—¿De quién es el baile?

—De los señores Briand, no los conoces.

Asentí y lo vi irse a cambiar de traje, parecía algo tenso.—¿Estás bien?

—Sí.

Suspiré y me retiré de la puerta.—Damien...

—Hoy no, Camille, por favor.

—¿Entonces cuándo?—me di la vuelta y fui hacia él que estaba de espaldas a mí sin su traje. Mi corazón se aceleró pero lo ignoré.—¿Cuándo vamos a hablar realmente bien sin que uno u otro se vaya y el tema quede en el olvido para que después salga otra vez y ocurran más problemas de los que ya tenemos?

—Hoy no, Camille, hoy no.—fue lo único que dijo, para volverse hacia mí y cerrar la puerta de esa pequeña habitación.

Suspiré y caminé a la puerta, para salir al pasillo y dar vueltas.

Cuando mi ansiedad se fue, volví dentro y me puse mi collar al mismo tiempo que él salió listo.—Vamos.—miré hacia él y caminé junto con él, hasta el carruaje que esperaba abajo.

En el hotel, varios se subían a sus carruajes, por el mismo baile, que más que un baile, iban a seguir discutiendo de sus temas, sería más una reunión de negocios, sólo que con sus esposas presentes.

Ya en el carruaje, él se sentó frente a mí, mirando a la ventana y teniendo la vista fija en ella.—¿No me vas a decir qué pasa?—pregunté una vez más.

—No, no lo entenderías.

—Damien, por favor.

—No, Camille.—volteó hacia mí.—Deja de insistir.

—¿Y cuándo será? ¿Mañana? ¿Cuándo?

—Cuando sea necesario.

—Bien.—dije y me volteé a la ventana.

Después de varios minutos de viaje, llegamos al gran salón donde se llevaría a cabo el el baile de los Briand.

Sentí que algo iba a salir mal, pues en este baile venían la mayoría de los duques, marqués, condes y más personas importantes de muchas partes, no sólo de Francia e Inglaterra, según tenía entendido.

—Vamos.—dijo Damien y lo seguí hasta la entrada donde estaban los señores Briand.

—Bienvenidos, sus excelencias. Señores Becher.—hice una reverencia y continúe del brazo de Damien dentro del salón, que era muy grande y estaba lleno.

—Parece que tus padres vinieron.—dijo Damien y volteé hacia donde él veía, y era cierto, allí estaban mis padres.

—Oh, vaya.—me lamenté por lo bajo.

Seguimos adentrándonos al salón, donde varios caballeros paraban a Damien para saludarlo y por ende, Damien me presentaba a ellos como su esposa. Mi cara dolía de tanto sonreír a personas que a penas y conocía.

Pero después de unos momentos me encontré con mi madre y conversamos un poco, no veía a Clarisse por ningún lado.—¿Camille? Pónme atención.

Volteé hacia ella.—¿Qué ocurre, madre?

—Te estoy contando que este caballero en cuestión pidió la mano de tu hermana, de Danielle, la está cortejando.

—¿La dejaste sola en Londres?

—Está con Caroline y John.

—Bien.

—¿Cómo te va en tu matrimonio?—preguntó, cambiando de tema.

—Bien, gracias por preguntar.

—Te extrañamos mucho, Camille.

Volteé a verla.—Me alegra, igual yo a ustedes.

—Cami, sé que no fuimos muy buenos contigo... pero...

—Es pasado mamá, olvídalo.

—Hasta que tú lo olvides, realmente.

—Como tú digas.

Me levanté y alisé mi falda.—Tengo que buscar a Damien, con permiso. Ah, fue un placer verlos.

—Te amo, Camille.—me dijo mi madre.

—Yo igual.

Me fui a buscar a Damien, quien estaba hablando en un grupo de caballeros sobre negocios hasta que me vio y se alejó de ellos.

—Quiero presentarte a alguien.

—¿Más personas? Me vas a matar.

Fui con él arrastrando los pies hasta que llegamos donde estaba la persona que él quería presentarme.

Levanté la vista y lo encontré a él. Su mirada mostraba algo muy diferente a lo que su sonrisa mostraba.

—Señora Becher.—hizo una reverencia y yo me quedé estática.

Damien me veía intrigado, sabía que algo pasaba.

Tragué con dificultad y parpadeé varias veces para cerciorarme que era cierto.

Que era verdad que lo tenía frente a mí.

Que de verdad tenía frente a mí a David Wells.

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Editado el 6/junio/2020

Defender Mi Honor (D.M.H. 1)Where stories live. Discover now