No puedo dejarte ir

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Desde que Derek ingresó a la universidad ha frecuentado un café/restaurante llamado Citylight. Por el tiempo que llevaba yendo a dicho lugar conocía a gran parte del personal. Como era obvio, estaba enamorado de una de las meseras, a su ver, la más bella.

—Es una lástima que tengas que irte— le dijo Derek a su mejor amiga, y de quien estaba enamorado, Paige.
—Lo es— reafirmó la castaña—. De alguna manera me duele dejar todo esto.
Derek respondió a ello con un pesado suspiro. No pensó que los problemas familiares colmarían a Paige a tal grado de marcharse del pueblo.
—Espero poder verte pronto— comentó la chica abrazando a su mejor amigo, quien también correspondió dicha acción.

En ese instante comenzó a llover de manera torrencial. Hasta el cielo entristeció de saber que Paige se iría.
Sin algo mas que agregar, la joven Krasikeva tomó su mochila del asiento y salió del restaurante, dejando a su paso desilusión. En media hora Paige iría a la estación de autobuses y tomaría aquel que la llevara más lejos.

Derek no supo como procesar la partida de su amada.

•••


Los días pasaron.
Un letrero de «se solicita» fue puesto en la ventana más cercana a la entrada del restaurante.
Derek continuó frecuentando el sitio por el excelente ambiente y compañía que brindaban sus conocidos que ahí laboraban pero ya no como antes. De pasar casi diario, pasó a ir un par de veces a la semana.

De un día para otro el letrero fue retirado. Al joven Hale le daba curiosidad saber quien era el nuevo integrante de Citylight, más ella —o él— no dejaba verse.
«Da igual» pensaba Derek, «no es Paige».

Aunque era temporada de lluvias un día fue asoleado. Aquel día Derek no olvidaría el envolvente clima, tan cálido y tranquilo como el nuevo chico; sus ojos eran de color ámbar y brillaban como dichas piedritas, su piel era blanquecina y estaba cubierta con algunos lunares, su cabello era castaño y su sonrisa era la más hermosa que alguna vez vio, tanto que inclusive llegaba a opacar al mismísimo sol.
Por un instante creyó que era Paige, pero no podía ser ella. Había cosas que los distinguían entre sí.

Cuando sus miradas se cruzaron, Derek no pudo evitar sentirse de alguna manera abrumado y por mero instinto volteó a otra dirección fingiendo no haberlo visto pero, y como un irresistible imán, volvió su vista hacia ese particular muchacho encontrándose que también le miraba. Sus finos labios formaron una pequeña sonrisa y le guiñó el ojo. Derek quedó estupefacto, «¿es real lo que pasó?» se cuestionó mentalmente. Aquel chico giró sobre sus talones y caminó al interior de la cocina, seguramente iría a checar si alguna orden estaba lista para llevar.
Pasaron un par de minutos en los que Derek no vio al nuevo mesero así que decidió centrar su atención a la tarea que debía de realizar.

—Aquí tiene, señor. Provecho.

Al instante de escuchar esa voz, Derek alzó la vista topándose de nuevo con él mesero que le coqueteó.
Ahí estaba esa sonrisa que le abrumaba y ese par de ojos color miel que lo observaban con cierta expectativa. Y el joven Hale no pudo detener las preguntas mentales.

—¿Desea algo de tomar?— cuestionó el mesero al acercarse, recargando su mano sobre la mesa.
—Un café estaría bien— contestó Derek casi en automático, aun sorprendido.
—Un café para el señor amargado— bisbiseo el mesero para sí mismo al par que lo anotaba en su libretita.
Sin darle oportunidad a Derek de alegar algo, el mesero se dirigió de nuevo a la cocina.

Todo estaba ocurriendo tan rápido para Derek que no le daba tiempo de procesarlo. Sentía que estaba en un sueño, que aún dormía tranquilo en su cama. Pero no, todo eso era real.
El mesero reapareció con una bandeja negra, sobre ella llevaba una tetera humeante, una taza blanca sencilla junto con una cucharita y otros recipientes de porcelana. Al llegar a la mesa donde Derek estaba situado puso ante él dicha taza, acto seguido tomó con cuidado la tetera y vertió café hasta la mitad.

Talk to me [AU Sterek]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz