Escena 1

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Ella lo había hechizado, en cuanto abrió la puerta amarilla de ese departamento, le llegó a la nariz el olor a marihuana y frente a él estaba una chica en shorts, playera de tirantes grises y los ojos bellamente rojos.

Ella llevaba toda la tarde fumando, era su día libre y ahora estaba sola. Su último chico la había dejado hacía unos tres meses, lo bueno era que no vivían juntos. Ella no toleraba lo ridículamente ofensible que era él. Casi parecía una niñita princesa y caprichuda. Tocaron a su puerta, la abrió y vio a un joven fuerte y apuesto que la miraba.

Escena 2 


Él la besaba y la empujaba al interior del departamento. Nunca antes había reaccionado así, casi sin palabras. Sentía la química, la aceptación y la curiosidad de ella. Todo se dio entre primitivos instintos.

 Ella en cuanto lo vio quiso arrancarle la ropa, deseó ver que escondían esos pantalones y con sus labios se humedecieron. En su productiva mente se activaron cientos de sensores y la piel, los poros y las feromonas reaccionaron. Todo se erizó, todo se dilató. Por fin los músculos reaccionaron y ella dio un paso adelante.

Escena 3


Él sudaba sobre ella, con la cara roja, la penetraba con ritmo y fuerza, le había quitado la blusa casi al entrar a tropezones. Se había dejado bajar los pantalones cortos y había entrado en ella unos cuantos minutos después de verla por primera vez. Su boca suave y mordible sabía a cannabis rancio de pipa metálica. Su cuerpo despedía un olor dulce, casi el mismo de quien ha horneado galletas. Era una delicia anónima estar ahí. Su sangre pulsaba en todo su cuerpo y sus terminaciones nerviosas estaban tan sensibles y extasiadas que respiraba profundamente para no eyacular.

Ella se amoldaba dócil y lasciva, ansiaba que le quitara la blusa, que viera y tocara sus senos firmes y jóvenes con sus fuertes manos, en nada pensaba salvo en coger con el individuo que ya la abrazaba. Luego de bajarle los pantalones se dejó bajar sus cómodos shorts, sin más preliminares lo dejó entrar. Ella ya estaba bastante mojada.

Escena 4


Jadeantes y cansados apenas lo podían creer. Ella descansaba en su pecho, él acariciaba sus muslos. Ella se puso de pie y comenzó a vestirse. Él la imitó, salieron del cuarto y en la sala ella lo beso en la boca y le pidió que le cargara trescientos pesos de gas. Él asintió y salió. Ella fue a la cocina y empezó a apilar las crepas de pitaya que había estado haciendo, las intercalaba con una capa de queso mascarpone, crema batida y vainilla. 

Cannabis, sudor y salWhere stories live. Discover now