Capítulo 1.

36 5 0
                                    

Con Lucinda

Es muy tedioso ver como otros se aprovechan de los débiles o que abusan de los que no pueden protestar.

Cuando era niña, jamás me imaginé que yo iba a estar dando clases a pequeños que tienen todo un futuro por delante, pero que sus familias se los está impidiendo y quieren solo beneficiarse a ellos mismos con el sudor de otros, la gran mayoría es así, pero al menos tienen un futuro asegurado, no estable como deberían, pero saben que quieren ser, a que quieren llegar. Y yo, estoy en blanco, lo único que sé es que lo que me prepara en un futuro no muy lejano será lo que corresponda y por mientras solo disfrutaré.

Me encaminaba a mi escuela a las 6:49 a.m, luego de una pelea muy divertida con mi tía por la madrugada, pero esas son las cosas simples que recordaré por el resto de mis días. Tal recuerdo me hizo sonreír.

Caminaba mientras veía el hermoso paisaje a mi alrededor, los pájaros con sus bellos cantos, la brisa del aire tan suave y la melodía de los árboles al chocar sus ramas, esa tranquilidad pura, es algo tan maravilloso y difícil de encontrar, es una de las ventajas de vivir en el campo, cerca de toda la flora y fauna.

De pronto escucho como los cascos de los caballos suenan y pareciera que vinieran en estampida, algo que no me sorprende es común en la mañana encontrarse con gente que va a toda prisa, a chicos que hacen carreras o tal vez por alguna emergencia en el pueblo.

Cada vez el sonido es más fuerte, indicando que se aproximan en mi dirección, me hago a un lado donde se encuentran las zarzas para no cruzarme en el camino cuando pasen. Sostuve con fuerza mis libros, acomode mi bolso y retome mi camino hacia mi escuela, me habrán de faltar unos 3 kilómetros.

De pronto aquel estruendoso sonido va disminuyendo, volteo y me encuentro que con nadie más menos que Alex Crowell un chico alto, con un cuerpo esbelto, cabello rubio y de ojos verdes, es como el típico chico salido de las películas de princesas, a veces es muy molesto pero se puede llevar, es uno de mis únicos amigos de por aquí.

Elevo mi mano saludándolo con una sonrisa, él me lo devuelve y se aproxima a mi con su caballo, King.

—¿Qué haces por aquí tan temprano, pichu?—dice curioso una vez que llega. Lo miro un poco molesta por llamarme pichu, resulta que cuando éramos pequeños sucedió que estábamos jugando a las escondidas y cuando yo lo encontré, le iba a decir "¡te pille!" pero justo me dio comezón en la nariz y estornudé, lo normal sería que haya dicho "achu" pero me confundí y dije "pichu", luego desde ese día me dice así.

—Yendo a la escuela y ¿tu? ¿No deberías de estar donde la Señora Kidwhite?—le pregunto.

—Ella me dio el día libre, si no mal recuerdo, anoche me dijo que debía ir al pueblo a ver un asunto de su granja y que su hijo Frank estaría a cargo de la granja con el ganado junto al señor Kidwhite.—dice y se encoge de hombros.—No sería muy peligroso para una señorita como tu estar a estas horas, por un camino tan desparejo ¿no crees?—dice divertido.

—Claro que no, esto lo hago todos los días, pero cuando voy llegando tarde me voy con Chely.—le respondo con el mismo tono.—Además sé cuidarme sola o debo recordarte cuando te salvé de los hermanos Sallow, junto al sheriff.—le digo divertida, por su parte me mira mal a lo que yo en respuesta le saco la lengua.

—Posiblemente sea cierto pero de todos modos mi querida pichu ¿Dejarías que este asombroso vaquero la escolte hacia su destino?—dice con egocentrismo total, yo por mi parte solo sonrió divertida y asiento.

—Muy afortunada seré yo en que este asombroso vaquero me lleve en su corcel hacia mi paradero.—dije imitando su tono como si estuviéramos en la realeza. Él sonrío divertido y me extendió la mano para subirme. Le pase mi bolso con mis libros y junto a su brazo me impulse de manera que quedara sentada detrás de él. La cuerda que sujetaba mis libros la atravesé de forma que no se me cayeran en el momento que él me los paso y lo abrace por la cintura para afirmarme, y así emprendimos el camino a mi escuela.

Mi escuela no es muy grande pero es la única que hay por estos lados. Hay más o menos como 9 a 20 niños en cada curso. En mi grado solo somos 9 chicas y 12 chicos.

En las mañanas nos toca a los cursos mayores y por las tardes a los menores. Ya que algunos de nosotros les enseñamos a los menores así tal cual como lo hacían con nosotros ya que no hay muchos profesores o algunos no pueden enseñar por el tema de su granja o por algún problema del pueblo.

Últimamente todos andan muy preocupados e inquietos. Por lo cual con algunos de mis compañeros decidimos hacernos cargo de los menores e ir solo en las mañanas muy temprano, para que luego del almuerzo podamos enseñar a los pequeños.

—Y dime Pichu ¿Cómo está la tía Melissa?.—pregunta sacándome de mis vagos pensamientos, captando un poco mi atención.

—Pues, en general esta bien. Ya sabes como es, ni aunque tuviera una enfermedad terminal dejaría de lado la granja.—sonrío un poco admirando el paisaje.

—En definitiva la tía Mely no cambia.—siento su pecho vibrar suavemente y escuchando una leve risa por su parte, sonrío.—¿Iras a hacerles clase a los de 3° grado esta tarde?—pregunta, aunque más bien parecía que lo estuviera afirmando.

—Claro.—respondí mientras a la vez giraba mi vista hacia el bello paisaje.

—¿Qué materia les toca hoy?—pregunta interesado.

—Conmigo, matemáticas y música. Luego llega Perry para historia y artes manuales.—le respondo recordando el horario, pero luego me entra una duda.—¿Por qué lo preguntas?

—Perry había hablado anoche conmigo, pidiéndome si podía reemplazarla por esta semana, por lo que me dijo su abuela, la señora Dankworth, tenía problemas en la tienda del pueblo.—contesta no muy interesado a como me parecía. Aunque eso me dejo pensando.

¿Habrá sucedido algo grave en el pueblo? ¿Volvieron los hermanos Sallow?

Esa ultima pregunta seria imposible, ellos ya estaban en la cárcel por su sentencia. De alguna manera me recuerda a la actitud de mi tía esta mañana antes de que me fuera, justo había llegado el sheriff, para hablar con ella. Lo cual, me pareció muy extraño, puesto que no era muy habitual que él bajara del pueblo.

Aquella idea se perdió en mis pensamientos cuando oigo a Alex hablarme y sentir a King detenerse. Pongo mi total atención en él.

—Vamos pichu, hemos llegado.—avisa mirándome sobre el hombro, yo solo asentí y lo mire.—Ya puedes bajar.—dice con una sonrisa de lado.

—Oh, claro.—respondo luego de unos segundos. Crowell me extiende la mano así pueda bajarme, me devuelve mi bolso.

—Nos vemos esta tarde, pichu.— me dedica una leve sonrisa y un guiño, solo río y me despido con la mano y veo como se aleja galopando.

Entro por la alta reja de hierro escuchando el leve chirrido, camino por el pequeño sendero hasta llegar a la puerta de mi escuela para dirigirme a mis clases, como todos los días. Siguiendo la misma rutina diaria desde hace 17 años.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Sep 15, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

LUX ET TENEBRAEWhere stories live. Discover now