7. Un bonito para siempre, o la peor desilusión amorosa

Start from the beginning
                                    

—También ha sido complicado para mí, Rachel, cuando trataba de ignorar el hecho de que me gustaba una alumna, sin embargo, somos personas adultas, formemos nuestros propios pensamientos sobre lo bueno y lo malo —su gesto, la manera firme, correcta y dulce con la que habla hace casi desmayarme—. Pero por favor, que esto —nos señala a ambos con su mano—, nosotros, sea lo primero en la lista de cosas buenas. Porque lo es.

—Rachel —los pasos del doctor acercándose nos interrumpe. Giramos hacia él quien no tarda en informar el buen estado en el que se encuentra mamá actualmente—. No sé si te informaron, pero la mantendremos en observación hasta mañana.

—Sí, la enfermera Katty me lo ha comentado —menciono y él lleva una de sus manos a mi hombro.

«Gracias» Le digo.

—De nada, Karla y tú, pueden contar conmigo para lo que necesiten —sus palabras agregan más tensión al ambiente—. Ella habla tanto de ti aquí, que es un placer por fin conocerte

—Igualmente —respondo incómoda.

—Nos vemos luego —dice sonriente. Su expresión relajada cambia al observar por primera vez a mi lado—. Permiso.

Sin decir más, se aleja.

—Te coqueteaba —suelta Mark.

Me encojo de hombros, él no tarda en sonreír mientras niega con su cabeza. Ofreciéndose a llevarme a casa.

—Gracias, pero ya has hecho suficiente —respondo de inmediato—. Llevamos casi cinco horas aquí, no quiero quitarte más tiempo, seguro tienes muchas cosas que hacer.

—Lo único importante que tengo que hacer ahora es llevarte a tu casa. ¿Por favor?

Sin más protestas accedo. En el camino al estacionamiento estoy perdida, no recuerdo su coche, por lo que me limito a seguirlo. Mi boca se abre al ver que nos encontramos frente a un auto sucio y maltratado, ¿Este coche es de él?

—Es maravilloso, ¿no?

— No.

Y antes de que pueda evitarlo ya he respondido. Es que, si la imprudencia fuese premiada, ahora mismo recibiría el más grande de los trofeos «Y con el mismo he de golpearte» Me riñe la vocecita de mi cabeza. No pretendía sonar grosera ni mucho menos interesada en el aspecto de un coche. Pero a decir verdad, me ha pillado por sorpresa.

Mi madre suele decir que mientras algo esté limpio y ordenado siempre lucirá bien. Y es lo qué pasa con el vehículo, no es que sea feo, es el mal cuidado que tiene. Y me sorprende porque Mark no parece ser un hombre despreocupado por su aspecto o en el de su entorno en general. Vagando en mis pensamientos la risa de Mark no tarda en interrumpirme. ¿Está tomándome el pelo?

—Discúlpame, no quise parecer grosera —aclaro apenada.

—No voy a disculparte, si has ofendido a la pequeña Mur.

Responde divertido, entrando en el juego de ver con horror al coche. Me confunde.

—Le has puesto hasta nombre a la pobre.

—Es broma. Este desastre de coche es de mi hermano, él se llevó el mío. ¿No lo notaste antes?

—No —hablo aún avergonzada—. De verdad, lamento mi comentario. Puede ser algo familiar y yo aquí haciendo ese tipo de comentarios.

«Aunque ¿quién cuidaría así algo familiar, que desea conservar?» Reflexiono. Al escuchar la risa de Mark me muerdo la lengua. ¡He pensado en voz alta!
¡Ya cállate, Rachel! Vuelvo a regañar la espesa insolencia en la que se halla danzando mi subconsciente.

¿En clases no? - DISPONIBLE EN FÍSICOWhere stories live. Discover now