"Ella va a estar bien"

5.7K 336 18
                                    


Mi cuerpo no reacciona como yo quiero

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





Mi cuerpo no reacciona como yo quiero.

Mi vista está nublada, ¿dónde estoy?

Mientras se aclara mi visión veo mi madre con sus ojos llorosos.

Accidente, mi bebé y yo...todo de repente viene a mi mente.

¡Oh no!

Saco fuerza y levanto mi mano para buscar mi panza pero...

—Mamá, ¿dónde está mi bebé?!

Estoy angustiada mientras mi madre me mira triste.

—Mamá ¿dónde está mi bebé?...la perdí —digo ahogándose en mis lágrimas — ¿mi bebé murió?

—No nena, no.

—Entonces ¿dónde está? —digo ahora buscando una pequeña bebé por todo el cuarto de hospital.

—Está en una incubadora en intensivo, Ana.

Mi corazón se hace un puño dentro de mi pecho, Dios. Puse mi bebé en peligro.

— ¿Por qué Mamá? ¿Es mi culpa verdad?

Sollozo sin parar, mi bebé está mal por mi culpa.

—No Ana, ella va a estar bien.

No puedo creer que pasara todo esto.
No puedo creer que no tuve un parto normal, como yo quería, pero lo importante es que mi niña está viva a pesar de ese accidente que casi nos mató a las dos.

Solo de pensarlo me dan unos escalofríos.

— ¿Mamá, y la viste? —pregunto ansiosa.

—Si Ana, ella es hermosa, cariño.

Sonrío a pesar de mi angustia y viene un sentimiento de amor a mi pecho mucho mayor a mi miedo. Quiero conocerla.

—Mamá quiero verla. ¿Por qué no me la traen?

Ella me mira preocupada.

—La bebé no está bien Ana.

Me deshago en lágrimas una vez más.

Un Doctor entra y se para enfrente de nosotras.

Me mira.

—Joven, tengo que hablar con usted —lo miro preocupada preguntándome ¿qué más pasará que no me han contado?

—Dígame, doctor —le digo —Diga lo que sea.

El doctor mira a mi madre y ella sale de la habitación, pero antes deja un beso en mi adolorida cabeza.

—Señorita, usted sufrió un accidente como sabrá, y pues está bien, solo tiene una contusión en la cabeza que pasara con algunos calmantes y con reposo, se golpeó fuertemente con el volante.

Se detiene y sé que no se trata de mí.

—Pero mi bebé, dígame doctor.

—Pues el golpe adelantó el parto, por lo cual en la situación que se encontraban las dos tuvimos que operarla y traer su niña a mundo pero...

— ¡¿Pero qué, doctor?! — estoy desesperada.

—La niña nació muy débil.

¡Oh Dios!

Todo es mi culpa, esto es mi culpa.
Comienzo a llorar.

—Joven, no es su culpa.

—Yo sé que sí, no la cuidé como debía —susurro llorando.

—No joven, su niña nació con una afección cardíaca que es severa para un niño recién nacido.

— ¡No puede ser! ¿Se va a morir, doctor? —grito desconsolada.

—No puedo darle ninguna respuesta, joven.

El Doctor sale y yo no puedo parar de llorar sabiendo que haya la posibilidad de que mi pequeña no se salve.

Mi madre entra a la habita y me abraza.

— ¡Mamá, la voy a perder!

—No nena, vamos a tener fé —
La abrazo aún más fuerte.

— ¿Ana?

—Si mamá —le digo aun llorando.

—Se parece mucho a Oliver, cariño.

Lloro a un más fuerte porque sé que no importará nada ella es mi todo.

Mi todo.

Unas horas después estoy desesperada por conocer esa diminuta personita.

Me traen una silla de ruedas y voy con mi mamá. Estoy triste porque ella esté tan lejos de mi cuando más me necesita.

Entramos a una amplia habitación y me señalan dónde está mi bebé.

¡Oh, cielos!

Dentro de una incubadora hay una pequeñita bebé hermosa, conectada a varios cables. Ella es mi bebé, mi bebé.
No me puedo contener y lloro sabiendo que ella fue la que me dio tantas patadas en mi panza y que hablé tantas cosas con ella que no le dije a nadie, solo las compartí con ella...ella sabe todos mis secretos.

Es tan hermosa.

Le ruego a Dios una y otra vez que no me la quite, que me permita ser su madre, su amiga, verla crecer y darle lo mejor de lo que tengo.

Mi madre la mira embobada y yo sonrío.

— ¿Cómo la vas a llamar, Ana?

La miro de nuevo y no dudo en contestar.

—Mia Valentina, así se llamará esa diminuta cosita.

Mia, porque es mía y valentina porque yo sé que será lo suficientemente valiente para luchar para vivir y no dejar a mamá sola.

Entro las manos por los redondos agujeros y agarro su manita pequeñita.

—Mia, no abandones a mamá, por favor.

Mi Pequeña ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora