Las dos se miraron entre sí, después se levantaron sin decir nada más y caminaron hacia la puerta. Cuando por fin me relajé, entendí que me quedé sin coño por hoy.

Las horas pasaron rápidamente, tenía una nueva idea, pero no podía dibujarla, mis manos no se movían sobre ese papel, como si mi musa hubiera desaparecido. Oí unos golpes tímidos en la puerta.

—¡Pasa!—dije en voz alta, aún enfadado por mi mal inspiración de hoy.

—Señor Hell— escuché la voz de Hope y la vi entrando y manteniéndose de pie en frente de la puerta—. Si no necesita nada más me iré a mi casa.

—No, aún no te irás— negué con la cabeza mirándola desde mi escritorio—. Irás conmigo a mi casa, necesito que me ayudes a hacer unos papeles.

—Bien.—contestó insegura y se dio la vuelta—. Voy por mi bolsa—añadió antes de cerrar la puerta.

Sentí cómo mi pene se ponía duro y para mi desgracia eso me pasaba en cada momento que ella estaba cerca o simplemente me hablaba. Al parecer todo lo de ella era tentador, y ahora me costaba levantarme y actuar normal.

Pasaron unos minutos y, aunque aún estaba jodidamente calentado, me levanté, tomé mi chaqueta y me dirigí hacia la puerta. Salí y entré en la oficina de Hope; no estaba ahí. Empecé a caminar de un lado a otro, cuando mis ojos se clavaron en un papel en su escritorio. Era un diseño que no respetaba ninguna regla, dimensiones equivocadas, estructura confundida pero la idea era excelente. Minutos después oí sus tacones y me alejé de su escritorio.

—¡Ay!—soltó un pequeño grito asustado cuando me vio—. Baje a...—la interrumpí.

—Que no se vuelva a repetir. Si eres mi secretaria, tienes que estar aquí, para mí en cualquier momento —caminé hacia ella—. ¿Entendió, señorita Evens?

—Sí— asintió tímida haciendo unos pasos hacia atrás—. Ya estoy lista.—Me anunció con una sonrisa ingenua, mientras se pasó los dedos por el cabello. Me quedé mirándola e imaginándome diversas posesiones posibles. Ella notó mi mirada fijada en sus pechos y se tensó.

—No use palabras que sabe que no son ciertas—sonreí y levanté la ceja—. Vamos.—dije mientras pasaba por su lado.

Una hora más tarde estábamos en mi casa. Mientras ella preparaba el café, subí a darme una ducha. Tomé una toalla blanca, rodeándola en mi cintura y bajé a la cocina.

—Ya regres...—enmudeció en el momento en el que se giró, viéndome solamente vestido con una toalla—. ¡Tápate, por Dios!—exclamó mientras puso sus manos sobre los ojos.

—Relájate.—digo tranquilo—. No es para tanto.

—¿No es para tanto?—preguntó alterada, su cuerpo estaba muy tenso—. ¿Se da cuenta de que está casi desnudo?—dijo, dándome la espalda.

— Deberías usar esa boquita en otras cosas que no sean gritos.— sonreí divertido por esa situación. —. Sabes y tú, como se dice, las malas lenguas hablan, las buenas sacan orgasmos.

—Cómo usted diga.— me evadió.

—¿Te pones nerviosa, ¿verdad?

—¿Quién no se pondría nerviosa?—preguntó segura de sí misma.

—Te puedo hacer una lista si quieres—dije y ella se dio la vuelta.

—Aquí está su café—camino hacia mí, entregándome la taza—. ¿Empezamos a trabajar? Ya es demasiado tarde y mi abuela seguramente se preguntará en dónde estoy.

—¿Y tus padres?—pregunté aún de pie frente a ella.

—Mis padres...—susurró con pesadumbre bajando la cabeza—. Mi padre se enamoró de otra persona y nos abandonó. Años después mi madre encontró a alguien y pues... Nos abandonó también. años después me enteré de que había muerto en un accidente de coche en Italia.

• UNBREAKABLE ©® 1º• [+18]Where stories live. Discover now