Trecientos Sesenta Grados

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Mi padre cruzo la inmensa puerta que conecta la mansión con el parque, para mi era mi patio personal soy hijo único así que mis padres se esmeraban en darme todos los lujos, pero nunca se alejaron... Tengo la suerte de que mis padres, personas tan ocupadas se den tiempo para pasar tiempo conmigo. Pero ese día mi padre tenía un semblante serio cosa que no era habitual en el ya que el era alegría pura, me sorprendio ver expresiones en mi padre que solo veía cuando peleaba con mamá, esperaba lo peor, mi sonrisa se borro, cuando se paro en frente de mi, me abrazo y de su boca salieron palabras que elaron mi piel... El dijo, no se como vallas a tomar esto... Espero de la mejor manera susurro, lo que vino después no me lo esperaba pensé que diría que había peliado con mamá que se iría de la ciudad por unos días para dejar que ella pudiera analizar la situación y lograr un respiró, mis padres se entendían como nadie, eran como si hubiesen sido hechos el uno para el otro, pero no eran perfectos en veinte años de matrimonio debían de haber tenido más de una pelea o intercambio de palabras, yo me asustaba cada vez que los oía discutír no atinaba a hacer otra cosa que llorar pero mi papá era Inteligente prefería irse hasta que las cosas se tranquilizaran, se que no querían tomar una desicion que pusiera en juego su matrimonio, pero no fue nada de eso... Trago saliva antes, durante y después de haberlo escuchado, nos cambiaremos de ciudad fueron sus palabras.

Memorias de un suicida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora