Capítulo 6

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"¿De dónde han salido esos monstruos...? Da igual tengo que detenerlos cueste lo que me cueste. He tenido suerte de poder salir antes de que ellos llegaran..."

Sin mirar atrás, fui rápidamente hacia los baños. Aunque no era fácil correr oyendo los gritos de terror de los alumnos cuando aquellas bestias les estaban acorralando y más sabiendo que me estaban buscando a mí. No era capaz de creerme la suerte que había tenido. Justo en el momento en el que los monstruos habían asaltado el patio central, yo no estaba ahí. Resultaba demasiado casual, pero no le di ninguna importancia.

Una vez llegue al baño, abrí la cremallera de mi mochila y saque todo el traje y empecé a cambiarme. Pero las manos me temblaban y estaba muy nerviosa. Para rebajar un poco la tensión y el estrés, empecé a pensar en cosas sin importancia como: "seguro que en ninguna película el héroe que salva el día tiene que cambiarse en un baño" o "¿Me quedaré en blanco sin saber qué hacer?". Al final dejé de pensar porque estaba entrando en pánico.

No obstante, en menos de lo que habría imaginado, ya me había vestido y calzado. Me miré un momento en el espejo asegurándome de que estaba lista. El colgante brillaba con cierta intensidad. Sin dudad estaba preparada.

Escondí la mochila debajo de los lavabos (una mera precaución), me puse la capucha de la capa y salí corriendo del baño dispuesta a todo. Al llegar al pasillo, me fijé en las bestias. Dos de ellas rondaban al grupo de alumnos y profesores, mientras que la tercera, descansaba sobre sus patas traseras y observaba todo lo que ocurría.

Ahora necesitaba un plan. Lo primero que se me ocurrió fue salir del edificio y subir al tejado desde la calle. Por suerte no había nadie en el exterior del instituto y eso mismo hice. Una vez llegue a lo alto, ideé el segundo punto de "mi plan maestro" (por llamarlo de algún modo). Contaba con una ventaja: el factor sorpresa y tenía que aprovecharla bien. Estudié el patio con calma. Había un silencio sepulcral, apenas se oía un gemido o susurro de alguna persona o las pisadas de los perros. También tuve ocasión de ver mejor cómo eran mis enemigos. Parecían buldogs, pero eran diez veces más grandes y de piedra, con numerosas grietas verdosas en su cuerpo, al igual que los ojos.

"El punto débil es la rosa negra", murmuré para mis adentros.

Seguía sin entender que significaba y lo necesitaba desesperadamente. De todas formas, eso no me acobardó. Había terminado de preparar mi plan, aunque estaba lejos de ser perfecto, no podía seguir parada. Hora de actuar.

Respire muy hondo, alcé de nuevo el vuelo y al coger la altura suficiente, bajé en picado. Pero toda mi concentración estaba en el poder del fuego. Lancé todas las esferas ígneas que puede antes de tocar el suelo, apuntando correctamente contra mis enemigos. Pese a que no erré ningún tiro, no produjo el efecto que esperaba.

Debido a la dificultad que me supuso usar dos poderes a la vez, aterricé de rodillas, aunque con cierta elegancia y serenidad. Los perros dirigieron su mirada hacia mí. Por su parte, los alumnos y profesores lanzaron pequeñas exclamaciones de admiración y sorpresa.

─Alejaos inmediatamente de estas personas o sufriréis las consecuencias. ─dije con voz amenazante.

─No nos das miedo, silbaliana ─respondió el que debía ser el perro líder.

Me resulto muy impactante oír hablar al monstruo. Jamás hubiera esperado que me respondiera nada más que un gruñido amenazante. El wiccano oscuro debía ser más poderoso de lo que imaginaba. Aquello era una prueba.

─Pues debería ─repliqué con confianza.

─Conocemos tus poderes y no has sido adiestrada el tiempo suficiente como para dominarlos con destreza ─repuso el perro más pequeño.

La Hechicera ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora