El Favoritismo de Zeus

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En otra época, cuando aún eran jóvenes y no simplemente de eterna juventud, estaban reunidos los cuatro fingiendo comer como una familia ideal, Hebe tenía el día libre e Ilitia debía atender el parto de la reina de Tebas, así que solo serían ellos, pero nadie cruzaba mirada con los otros miembros, Zeus en el centro, parecía ausente, Hera a su izquierda no dejaba de mirarle con intriga, Eris con su sonrisa maleva y astucia peligrosa al lado de su madre se limitaba a comer y Ares con su intimidante gesto y agresividad inminente a la diestra del padre, miraba el plato sin siquiera tocarlo

Eran la familia del Olimpo, y como tal, eran respetados por los demás, incluso por donde pasaban los cuatro, los demás saludaban inclinando la cabeza ante ellos, pero el respeto no era suficiente para la señora del Olimpo, siempre se le veía con esa mueca de amargura que envenenaba a cuanto ser se acercara, pero ahí estaban, fingiendo tolerarse, hasta que la farsa terminó cuando se escucharon pasos por el templo y todos fijaron la mirada en la entrada, no esperaban a nadie, al menos no que supieran madre e hijos, pero el padre por otra parte, si lo hacía

Se levantó con los brazos abiertos cuando sus dos hijos entraron al templo, tan exactos que incluso caminaban en total sincronía; el gesto de Hera lo decía todo, ¿Qué hacían en su templo? Reclamaba en su mente mientras exhalaba lentamente, al menos le complació ver que se detenían al saber que no eran bienvenidos, sus medio hermanos les miraron con indiferencia y se excusaron asegurando que debían de ir a alguna parte, pero su padre no les dejaría marchar ni levantarse de la mesa

-Tomen asiento- ordenó a los recién llegados, el padre dedicando una mirada severa a su esposa

-¿Acaso se quedarán?- indagó indignada despreciando los ojos turquí de ambos que le recordaban a los de esa mujer que les había parido

-¿Por qué no? Jamás estamos tan cerca de cualquiera de nuestros hermanos- comentó con franqueza Eris comiendo una manzana dorada y sonrisa burlona que distorsionaba la realidad de sus palabras

-No compartiré mesa con los bastardos de su padre- exigió colérica Hera levantándose de la mesa con la vista fija en los dioses que miraban la familia al otro extremo del salón- ¡ellos o yo!- exigió y palideció al ver que Zeus les escogía- he perdido el apetito- sentenció con furia pero igual se quedó

Eran en ese entonces Apolo y Artemisa sus hijos más jóvenes y Leto la mujer que Zeus adoraba con locura en ese instante, lo suficiente como para privilegiar a sus hijos por ser tan parecidos a su madre y por la lealtad que le tenían con el cumplimiento de sus deberes; sus hijos legítimos, estaban reducidos a la guerra, al menos los presentes; no parecían tener más talento que el de ocasionar el caos que pese a ser necesario se debía tener más cualidades que esa y veía en los mellizos la posibilidad de enmendar las cosas, que fueran ellos quienes cumplieran el rol de legítimos, mientras los hijos de Hera le garantizaban victorias acordes al plan divino, pero primero tendría que ponerles a prueba

-Helios te dirá lo que debes hacer, Apolo- sentenció sin dar más explicación- Artemisa, mi feroz cazadora- comentó con tal ternura que jamás había sido expresada para alguno de su núcleo familiar- anda con Selene, aprende de ella todo lo que pueda enseñarte- pidió y antes que pudieran preguntar, añadió- solo cuando hayan pasado los días que he ordenado, volverán a rendirme informes- exigió y les vio afirmar antes de salir igual o más intrigados que los otros olímpicos que presenciaron la escena

Tenían la luna y el sol patrones distintos, pero ante la orden que dio el todo poderoso, prestarían sus carros indefinidamente a los mellizos de Leto que por su expresión no parecían muy agradecidos con la nueva función que se les encomendaba, la noche y el día era una labor de tiempo completo que no les interesaba ejercer, no por nada, era una tarea de titanes, pero la orden había sido dada y fue acatada durante el tiempo que había decretado Zeus.

En secreto el dios rey les vigilaba orgulloso de ver lo fácil que les era su nueva función, pero ignoraba o no le importaba que los cazadores clamaban por la bendición de Artemisa para cazar, que los artistas se desesperaban ante la ausencia de sus musas y más que todo, que los mellizos detestaban la función que les apartaba de sus principales deberes.

Solo en ese entonces las doncellas de Artemisa la vieron disparar flechas para descargar su sentir o llegar al templo de las musas y vagar por ahí en busca de su hermano, sabiendo que por ese tiempo no le vería, pues cuando él volvía, ella partía; así mismo fueron las musas quienes al ver caer la noche optaban por apartarse, para evitar encontrarse de cara con la furia de Apolo, ese error ya lo habían cometido la primera vez que llegó al templo y corrieron a reprocharle el no estar y por ende no poder inspirar a los mortales

-¡¿CON QUE TIEMPO?! O lo hacen ustedes en mi ausencia o les inspiran en la noche- les gritó apartándolas para pasar de largo dejándoles inmóviles, algunas lloraron

Toda la noche se escucharon las flechas doradas ser disparadas y ante el sonido y saber que en ese momento odiaba todo, incluso a ellas y sus lamentos, harto de oírlas les exigió silencio y sus almas sensibles reaccionaron en más llanto al ser gritadas, pero la gran mayoría de ellas optaron por pasar el día lo más ocupadas que pudieran o descansando para estar ahí cuando él llegara

Y sorprendentemente, el único que notó aquello, fue precisamente quien desde siempre había visto lo fácil que su padre arruinaba vidas con tal de ver un capricho suyo realizado

-Tus hijos- comentó Ares con desprecio en sus palabras- eran dioses de la cacería y las artes, ¿Qué hay de esas funciones? Les he visto descuidarlas por tener a cargo el día y la noche- comentó durante la cena terminándose su copa y retando a su madre con la mirada que le exigió silencio

-Se les da bien, las musas ahora inspiran de noche y los cazadores ya solo salen de día, las mejores mentes encuentran soluciones a las adversidades, el resto solo colapsan- aseguró Zeus y convencido de ello, aquella solo fue una de sus primeras encomiendas

Para cuando el periodo de prueba terminó y llegaron a rendirle informe, se encontraron con la noticia de tener ahora los astros como función, protestaron, se les calló; imploraron, no le importó y cuando negaron, simplemente les obligó y el proceso volvería a repetirse infinidad de veces, hasta el punto en que algunos dioses se limitaban a tener una única función y ellos se encontraban de cara con demasiadas funciones y pese a que cuando se las encargaban sentían que no habría forma de equilibrarlas sin descuidar alguna, siempre encontraban la forma de sobrellevarlas y orgulloso de ellos, Zeus empezaba a pensar que otra función podrían tener sus hijos. Si hubiesen fallado en la primera, desde un comienzo, habrían sido descartados, pero ese, no era el caso

La Legión del Olimpo [Completa]Where stories live. Discover now