Capítulo 4.

1.4K 118 28
                                    

Las fichas me empezaban a caer poco a poco, y hacían eco en mi cabeza. Todo tenía sentido.

Los sueños de Chrome y el Kappa hablándome de la comida de Eldarya, ¿Cómo iba a ser el festival de la cosecha? Si los seres faéricos no se puedenn nutrir de los alimentos de aquí. El festival de la cosecha es un festejo para terminar de cocinar los alimentos antes de que perezcan, para distraer a la gente, ya que los del cuartel iban a ir a mi mundo a buscar comida...

-¿Gardienne?- preguntó preocupado Mery. Sacudí la cabeza para despejarme.

- Ah, sí, es muy lindo. Bueno, me tengo que ir, o Karuto me va a retar- Mery me sonrió.

- Ten suerte- y luego se fue dando saltitos.

Volví a la cocina con Karuto.

- ¿Qué pasa con esa cara?- preguntó. 

Aparte de que es la unica que tengo, me siento horrible. Ellos me ocultaron mi pase de ida allí, hasta podría ayudarlos antes de volver ¿Para qué me quieren retener aquí?

- Tú sabes cual es la verdadera cosecha ¿no?- le comenté distraída, mientras anotaba lo que teníamos hecho hasta el momento.

- Sí...-dijo con un cierto tono de culpa.

- ¿Por qué nadie me lo dijo?

- No lo sé, concéntrate en tu trabajo- contestó cortante antes de irse.

Seguí mi trabajo con los aperitivos, recordando a mi familia, yo deseaba volver con ellos, especialmente con mi madre que debía estar angustiada buscandome. Debe pensar cosas horribles, muerta, violada, en la trata de blanca... pero no, estoy aquí sin poder volver ni decirle que estoy bien.

Todo culpa de estos mentirosos.

Sin darme cuenta, comencé a derramar mis lágrimas sobre la comida. Ahogué un poco mi sollozo, me resultaba difícil, estaba bajo una enorme cantidad de frustración.

- ¡Y haz la comida humana que quieras! ¡No me interesa!- me dijo a lo lejos, con un fingido acento indignado. A su manera me quiso consolar, al menos lo intentó.

Luego de un rato escuché una voz:

- Tengo hambreeeee- era Alajéa, oportuna. Despabilé como pude.

- Ah, espera un poco, ahí te haré algo...- mi voz todavía sonaba decaída, y mis ojos debían seguir rojos.

- Mmmmmmh, ¿Gardiennee? ¿Estás bien?

- Sí, sí, estoy cansada no más, llevo aquí parada unas cuantas horas- ella seguía desconfiando de mis respuestas.

- Tengo hambre, haz de comer humana- dijo gracioso Ezarel, su voz me alegro-entristeció. Me sentía contrariada ¿él también me mentía?

- Ahí voy, vayan a esperar en las mesas- la verdad es que no convencía a nadie, él se adentro a la cocina, y yo me corrí a la otra punta -Miren, pueden ir comiendo esto mientras tanto- me dirigí al estante donde estaba la torta, pero me había olvidado que era demasiado alto para mí - Una silla, una silla...- me dije a mi misma.

- Déjame a mí, ¿Es esa que está cubierta con una tela?- dijo mientras se acercaba a mí y apuntaba hacía arriba.

- Sí, esa- con ponerse a penas de puntitas ya la había agarrado, y al entregarmela enseguida me di vuelta, y me puse a cortarla. Le di un plato a cada uno -Listo, ahora déjenme cocinar en paz.

- Alajéa ten, te doy mi porción- dijo Ezarel mientras le pasaba su parte al plato de ella.

- Síí, yaaaaaaaay- exclamó feliz y se fue a las mesas del fondo. Disponía a dirigirme a seguir con mi trabajo, pero Ezarel se interpuso en mi camino, acorralándome.

- ¿No tienes trabajo que hacer?- le pregunté, sin dejar de mirar nuestros pies.

- ¿Qué te sucede? Mírame- su voz sonaba preocupada de verdad. Delicadamente elevó mi mentón con sus dedos -Mírate, tienes los ojos rojos.

- Qué importa...

- A mí me importa, dime la verdad- miré a un costado, no sabía que decirle ¿Qué me sentía decepcionada de que nadie me informara? ¿Qué sabía que ellos no confiaban en mí? ¡Estoy tan enojada!

- Es por la Hamadriade...- ¿eh? esto no es lo que quiero decir, aunque tiene una parte de verdad. 

- ¿Todavía la lamentas? No había otra opción Gardienne- sus ojos verdes son muy hipnotizantes. 

- Todavía me siento culpable, ayer hasta fue parte de una pesadilla- empecé a lagrimear, estaba temblando. Ezarel se acercó y medio abrió los brazos como si fuera a abrazarme, pero se contuvo o detuvo, luego de mirar a Alajéa viniendo. En vez de eso, me acarició la cabeza.

- ¿Ehhh? Yo sabía que algo te pasaba... Ponte bien Gardienne, y gracias por la cosa esta, lo que sea, estaba deliciosa- me dijo sonriente Alajéa, dejó el plato y se fue.

- Gardienne, no es tu culpa, es nuestra. Y además, lo hicimos para evitar un mal mayor. Piensa que dejamos que su alma estuviera en paz- asentí silenciosa. Ezarel así de serio, consolándome sin bromas pasaba pocas veces, era ese "yo" que no mostraba seguido.

- Tienes razón, disculpa- dije sonriendo.

- No te disculpes, y agradéceme haciéndome algo rico de comer- me dijo en cierto tono burlón, ya volvió a ser normal. Me reí.

- Está bien- le empujé para que me dejara pasar, pero de inmediato aparté mis manos antes de que me hiciera un escándalo. Escucho que suspira, y tomo el camino libre que está a su lado, pero cuando avanzo me lo tapa.

- Ups, justo tenía que venir por aquí- dijo inocente, no pude evitar reírme. Intento de nuevo y me vuelve a bloquear la salida.

- ¡Ezarel!- le bufé divertida.

- ¿Disculpe? Usted está bloqueando mi camino ¿Acaso lo hace apropósito?

- ¡Pero si vos me estás acorralando!

- ¿De verdad? Pensé que me querías mucho y por eso no me dejabas ir.

- No, yo te odio ♡

- Pero yo más- me dijo riendo mientras iba una de las mesas dejándome libre.

Mmh, le cocinaré un plato con vegetales. Cuando le llevé lo cocinado, con solo olerlo me puso cara de feliz cumpleaños.

- Tal vez no te odio tanto- dijo mientras se relamía.

- Capaz que yo menos- le seguí el juego, y continué con mi trabajo.

Seguí cocinando y Ezarel se despidió antes de irse. Quería jugarle una broma, así que le seguí a escondidas, entró a la sala de alquimia y esperé. Luego salió con una caja que también parecía contener recipientes. Y se dirigió a las escaleras que llevaban al calabozo.







Entrando en su corazón. (Ezarel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora