III- A Bullet Through a Flock of Doves

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Se levantó estrezado y miró al rededor. Tendría que ir a buscar ayuda.

Bajó del edificio con las llaves del Corvette en sus manos hasta llegar al subterráneo, del cual sacó el automóvil rápidamente. Estaba malhumorado. Sabía que aquel jefe bueno para nade le gustaba jugar con las personas, pero no era para tanto. Al parecer este ya se había percatado de que Ryan lo buscaba, y hacía su mejor intento para que no encontrara nada de él, en lo absoluto. Jugaba a las escondidas. 

Al salir a la calle, Ryan marcó en la pantalla del auto el número de uno de sus contactos y esperó el tono varias veces hasta que contestara. A pesar de que se supone que no debería hablar con gente como la que estaba llamando -porque era del Karma Police, se supone que debía matarlos-, la mayoría del tiempo le resultaba muy útil. Sólo debía procurar que nadie se diera cuenta de lo que él hacía. Se cortaron los pitidos y alguien contestó.

—¿Ryan?—Una voz grabe contestó, su voz sonando en el auto.

—Pete. Necesito algo.—respondió, sin preocuparse por ser amable. Otra vez, no estaba de humor.

—Estoy bien, gracias.

—¿Qué?

—Sabes—suspiró Pete—, se vuelve frustrante que ustedes robots se tomen todo tan en serio. Era un chiste. Y sí. Nunca me llamas por otra cosa. Lindo amigo de cartón.

Ryan rodó los ojos, subiendo las ventanas para que nadie del exterior lo escuchara. Su caso era confidencial, a fin de cuentas.

—No soy tu amigo.—declaró—. No tengo amigos.

—¿Nunca dejas de avergonzarte a ti mismo, eh?

Ryan apretó la mandíbula sin contestar. Ya recordaba por qué no le gustaba hablar con Pete. Al parecer, le daba gracia de que a Pesar de ser del Karma Police y estar tan absolutamente capacitado para todo y entrenado con suma eficiencia, a veces tuviera que llamarlo a él, un contrabandista, para saber cosas que a final de cuenta eran muy obvias.

—Necesito saber el nombre de tu jefe.—finalizó el chico de rojo.

—¿Cuál de todos? Sabes que tengo un rango...

—¡Tu jefe, Pete!—gritó, estresado. Odiaba gritar. Dañaba su delicada voz—. El jefe de todos ustedes, ratas.

Pete hizo un sonido de pretender estar ofendido. A veces, podía ser el peor idiota del mundo. ¿Dije a veces? Me refería a todo el tiempo.

—¿Y por qué debería dártelo? Si lo quieres, es seguro que te lo asignaron para matarlo.

Ryan aparcó el auto con rabia.

—¿Prefieres que te investigue a ti? En un par de minutos puedo encontrarte y matarte. No me costaría nada.—se encogió de hombros, sacando sus lentes de sol oscuros y colocándoselos con gracia.

—Claro que no. O si no, ya lo hubieras hecho antes. Deberás creer que nací ayer.—contestó burlona la voz por el alto parlante.

—Sabes que puedo hacerlo. Lo sabes. ¿Quieres poner tu vida en juego?

La persona al otro lado de la línea tragó pesadamente frente a la amenaza y finalmente asintió.

—Esta bien, idiota. Pero no puedo decírtelo.

Ryan frunció el ceño. ¿Qué tipo de persona decía "Está bien" y después se contradecía de inmediato?

—No puedo decírtelo porque o si no me matan. El orden de los factores no altera el producto. ¿Te enseñaron eso en tu súper agencia? Que me mates tú o que me maten ellos no hace ninguna diferencia.

—¿Eso crees?—lo amenazó el menor otra vez—. Porque no creo que sea de esa manera si te encuentro antes.

Pete suspiró, rendido.

—En verdad no puedo decírtelo. Lo que sí puedo decir es que todos nosotros tenemos encargado como pedido personal que no se sepa nada de él en absoluto. Parece que alguien está jugando contigo, Ryan. Es todo lo que te puedo decir. Búscame, si quieres. Adiós.

Pete cortó el teléfono antes de que Ryan pudiera hablar otra vez. ¡Vaya! Siempre hacía exactamente lo mismo. Unas ganas inexplicables de matarlo lo llenaron, pero sabía que no podía hacerlo. Era su mejor contacto. Si lo mataba, perdería toda aquella información fundamental que Pete solía darle. Al menos ya sabía algo.

Sabía que lo estaba buscando, y todos, todos, estaban enterados hacer lo posible para que nada sobre él saliera la la luz. Ryan le pegó un puñetazo al volante, haciendo sonar el claxon.

Lo iba a encontrar. Lo iba a encontrar y lo iba a matar, no importaba a qué precio.

Karma Police //Ryden//Où les histoires vivent. Découvrez maintenant