Nunca antes habían pedido la carta, siempre la dejaban al control de la gente y este era mi escondite perfecto, mi salvación del día. ¿Qué haré? ¿Tanto esfuerzo para no quedar demasiado mal se ira a la basura?
Sin mirar, o intendo no mirar, entregué la carta con el rostro a mi izquierda observando la pared de ladrillos blancos como si fuese la actividad más divertida del universo, obvio que al lado derecho estaba Jessie.
-No me tardo en traer su orden.
Dios... ¡Que miedo pasé!
-Alissa
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El Chico Del Café
Short StoryMatthew siempre odio los espacios públicos donde iban grandes multitudes de adolescentes y jóvenes, por ejemplo, los centros comerciales, cines, discos y todos los demás. Nunca odio tanto a algo que no sea los cafés, tanto como la bebida como los lu...