Día 1

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Despertó a las cinco y algo de la mañana sudando y con la boca seca, hacía mucho calor en la habitación y en la cama había mil cobijas. Es decir, lo entendía, era invierno, pero eso era una exageración.
Se abanico con una mano, saliendo en busca de agua o jugo o algo que tomar que le ayudara a bajar el calor.

Camino descalzo por la casa, no había señales de Otabek por ningún lado así que, pensando que su nuevo compañero de casa era un oso, se lo atribuía al hecho de que estaba en periodo de hibernación y dormía la mayor parte del día. Solo una vez había conocido a un oso pardo antes y siempre faltaba a clases los últimos tres meses del año por lo mismo.

Abrió el refrigerador, hizo una mueca al no encontrar casi nada de comida y decidió buscar un vaso para tomar agua mejor. Se paseó por la sala con el vaso en la mano, bebiendo pequeños sorbos conforme avanzaba.

Había pocas fotografías de Otabek, en general estaban sus compañeros de la milicia en una especie de foto de generación y un par más con la doctora Yang y un tipo que se parecía a él. Una televisión montada en la pared y un par de bocinas en ciertas esquinas de la habitación.
El sillón era enorme, tenía un par de cobijas y almohadas como con una forma en específico que le hacía pensar en un nido improvisado. Frunció el ceño, nido no, esas eran las aves, lo que hacían los osos tenía otro nombre.

Continuó su recorrido por el pasillo hasta el baño mientras trataba de hacer memoria, el baño no era muy distinto al que sus padres tenían, la habitación donde dormía no tenía fotos ni nada en especial, solo las incómodas mil cobijas en la cama.
Se recostó luego de quitar la mayoría y cerró los ojos en un intento por conciliar el sueño, aún era muy temprano y no trabajaba hasta las tres de la tarde así que tenía tiempo para dormir.

Comenzó a dar vueltas, un poco incómodo, en casa estaba acostumbrado al olor de sus padres en una parte del departamento pero en general era su olor el que predominaba...pero ahora, con el olor de Otabek por todos lados, se sentía ajeno y con ganas de marcar su territorio como si fuese su casa. Le parecía una estupidez esa característica de su especie pero realmente no había mucho que pudiera hacer, además, era debía ser soportable porque él era un omega y el oso era un alfa.

Pensó en el nido del sillón y quiso reírse de lo adorable que fue para su imaginación la imagen del gran oso soldado acurrucado entre mantas y durmiendo a pierna suelta como osezno en su madriguera.

—Madriguera —dijo abriendo los ojos cuando la palabra llego a él, miro a su alrededor como asegurándose que seguía solo, sintiéndose idiota de repente por la felicidad que le causó recordar una palabra.

Hubo ruidos del otro lado de su puerta y volteo al reloj digital del buró, pasaban de las seis y su compañero parecía ya estar despierto. Se removió entre las mantas y se abrazo a su almohada, podía escuchar la ducha y los pasos lentos de Otabek al moverse.

Se preguntó que había pasado para que una bala terminara en su columna. Suspiro y cerró los ojos, pensando en lo frustrante que debía ser estar en su situación.

Se levanto de nuevo luego de un rato y decidió que lo mejor era empezar aquella...relación de la mejor manera, se cambio y ato su cabello en una coleta, lo mejor sería empezar con el desayuno.

relación de la mejor manera, se cambio y ato su cabello en una coleta, lo mejor sería empezar con el desayuno

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