Con estas palabras, se encendió una pequeña y frágil luz dentro de Amber. Era tan frágil, que apenas lograba iluminar, pero Ian sería el encargado de cuidar que esa luz no se apagué, si no que se intensifique. Dentro del roto interior de Amber, de a poco, se comienzan a levantar y a unir las piezas, y todo con tan solo esas simples palabras.

-Por favor, no me dejes.-Le dijo Amber aferrándose más a su pecho.-No puedo salir de este hoyo sin ti.-Las lágrimas aún corrían por sus ojos.

-Tranquila.-Dijo mientras acariciaba su pelo.-No me iré a ningún lado.

Paco entró momentos después, para decirle que debía irse, Amber ya no podía recibir más visitas.

Ésta, al oírlo, se aferró a su pecho.

-No, no te vayas, por favor.-Dijo entre sollozos.-Llevame contigo si es necesario, prefiero estar contigo en vez de aquí.

Ian la miró con ternura.

-Dejame hablar con Paco, ¿si?-Dijo mientras acariciaba su cabello.

Amber asintió. Sabía que Ian no la dejaría.

Salieron con Paco al pasillo.

-Por favor, deja que me la lleve.-Decía Ian un tanto suplicante.-Se que estará bien conmigo.

-Ian, sabes que no puedo...

-Si que puedes. Tú mandas toda esta puta mierda. Por favor, se que estará mejor en mi casa. Mañana puedes ir a examinarla, te pagaré.-Decía aún mas suplicante.-¡Mi madre murió en este maldito hospital carajo!

Paco se la pensó un momento. Luego miró a Amber, y se dio cuenta de algo. Había vuelto a estar como estaba cuando recién llegó. Su cara se había vuelto a tornar oscura, distinto a cuando estuvo con Ian, que incluso pudo verla mucho mejor con su compañía.

-Ok.-Ian sonrió.-Pero si empeora o algo, debes traerla.

-Gracias Paco.-Se dieron un apretón de manos.

Ian volvió adentro con Amber.

-A que no adivinas chiquilla.-Trató de hablar como si nada estuviera pasando.-Podemos largarnos de esta mierda.

Amber dio una pequeña sonrisa de lado, pero con la misma oscuridad que la abrumaba. Su cara demostraba lo rota que estaba, y eso corrompía el corazón de Ian. Odiaba ver así a la chiquilla flacucha que le robaba los pensamientos. Pero no podía demostrarse débil ahora. Debía ser mas fuerte que nunca. Por su chiquilla.

La vistió, y con cuidado la llevó hasta el auto. Amber se quejaba con cada movimiento por las heridas que tenía, pero agradecía que la sacarán de ahí y la llevarán al apartamento de Ian.

Fue todo el camino con la vista fija en la nada. Ian la miraba de reojo, sin que ella lo notara. Su labio estaba roto, tenía marcas de manos en su cuello, y chupones.- Asqueroso de mierda, las pagarás.-Pensó apretando el volante.

Llegaron y se bajaron con cuidado. Apenas entraron al apartamento, Ian llevó a Amber a la habitación, y trató de recostarla en la cama.

-Ian.-Dijo esta con su voz quebrada.-Quiero... Necesito du-ducharme.

Ian la miró sintiendo todo su dolor. Debía estar pasando por algo horrible, y quería sacarse todo lo que ese repugnante gusano le había hecho.

-Claro pequeña, ¿quieres que te ayude?-Dijo dulce, sentándose a su lado y apartando un mechón de su cara.

-No.-Dijo Amber sin poder decir mucho más.

Ian comprendió. Asintió despacio, y fue a preparar la ducha.

•Luz En La Oscuridad•जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें