecerán personas más parecidas a ti, disfrutarás más de tu soledad cuando te toque estar sola… Puedes seguir viéndolos o no, pero no te obligues a estar mal.

Al hablar, invierte mucho tiempo en pensar sus palabras. Se nota que son frases complicadas para ella, pero me sorprende lo bien que maneja mi idioma. En ningún momento he querido completarle las palabras o ayudarla, me he quedado embobada escuchándola y viéndola. Además, me ha parecido más respetuoso.

—Tienes razón. Supongo que debo preocuparme más de seguir mi corazón.

—¡Eso te ha quedado muy bonito! Si quieres lo escribo en mi libro —dice riéndose, bromeando con lo que habíamos estando conversando anteriormente. No creo que sea una propuesta sincera, parece una broma, su tono de voz de extranjera me cuesta de interpretar un poco para saber si era broma por completo o no del todo. Me ha hecho reír igualmente.

—¿Y tú qué haces por aquí? ¿Has venido de vacaciones? —pregunto.

—Sí, he venido a ver a unas amigas. Pero no estuvieron todo el tiempo en la ciudad. Llegaron más tarde porque ellas venían de vacaciones. Estuve en su casa unos días y otras en un albergue el resto del tiempo.

—¿Has estado sola aquí esos días? —Me sorprende bastante. Yo jamás habría hecho tal cosa.

—Sí unos cuantos días. Pero no es peligroso, no te asustes. Ya he estado aquí más veces.

—Ya lo sé. Francia no es un país peligroso. Pero me sorprende que hayas estado tú sola en un lugar que no es el tuyo. ¿de donde eres, por cierto?

—Vengo de Holanda. Pero mis padres son de la India, por eso soy así. —La chica se anticipa a mi pregunta. Vió mi cara tan pronto pronunció la palabra Holanda, pues su aspecto no es de allí en absoluto. Ese tono de piel no es propio del país. El pelo y los ojos, tampoco son muy típicos—. Pero yo nací en Holanda, me he criado allí. Tengo costumbres holandesas. —Se ríe.

—¡Hala! Tienes razón, no tienes pinta de Holandesa para nada. —Nos reímos juntas.

—Oye, tengo una idea. ¿quieres acompañarme? Queda mucho tiempo todavía para que venga el avión.

Tiene razón, y ojalá que el avión no venga nunca.

----
Al primero que me diga un nombre para la chica, la bautiza😊😊

VuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora