CAPÍTULO 14 | Nada más que la verdad

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No está muerto.

No nos abandonó.

Fue secuestrado.

Y, lo que realmente es loco, es lo que fue sucediendo desde el día en el que todo comenzó. ¿Quieres escuchar una historia loca? ¿Quieres saber por qué estar aquí significa tanto para mí? Mi padre no era la persona más importante de la ciudad, no era rico ni tenía algo ilegal escondido y codiciado por la mafia en el sótano, claro que no, más bien al contrario: necesitaba dinero, no tenía ningún trabajo y cada vez recibía más odio por parte de mi madre. Así que, cuando lo secuestraron, la mujer que un día me dio la vida ni siquiera intentó buscarlo.

Entonces... recibimos una caja. Un día cualquiera apareció en la puerta. Contenía siete cajas vacías pero, en una de ellas, había un dedo.

El dedo de mi padre. Con su anillo de compromiso.

Fue lo último que recibimos de él. Y, también, lo único desde que desapareció.

Maldita mierda.

Desde entonces, desde tanta locura y cosas extrañas, mamá cambió tanto conmigo como con mis dos hermanos: comenzó a volverse incluso más sobreprotectora de lo que ya era antes, pero ni eso ni nada impidió que las cosas sucedieran como debían suceder. Toda la familia cambió y ya no volvió a ser la misma. Mi hermano más pequeño, Elmer, se volvió el niño más gritón de su clase. Cada día recibíamos alguna llamada de su maestra pidiendo que alguien hable con él para que deje de gritar o de llorar. Mi hermano mayor, Cris, no tardó en irse de la ciudad para alejarse de todos nosotros. Y yo, Brenton, el hermano del medio... no lo sé. Cambié, lo tengo claro, porque no me siento igual, me volví más brusco y desconfiado, pero nunca deseé ocasionar problemas—como Elmer—o sólo irme para no volver—como Cris—y, además de lo extraño que resultó para todos nosotros recibir las cajas con el dedo, comencé a sentirme perdido dentro del mundo.

No existe día en el que no tenga miedo.

Y ahora, aquí, en 00:00, me pregunto si por fin obtendré alguna respuesta sobre mi padre. Me cuesta creer que esté muerto, aunque en definitiva doy por sentado que no debería desear que aún viva. No sin... bueno, ya sabes. El dedo.

No suelo hablar de estas cosas.

Ni siquiera pienso en ellas.

Pero ahora, aquí, sentado, he pensado luego de ver a Cameron actuando como si guardase algún secreto, en la posibilidad de obtener respuestas. Si puedo averiguar quién fue Melody Hansen y quién la mató, también debería poder averiguar otras cosas. Quizás con la ayuda de esta chica, Joey. Parece saber sobre todo esto, sobre las historias de todos nosotros. Por alguna razón quiere que descubra esto.

La respuesta está entre nosotros.

En nuestras historias.

Acabo de llegar a esa conclusión, así que supongo que estoy equivocándome. Espero hacerlo. No sé si ahora mismo estoy observando a un verdadero psicópata o a un tío cualquiera que, como yo, recibió el dedo de su padre secuestrado.

Hipotéticamente hablando, de estar aquí la respuesta, debería comenzar por alguno de nosotros.

Estoy poniéndome de pie para bajar, cuando una nueva idea llega a mi cabeza. ¿Y si esa tal Melody está relacionada con mi padre? ¿Y si en realidad no es una simple chica que murió como tantas otras? Puede que, a pesar de su nombre tierno, tenga una historia llena de sangre y todas esas cosas.

Quizás se especialice en cortar dedos.

Termino de bajar por la escalera negra y no puedo evitar volver la mirada en dirección a la mesa y al teléfono fijo. No está prohibido hacer llamadas, ¿verdad? Podría intentar contactar de nuevo con Joey para...

PerfidiaWhere stories live. Discover now