Extra

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            — Cállate, tengo sueño —suspiró Gerard, el golpe que dio en el brazo de su hermano menor fue tan desganado como el tono de su voz.

Y es que no mentía. Últimamente estaba terriblemente exhausto pero es que entre el trabajo y su examen de título no era mucho el tiempo libre que tenía para dormir. Aunque no se quejaba. Su trabajo no era uno como tal, tampoco. Llevaba unas tres semanas haciendo sus prácticas en las oficinas de Dark Horse comics, dibujando y a ratos escribiendo para distintos artistas de la firma. Era un trabajo agotador y su nombre no iba a aparecer con letras grandes en ningún comic de sus héroes de infancia, pero estaba en un excelente lugar, lo sabía. Y solo tenía que seguir dando lo mejor de sí mismo para que vieran que era un artista completo y le dieran la oportunidad de crear algo más. Tenía sus propias ideas tomando forma en las decenas de cuadernillos que guardaba en su pequeño departamento, aunque sabía que pasarían muchas noches en vela para que alguna de ellas cobrara vida.

Mikey puso los ojos en blanco y apoyó la cabeza en el hombro de su hermano, cerrando los ojos detrás de sus gruesos anteojos. Odiaba estar en New York, pero las universidades ahí eran mejor que las que habían en casa. Y no iba a estar solo, estaba Gerard. Y aun así... lo que más odiaba era tener que tomar el tren subterráneo en la hora pico. Aunque después de tres meses en la ciudad parecía que cualquier horario era la hora pico ahí.

De pronto Gerard se puso de pie con terrible prisa y lo arrastró consigo, en medio de una multitud de personas abandonaron el vagón y tuvo que sostenerse a su hermano mayor para no ser arrasado por la avalancha de personas que luchaba por encontrar un lugar en donde él acababa de estar. Y cuando pudieron controlar sus pies, comenzaron a subir las interminables escaleras hasta llegar a una de las principales calles de la ciudad, víctima de contaminación lumínica a todas horas del día. Mikey odiaba New York.

Pero Gerard no compartía ese odio en lo absoluto y es que había de todo ahí. Sobre todo en cuanto a citas se refería, y aunque últimamente no tenía mucho tiempo para tener citas, durante sus años de despreocupada vida de estudiante en la facultad de artes se había tomado total libertad de experimentar en muchos ámbitos de su vida personal, y también de conocer chicos o chicas. Sobre todo después que su relación a larga distancia con Lindsey se diera por terminada después de una visita en donde ambos terminaron llorando. Pero era lo mejor, y en el presente, aunque no sabía mucho de ella, la recordaba con cariño.

— Gerard... —la voz de su hermano se escuchaba algo apartada y cuando se giró para buscarlo lo encontró charlando con alguien. En un primer momento no lo reconoció, pero en cuanto comenzó a acercarse los rasgos en la cara de aquél hombre comenzaron a hacerle sentido. Y Dios, era Frank.

Frank Iero, era imposible olvidarse de él. Nunca había podido olvidarse de aquél muchacho, sobre todo después de su extraño sueño en donde se había visto a sí mismo siendo el amigo fantasmal del muchacho por casi un año. Y todavía recordaba aquella charla en el pasillo, y el abrazo que habían compartido. Era tan extraño porque en su mente era demasiado intenso todo aquello pero prácticamente no se conocían.

— ¿Gerard? —Mikey habló nuevamente, parecía llevar un rato haciéndolo.

Había una pequeña sonrisa burlona en los labios de Frank. Y cuando alzó una mano para acomodar su chaqueta, Gerard logró ver que su mano y sus dedos estaban cubiertos de tatuajes, aunque no pudo verlos con más detalle. Parpadeó un par de veces y luego alzó la mirada a los ojos de Frank. Y nuevamente lo vio sonreír.

Y sonrió también.

— Te estaba diciendo —comenzó Mikey—, Frank y yo compartimos un par de clases en nuestro último año. Y nos hicimos amigos, ¿no es así?

can you see me? ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora