El Segundo pecado, enamorarse

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I. (El presente)

Eficientemente los paramédicos le colocaron una serie de aparatos para mantenerlo vivo. Una joven paramédico buscó mantenerlo vivo aplicando ciertas maniobras para que la sangre que no había perdido circule con más fluidez por su cuerpo. Mientras que un tercer compañero, perteneciente a una segunda ambulancia, comprobaba los signos vitales de una mujer que, lastimosamente, ya había fallecido producto de los disparos que había recibido.

Con dificultad, Anthony, volteó el rostro hacia Dianna, un policía la sostenía impidiendo que corra hacia Anthony para que no estorbase la labor de quien intentaba mantenerlo con vid, quien, una vez que lo consideró necesario, hizo una seña al oficial, el cual soltó a Dianna para de esa manera subir a subir a Anthony en la ambulancia. Sin pensarlo dos veces, Dianna subió con ellos.

— ¿Es familiar? — el sujeto le dirigió un frío tono a la muchacha.

— No, yo solo soy...

— Entonces no puede venir, visítelo en el hospital — el hombre se disponía a bajar por la fuerza a la muchacha de ser necesario.

— Escuche, yo soy...— Dianna no sabía que argumentar, si le decía al paramédico que era su novia, de seguro metería a Anthony en problemas.

— ¡Demonios Patrick, déjala subir! — Su compañera, quien había comprendido de inmediato la relación entre Anthony y Dianna, interrumpía furiosa la inhumana manía de su compañero por apegarse a las reglas.

— Pero ella no puede...—

— Escucha Patrick — la paramédico se desesperaba por la situación de su paciente — Qué es más importante: ¿tus estúpidas reglas o salvarle la vida?, deja subir a la muchacha y vámonos de una vez.

A regañadientes, el paramédico, dejó subir a Dianna en la ambulancia, la cual, partió a toda velocidad hacia el hospital Collins, el más cercano del área.

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II. (Hace un tiempo)

La fiesta de San Abaquiel, como todos los años, prometía ser un gran acontecimiento: las calles se llenaron con comerciantes, los cuales vendían una serie de adornos y recuerdos de la fiesta. La gente invadía en familia los comercios y adquirían tanto alimentos como regalos para compartir aquella noche. Anthony entró en una tienda donde compró un postre tradicional para la cena de aquella noche. Cuando se disponía a pagar notó que, cerca de la caja se apilaban una serie de peluches del cual resalaba un pequeño león con grandes ojos y vestido con una chamarra de cuero; sin pensarlo y sin saber siquiera por qué lo tomaba, mecánicamente lo sacó de su sitio y lo puso junto con el postre en la cinta transportadora de la caja registradora.

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Tras estacionar su pequeño, y antiguo, Wolsvagen escarabajo cerca de la casa de Raphael tomó el postre y el peluche, aquella acción hizo que contemplase nuevamente el juguete. Realmente no sabía por qué lo había hecho, sin duda un arrebato momentáneo... Por un segundo, al comprarlo, había pensado en Dianna; pero ahora que se encontraba frente a su casa supo que sería un error, "es la hija de mi amigo" pensó, arrojando el peluche al asiento del copiloto. No obstante aquella acción, al caminar unos veinte pasos hacia la casa de Raphael, dio media vuelta, abrió la puerta de su movilidad y, tomando el peluche, lo guardo en el bolsillo de su chamarra.

— Soy un idiota — Anthony murmuro su auto-insulto mientras, con paso temeroso, se dirigía a la casa de su amigo, donde se encontró con una inesperada sorpresa.

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La fiesta de San Abaquiel se celebraba a lo grande en la casa de su amigo: al menos unas cincuenta personas ya se encontraban en la casa, y junto con él, llegaban un par de familias para unirse a la misma.

7 Pecados que amo en tiWhere stories live. Discover now