Prólogo

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*2000*


— Coraline, Sophie. No se entretengan demasiado. Pronto estará la cena y saben que...

—Sí, mamá. –respondieron ambas al unísono antes que su madre comenzara con el discurso, y un fuerte portazo provino de la entrada principal. Las pequeñas mellizas ya se habían escapado de casa para visitar la recién inaugurada plaza que se encontraba en frente.

Cruzaron la esquina con mucho cuidado y al llegar, ambas divisaron los columpios y corrieron hacia él. Eran 2 solamente, justo para cada una, por ello se subieron y comenzaron a columpiarse tranquilamente mientras cantaban una bonita canción infantil.

— Dos elefantes se columpiaban sobre la tela de una araña. Cómo veían que resistía, fueron a buscar otro elefante. Tres elefantes...

—Oye Soso ¡Mira esto!. –exclamó Coraline para obtener la atención de su hermana, y cuando se impulsó hacia adelante la pequeña salió despedida, volando por los aires hasta que aterrizó inclinándose en cuclillas sobre las numerosas piedras.

— Eso es fácil. Yo también puedo hacerlo.

Su hermana menor lo intentó. Aterrizó bien, pero luego tropezó cayendo de rostro hacia adelante.

— Ha. No pudiste. –se burló la pequeña melliza, y su hermana la miró de mala manera por ello.

— No estaba lista. No se vale. –se quejó disgustada con la hamaca.

La pequeña Sophie se puso de pie para sacudir sus manitos y también su bonito vestido morado, mientras Coraline volvía a su hamaca nuevamente. Cuando la pequeña Soso acabó de limpiarse, quiso recuperar su lugar; pero cuando estuvo a punto de hacerlo, un niño bravucón llegó se apresuró en llegar antes y la empujó, provocando que ella cayera de rodillas sobre la arena. Ahora no solamente volvió a ensuciarse, sino que esta vez llegó a lastimarse sus delicadas manitos.

—Es mío. –impuso el bravucón.

—No es cierto. –lloró Sophie de dolor, lo cual llegó a indignar seriamente a su hermana. Coraline se detuvo poniendo los pies firmes sobre la tierra y lo encaró para defender a su hermana melliza.

—Oye tonto. –dijo– ¿Cómo te atreves a empujar a mi hermanita?. –coloco ambas manos sobre su pequeña cintura y arrugó la nariz igual que un pequeño conejo adorable. Era imposible tomarla enserio.

—Yo lo vi primero. –exclamó en su defensa mientras se balanceaba de atrás hacia adelante, sin darle ni la más mínima importancia a la pequeña niña enojada.

—¡No es cierto! Yo estaba allí primero –espetó Sophie, quien apareció detrás de su hermana.

—Váyanse de aquí, niñitas.

El niño dejó de balancearse solamente para ponerse de pie, alejar a Coraline y volver a empujar a Sophie, quien cayó de espaldas.

Coraline ardió de cólera literalmente. Calor comenzó a emanar de su pequeño cuerpo, volviendo el ambiente denso y totalmente inusual. Ella se colocó justamente detrás de la hamaca del niño; y cuando este hizo su movimiento hacia atrás, cuando estuvo a punto de impulsarse hacia adelante, Coraline concentró todas sus fuerzas físicas para empujarlo, con la intención de hacerle lo mismo que él le había hecho a su hermana; pero algo muy extraño sucedió...
Al impulsar con sus brazos hacia adelante, una potente onda de energía fue expulsada involuntariamente, causando así que esta disparase a aquel muchacho a metros. Él aterrizó de una forma terrible sobre el pavimento de la calle, al otro extremo de la plaza, causándole así una muerte inmediata.

Ella no lo podía creer. Ambas niñas se encontraban en estado de Shock.

En ese preciso instante, gritos y chillidos de horror y agonía proveniente de todos los espectadores presentes comenzaron a resonar terriblemente en la cabeza de aquella pequeña.

Los padres del muchacho imploraban por que alguien llamase a una ambulancia, creyendo falsamente que aquel jovencito tenía esperanzas de sobrevivir; pero ya era demasiado tarde.

—¡Coraline, Sophie!. ¡Niñas!.

Los padres de ambas cruzaron la calle inmediatamente. Aquellos gritos de dolor y agonía los habían alertado, debido a que estos los hicieron pensar que sus hijas pudieron haber sido las afectadas.

—¿Que sucedió cariño?. –preguntó la madre mientras examinaba las lastimadas manitas de Sophie.

—¡Esa niña! ¡Es un monstruo!. –exclamó una mujer que había presenciado todo mientras señalaba a Coraline despectiva y desagradable.

—¿Cómo?. –la madre de ambas no lograba comprender. Ambos padre vieron a Coraline y esta comenzó a temblar de una forma anormal y preocupante– Cariño…

—¡Es un demonio!. ¡Yo la he visto! ¡Es un demonio! Deben llamar a la policía ahora mismo –exigió histérica otra mujer que curiosamente también pudo llegar a presenciar aquel accidente.

—Mi hija no es ningún... ¿Cómo podría una niña de su tamaño causar algo así?. ¡Por dios!. –exclamó el padre de las chicas, furioso y disgustado con aquella mujer blasfema.

— Todos la vimos hacerlo, pero no de la forma que cualquier ser normal pudiese hacerlo. Esa niña tiene poderes paranormales. Deben llevarse a ese demonio lejos de aquí –volvió a exigir la misma mujer.

—Mami, juro que fue un accidente –gimió la pequeña antes de romper en llanto. Sus padres la miraron extrañados, pues no lograban comprender que era lo que estaba sucediendo en realidad.

—Cariño, no les hagas caso. Tú no pudiste...

Pero antes de que ellos dijeran nada, una vez más, calor intenso comenzó a emanar por segunda vez del cuerpo de la pequeña. Evidentemente este calor no le afectaba a ella, pero sí a cualquiera que estuviese a su alrededor.

Sus padres tomaron a su hermana para alejarse de ella, al igual que todos los demás que aún se encontraban a su alrededor. Los juegos comenzaron a vibrar y el ambiente se tornó mucho más pesado que la primera.

La pequeña temblaba nerviosa y desesperada. No comprendía qué le estaba sucediendo y por qué no podía controlarlo.

Al liberar un quejido de llanto, otra onda plasmática de energía fue liberada, extendiéndose en dirección a las personas que se encontraban frente a ella. Estos cayeran al suelo presionando sus cabezas con ambas manos mientras dolorosos y traumáticos gemidos de agonía salieron de sus bocas; pero este fue un efecto momentáneo, porque luego de un par de segundos y sangre comenzó a brotar por sus fosas nasales. Después de eso, nadie más pudo volver a realizar cualquier clase de sonido o dar muestra de vida alguna.

Los únicos que no salieron afectados, fueron su propia familia. No por voluntad propia, debido a que ella no lo controlaba. Ellos tuvieron mucha suerte.

Rápidamente, su madre la arrastró hasta su casa donde todos se encerraron. La pequeña cada vez se sentía más nerviosa y continuaba realizando aquellos movimientos extraños como si tuviese convulsiones, las cuales eran preocupantes a un nivel alarmante; sin mencionar lo sucedido anteriormente...

—Coco ¿Qué tienes?.

Sophie intentó acercarse a ella, pero su padre la tomó del brazo para alejarla antes de que pudiera hacerle daño de alguna forma. Ninguno de ellos comprendía aún cuales eran sus capacidades en realidad, y mucho menos qué debían hacer para ayudarla.

—Madre –gimió la pequeña Coraline, antes de desplomarse en el suelo totalmente inconsciente.

La amenaza había acabado... Por el momento.

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Problem 1 [Editando].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora