Parte II

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El marido de la gorda , grandote como la puerta , nos miraba socarronamente.Dijo que eran cinco pesos. Cinco pesos por cabeza , pibes :siete por cinco , treinta y cinco. Verle la cara a Dios,había dicho el negro.De la pieza salio un chico ,tendría cuatro o cinco años. Moqueando , se pasaba el revés de la mano por la boca . Nunca me voy a olvidar de aquel gesto. Sus piecitos desnudos eran del mismo colo que el piso de tierra .

El negro hizo punta . Yo sentía una cosa , una pelota en el estomago .No me atrevía a mirarte . Los demás decían chistes brutales .Desacostumbradamente brutales , en voz de secreto. Estaban , todos asustados como locos. A Roberto le tembló el fósforo cuando me dio fuego.

 -Debe estar sucia.

 Después , el negro salio de la pieza y venia sonriendo. Triunfador. Abrochándose.

Nos guiño un ojo.

 -Pasa vos ,  Cacho.

 No , yo no . Yo , después.

Entro el colorado , después Roberto . Y cuando salían , salían distintos  . Salían no se , salían hombres .Si , esa era la impresión que yo tenia.

Después entre yo.Y cuando salí , vos no estabas.

 - ¿Donde esta Cesar ?

No recuerdo si grite , pero quise gritar . Alguien me había contestado:disparo . Y el ademan -Un ademan que pudo ser idéntico al del negro- se me heló en la punta de los dedos, en la cara , me lo borro el viento del patio , porque de pronto yo estaba fuera del rancho .

 -Vos también te asustaste , pibe.

Tomando mate contra un árbol vi al marido de la gorda, el chico jugaba entre sus piernas.

  -Que me voy asustar. Busco al otro , al que se fue.

  -Agarro pa aya  - con la misma mano que sostenía la pava , señalo el sitio .Y el chico sonreía. El chico también dijo pa aya.

Te alcance frente al Matadero Viejo, quedaste arrinconado contra un cerco . Me mirabas . Siempre me mirabas .

 - Lo sabias. 

 - Volve .

-No puedo, Abelardo , te juro que no puedo.

 -Volve , ¡Animal!.

 - Por Dios que no puedo.

 - Volve o te llevo a patadas en el culo.

La luna grande , no me olvido , blanquisima luna de verano entre los arboles y tu cara de tristeza o de vergüenza , tu cara de perdidamente de pedirme perdón , a mi , tu hermosa cara iluminad , desconfigurandoce de pronto . Me ardía la mano. Pero había que golpear , lastimar, ensuciarte para olvidarme de aquella cosa , como una arcada, que me estaba atragantando.

 - Bruto- dijiste-. Breto de porquería . Te odio . Sos igual , sos peor que los otros.

Te llevaste la mano a la boca , igual que el chico que salia de la pieza . No te defendiste. 

Cuando te ibas , todavía alcance a decir :

 - Maricón . Maricón de mierda. 

Y después lo grite. 

Escuchame , Cesar . Es necesario que leas esto . Porque hay cosas que uno lleva mordidas , trampeadas en la vergüenza  toda la vida, hay cosas por las que uno , a solas, se escupe en el espejo. Pero de golpe , un día , necesitas decirlas, confesárselas a alguien  .Escuchame.

Aquella noche , al salir de la pieza de la gorda , yo le pedí , por favor , que no se lo vaya a contar a los otros.

Porque aquella noche yo no pude. Yo tampoco pude. 

El MaricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora