Capítulo 11 💘

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Yo podía llegar fácilmente a la universidad sin tener que pasar por esto. ¿Es que acaso no quería intimidad con su novio?

No despegué los ojos de la ventana en todo el trayecto, con la esperanza de que algún transeúnte se percatara de mi sufrimiento y me pegase un tiro.

No ocurrió y llegamos a la universidad con tiempo de sobra.

Nuevamente, el par de tortolitos comenzó a discutir en los asientos de adelante. Esta vez fui más rápida y me despedí antes de verme envuelta en su dilema.

Quedaban cerca de veinte minutos antes que las clases comenzaran, usualmente a estas horas yo me encontraba caminando tranquilamente.

Ya que era muy penoso llegar temprano y aun así aparecer tarde, decidí que lo mejor era buscar mi salón de clases, para tomar un buen asiento.

Solo habían llegado dos personas, Agustín Lesky y Nicolas Garro. Eran de esos amigos que pasaban compitiendo por todo, desde mujeres hasta calificaciones. La verdad no me interesaba verme envuelta en su dilema, pero como saludar es una norma de educación, me acerqué a ellos para dar el «Buenos días» correspondiente.

—La próxima semana comenzamos la primera ronda de evaluaciones —comentó Nicolas—. ¿Están preparados?

A veces no entendía cómo a una persona podía irle bien en los estudios, ser buen deportista, tener un gran número de mujeres esperando su oportunidad y verse bien todos los días, como si no fuese nada, mientras yo apenas alcanzaba a peinarme en las mañanas. Era imposible y lo peor, es que en el caso de estos chicos, la perfección venía por partida doble

Aunque tal vez tenía que ver con el hecho de que los padres de Agustín eran los dueños de la clínica veterinaria más grande de la ciudad, mientras que los padres de Nicolas administraban el zoológico que quedaba en las afueras de Everlille. Y yo solo era una chica de campo.

—Hoy comenzaré a estudiar —anuncié.

Ni siquiera lo había pensado, con tantas cosas en mente, mi vida académica había quedado relegada a un segundo plano, sin embargo era buena idea ponerla de vuelta en su lugar el día de hoy.

—Yo empecé ayer, espero estar repasando el fin de semana —dijo Agustín, solo para presumir.

—No olvides que este sábado tenemos partido —intervino Nicolas—. ¿Iras a verlo, Liz?

Una fugaz sonrisa apareció en mi rostro, aunque no era muy fanática del basquetball, una salida en un grupo era exactamente lo que necesitaba para despejar mi cabeza. Alejarme de Jane, de Victor, del arco y las flechas. Era un buen plan, que lamentablemente no podría llevar a cabo.

—Iré a ver a mis padres este fin de semana —Me excusé.

—¿En serio? ¿No puedes ir otro día? —inquirió Nick.

—No lo creo —Intenté dibujar una falsa sonrisa—. Victor se presentará oficialmente como mi cuñado.

Ambos intercambiaron un par de miradas pícaras, que solo consiguieron hacerme sentir incómoda.

Sí, Victor era un campeón.

—Será para la próxima entonces, la temporada recién comienza —comentó Agustín.

Asentí, disimulando mi quebrado corazón. Y como si lo hubiésemos invocado, en ese momento el responsable entró al salón.

Tenía la esperanza que solo dejara sus cosas y saliera a conversar afuera, como solía ser su rutina todas las mañanas, pero mis esperanzas se esfumaron cuando Agustín emitió un fuerte grito, llamándolo a nuestra presencia.

—¡Eh! Victor, escuché que este fin de semana te comprometes —dijo Nick.

El aludido sonrió ante la broma. Todo su rostro se iluminó, estaba feliz, y no era para menos.

Algún día tendría que acostumbrarme a ver su rostro resplandeciendo, a darme cuenta sus ojos se llenan de luz, y su boca se curva en una preciosa sonrisa, y saber que yo jamás sería la causa. Tendría que conformarme con ser la buena amiga.

—¿Tienes algo que hacer hoy en la tarde? —Escuché a Victor preguntar.

Inmediatamente, sentí como si cientos de ojos se posaran en mí.

—¿Yo? —pregunté.

Me regañé mentalmente por mi estúpida pregunta.

—¡Iremos de compras! —alegó Fran, apareciendo de la nada.

—Eh... Sí, eso —acepté con inseguridad.

—¿Me llevarían con ustedes? —inquirió—. Quiero comprar un regalo a Jane, y me gustaría contar con algo de asesoría.

Este fue uno de esos horribles momentos, cuando tu excusa en realidad te pone en una situación aún peor.

—¿Qué? No, es que estábamos pensando pasar un poco de tiempo las dos, es decir—

Ni siquiera Fran sabía como arreglar el problema en el que nos habíamos metido.

—¡Vamos! Pueden ir otro día las dos, ¿no ven que este hombre enamorado necesita ayuda? —La interrumpió Nick.

—Tú métete en tus asuntos. —Escuché refunfuñar a mí mejor amiga, tan bajo y tan rápido que apenas se entendió lo que decía.

Tenía esa manía de reclamar entre dientes, como una niña de cinco años.

—¿Qué dijiste? —preguntó Nick, confundido.

—Dijo que esta bien, no hay problema, llevaremos a Victor. —Me apresuré en responder.

Pude sentir la afilada mirada de mi amiga a mi lado, como si me estuviesen apuñalando.

Entonces, la profesora Delaney entró en el salón y todos nos dirigimos a nuestros asientos. Fran junto a mí, Nicolas y Agustín, Victor con algún desconocido.

La cátedra no se hizo esperar, me apresuré en sacar mi cuaderno para tomar apuntes. A mi lado, Fran no me sacaba los ojos de encima, manifestando su enojo de manera dramática.

—¿Es en serio? —Escuché a Fran murmurar.

No necesitaba preguntar a qué se refería.

—Es mi hermana —susurré.

—¿Qué?

—No me sentiría bien conmigo misma si le impido ser feliz.

—El idiota puede comprar sus regalos solo, es su novia después de todo.

Agaché la mirada. Fran tenía razón, Victor iba a tener que aprender a comprar regalos para Jane sin mi ayuda, era su relación después de todo, no podía depender de mí.

Sin embargo, aún era muy pronto, llevaban poco tiempo juntos, estaban en etapa de conocerse y sabía que la culpa iba a matarme si lo dejaba solo.

—Solo esta vez —Me excusé.

Pude ver que la idea no le gustaba para nada, se estaba obligando a guardar silencio, no porque no fuese a manifestar su opinión más tarde, sino para permitirnos prestar atención a la clase ahora. 

Cupido por una vez Where stories live. Discover now