Nunca he sido muy fan del fútbol

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Me desperté de un sorprendente buen humor. No es que me despierte con mala leche todos los días, pero me desperté como creyendo que era Cenicienta y que si abría la ventana los animales me ayudarían a vestirme y cantarían conmigo. Ha sonado muy raro ¿no? Tú haz como si hubiera dicho algo muy normal, como que era un día soleado, que había felicidad por todas partes, blablabla.

Pero, a ver, era normal que me despertará de buen humor por varias razones:

1 Era sábado

2 El lunes era la Feria de Sevilla

3 No hay tercer punto, te diría que es porque hay partido Sevilla-Betis, pero eso me resbala bastante.

Me vestí con unos vaqueros algo rotos,(algo rotos me refiero, algo rotos por las rodillas, no como algunas que lo tienen rotos justo debajo del gluteo, y luego dicen que no se visten para provocar, naah que va), una camiseta que decía Paris y unos botines cómodos, porque hoy iba a ser un día largo. 

El sábado por la mañana y al mediodía no fue muy ajetreado, de hecho fue bastante normal. Cuanto más se acercaba la hora del partido, más gente venía a la cafetería,(porque sí, trabajo en una cafetería, aunque ayudar a tus padres sin ninguna paga aparte de las propinas no creo que cuente mucho como trabajar, pero vosotros me entendéis). 

Hacia las siete, parecía que no cabía más gente en ese espacio tan pequeño, tenía que moverme cuidadosamente entre las personas para que no se me cayera la bandeja con las bebidas y la comida. En aquel mínimo espacio, se veían una mezcla entre blanco, rojo y verde, desconocidos charlaban sobre el partido que aún no había empezado, algunos incluso debatían con argumentos que me costaba entender sobre sus respectivos equipos.

Yo nunca he sido muy fan del fútbol, aunque hacía unos años me interesé bastante en él por un chico, lo que hacemos algunas chicas por ellos. Aunque no me vino mal, yo siempre quise saber un poco para entender las discusiones entre mis compañeros de clase y algunos amigos míos. 

La gente se puso como loca nada más empezar el partido, al primer gol del Sevilla, todos empezaron a pedir más cerveza, gritaban, bailaban, y tuve que parar a algunos que estaban a punto de lanzarse y empezar a pegar puñetazos. Un grupito de chicos no me quitaban el ojo, y el que parecía ser el gallito de aquel corral se acercó a mí.

-¡EY!¡GUAPA!- gritó ese chico moreno. Tenía que admitir, que el chaval no estaba nada, pero nada mal. Me giré, y le miré, lo que pareció bastarle como respuesta.

-¿Qué hace una chica tan guapa trabajando aquí? Tengo una idea, ¿qué tal si cuando termines el turno te vienes conmigo y mis amigos a divertirnos un rato?

-No, gracias, terminaré muy tarde y he quedado ya con unos amigos-mentí, con una sonrisa, pero parecía que no se daba por vencido, e insistió. Repitió algo parecido, pero con demasiados detalles que voy a omitir.

-Te he dicho que no, tengo que trabajar que hay muchas personas esperando a que les sirva.

Me di la vuelta, e intenté perderme de su vista entre la multitud, pero eso no iba a parar lo que me iba suceder en un par de horas...



Una chica cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora