Se tragó sus protestas, sabía que era tarde y que el día comenzaría en unas cuantas horas, tambien que podían pescar una pulmonía allí sentados en las nieve... aún así, no quería que todo acabara. No se había dado cuenta de cuanto deseaba todo aquello hasta el momento en el que había ocurrido.

—Yo tampoco quiero irme —dijo Draco, sus dedos aún acariciaban su nuca—. Pero se me esta empezando a congelar el trasero.

Harry volvió a reír, poniéndose en pie como pudo y arrastrando a Draco con él.

—Eres un idiota —le dijo.

—Pero te encanta —replicó Draco, levantando ambas cejas sugestivamente mientras se sacudía la nieve.

—Y un engreído tambien.

—Pero te...

—Cállate —lo interrumpió Harry, tirando de su túnica y besándolo para que se dejara de decir todas esas estupideces, que de cierto modo eran ciertas, pero nunca se lo diría.

Esa vez fue menos suave; Harry estaba hambriento, quería morder, devorar su boca, explorar cada centímetro de ella hasta que no le quedara nada más por saborear. Ahogó un gemido cuando Draco atrapó su labio inferior entre sus dientes y tiró de el. El entumecimiento en sus músculos que el frío provocó se disipó de inmediato, había mucho calor entre ambos.

Draco se separó, agitado y ruborizado, una sonrisa presumida tirando de sus labios enrojecidos.

—No puedes tener suficiente de mí, ¿eh, Harry?

Algo en el modo que dijo su nombre lo estremeció.

—Tú eres el que no puede tener suficiente de mí, Draco —contraatacó, tratando de imitar el modo en el que arrastraba las palabras.

Eso le sacó una sonrisa divertida, y acariciando distraídamente la mandíbula de Harry con sus dedos, admitió:

—No, no puedo —Miró a Harry de aquella manera que lo hacía sentir que eran los únicos en el mundo; tanto el mágico como el muggle—. Es extraño, pero siento que nunca voy a tener suficiente de ti —El brillo del desafío estuvo ahí de nuevo—. ¿Podrás lidiar con eso, Potter?

—Pude con Voldemort, puedo contigo, Malfoy —dijo Harry, pegando su frente a la de Draco y dejando caer un suspiro—. Aunque creo que puedes llegar a ser una amenaza aún más peligrosa que él.

Harry tenía fe de esto ultimo; tanto Malfoy como Voldemort habían sido sus eternos enemigos. Y a pesar de que la rivalidad de escuela de ellos podría ser considerado una nimiedad comparando los varios intentos de homicidio de parte del Señor Tenebroso, Harry sabía que nunca había llegado a él realmente.

Voldemort había sido una amenaza exterior, ya eliminada. Draco siempre había estado ahí, paseándose majestuoso por los corredores, o en la cabeza de Harry, junto con miles de pensamientos de odio hacia su persona. Draco podía meterse bajo su piel, abrir sus costillas y apropiarse de su corazón. Así mismo que podía hacer lo que quisiera con él; desde estremecerlo con sus caricias hasta despedazarlo con sus propios dedos. Y eso le aterraba, porque pocas habían sido las veces en las que vio a Draco ser compasivo con alguien.

Tal vez Draco vio algo de ese miedo en su mirada, porque se inclinó hacia Harry y depositó un suave beso.

—Seré un buen chico —prometió, y buscando la mano de Harry con la suya, agregó:—. Ahora vamos, no queremos que el héroe se congele.

Harry le dio un empujón con el hombro, sin creerse del todo sus palabras, pero aún así dejó que Draco tirara de él devuelta al castillo. Las huellas de sus zapatos quedaron marcadas en los diez centímetros de nieve, no se molestaron en borrarlas.

De cuando Draco Malfoy abrió su corazón (involuntariamente). [Drarry]Where stories live. Discover now