Prólogo.

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Se puso de pie luego de salir de la tienda de campaña, y Alex, su amiga desde pequeña, la siguió.

— ¿Lo prendo? — preguntó mirando a su amiga, la cual asintió luego de sonreír.

Maggie sacó el encendedor que llevaba siempre consigo, en su bolsillo, giró la rueda de éste, para que la llama saliera y así poder encender el cigarrillo de marihuana - o "porro", como suelen llamarle ella y sus amigos - que llevaba entre sus dedos.

Dio una pitada, aspiró el humo y luego dejó salir el restante. Sonrío. Le alcanzó el porro a Alex, y ésta hizo lo mismo que Maggie.

No eran adictas o algo así, simplemente lo hacían de vez en cuando, en los momentos que estaban solas, disfrutando de la vida o de la naturaleza, disfrutando de lo jóvenes que eran y qué nadie podía decirles qué hacer.

Como ahora.

Llevaban un mes acampando en distintos bosques de las afueras de la cuidad. Al principio el grupo era más grande, eran ellas dos, más Noah y Austin, sus dos fíeles amigos y compañeros de fiesta, pero ahora que solo faltaba un día para que regresaran a Nueva York, solo quedaban Alex y Maggie.

— ¿Cómo van las cosas con Mark? — preguntó Alex, pasándole el cigarrillo.

— Cortamos — contestó y dio una última pitada al porro.

Lo tiro al piso y luego de pisarlo con fuerza, río, sin ninguna razón.

— ¿Y me lo dices así tan tranquila? Eres increíble, Mag — su amiga la codeó.

— Solo salimos por tres meses, Alex, fue más sexo que otra cosa.

Maggie jamás se involucraba seriamente con sus parejas, y a pesar de sus veinte cortos años, había tenido bastantes, pero ninguno de todos los novios que tuvo le duró más de cinco meses.

"Descorazonada" la llamaban, pero ella sabía que no era así. Ella tenía sentimientos, claro que si. Ella quería amar, muy en el fondo lo sabía, pero no quería desperdiciar sus años de juventud atada a una relación.

Ella nunca fue así.

Jamás lloraría por un hombre ni dejaría que la tomasen por estupida, otra vez.

— No sé si es porque yo soy una romántica empedernida, o qué, pero no entiendo cómo jamás te enamoras, te admiro — soltó Alex, haciendo que Maggie carcajeara mientras sacaba uno de sus cigarrillos, esta vez de tabaco, y lo encendía.

— No he encontrado a la persona indicada aún, o alguna de esas mierdas que suelen decir las personas románticas — dio una pitada y elevó su vista al cielo, admirando las estrellas. — Soy joven, no quiero andar sufriendo por esas cosas. Algún día llegará alguien que me moverá el piso, supongo, pero de mientras no lastimo a nadie teniendo sexo casual, y así también disfruto yo — Alex ladeó la cabeza y asintió ante las palabras de su amiga.

— Hablando de ser joven, la semana que viene cumples veintiuno, querida — Alex la miró y empujó su cuerpo con su hombro derecho. Ambas rieron. — Vamos a salir a emborracharnos y romper la noche, ¿verdad?

— Eso ni se pregunta. Ya les avise a Noah y Austin, el viernes, en el boliche de siempre — le guiñó el ojo a su amiga, y ésta movió sus brazos, festejando.

Ambas sabían que cada noche que salían de fiesta con sus dos amigos, todo era un descontrol, y eso les gustaba.

— Quizás ese día encuentres al hombre que te moverá el piso — Alex se puso de pie luego de hablar. — Nunca se sabe.

— De todas formas no lo estoy buscando — contestó Maggie, sin tomarle mucha importancia a lo que su amiga había dicho.

Alex volvió a la tienda para disponerse a dormir, por su parte, Maggie decidió quedarse un rato más allí, recostada en el pasto verde, tomando aire fresco, escuchando el sonido de los grillos y observando las hermosas estrellas que adornaban la noche.

Quizás era por el efecto de la marihuana, quizás no, pero lo que Alex había dicho retumbaba en su cabeza.

"Quizás allí encuentra al hombre que te moverá el piso"

Muy en el fondo quería que eso pasara. Le gustaba estar de fiesta en fiesta - aunque también trabajaba y si debía ser responsable, lo era - pero amaba disfrutar de su juventud. Poder salir con sus amigos cuando ella quisiera, sin tener que darle explicaciones a nadie - solo a sus padres, claro - Tener sexo casual, sin sentimientos de por medio, disfrutar de una noche y luego no ver más a aquella persona, para ella, era lo mejor, pero también muy en el fondo quería saber que se sentía estar en una relación de verdad con alguien.

Saber lo que era amar y que te amen. Saber lo que era volverse loco por alguien.

"Quizás conozca a alguien que mueva mi mundo entero" pensó, pero luego sacudió su cabeza, se sintió estupida.

Pensaba que esa noche pasaría lo mismo de siempre, los únicos hombres que conocería eran jóvenes borrachos hasta morir, que solo querían un par de besos o algo un poco más subido de tono, pero nada más.

Apagó su cigarrillo y volvió a la tienda para dormir.

Maggie no tenía idea que su amiga tenía razón.

Esa noche conocería a alguien que cambiaría su mundo completamente.

MY BEST MISTAKE |Jeffrey Dean Morgan|Where stories live. Discover now