36. Habia una vez... Inocencia...

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Había una vez una mujer... de armas tomar.
Tenía toda la inocencia de un ángel y toda la fuerza emocional de 8 tornados a todo trapo.
Como Aquiles tenía su talón y Sansón su melena, ella tenía su miedo, irracional, pero era su punto débil. Su forma de protegerse era hacer magia, desaparecía!! Para que volviera no bastaba con hacer Chass!! y aparecía a tu lado, no, no, no...
Había que cabrearla!! y eso... suponía un riesgo pero... créedme, merecía la pena correrlo. Aparecía con la fuerza de los 8 tornados, la mala ostia de 20.000 Pacos Umbrales el día que había ido a hablar de su libro, con la insolencia de un adolescente que cree que siempre lleva razón y lo sabe todo, pero también la acompañaban su inocencia y su miedo detrás de todo ese ejército armado hasta los dientes y destinado al más rotundo fracaso. Aunque eso a ella... se le olvidaba siempre. Un día, llegó un hombre, desnudo, sin armas fatales ni miedo, sólo tenía un arma escondida y también tenía un punto débil: ella. Otro día, ella hizo su magia, y él... utilizó la única arma que no mata: su paciencia y su inteligencia, utilizó lo único que sabía que funcionaría... cabrearla. Y vaya si lo consiguió!! Apareció todo el escuadrón sin intención del rompan filas. Él no tenía miedo, la conocía y derrotaría a todo ese escuadrón  de la muerte con su única arma, la única arma de construcción masiva: El AMOR verdadero.
Y así fué, fueron cayendo hasta llegar a su miedo, que ante tal arma también se rindió sacando un pañuelo de color arco iris. Él le tendió la mano ofreciéndole su vida para vivirla y acompañarse en ese largo viaje que es la vida.

ella...

que lo diga ella... que es quien escribe el final.

Los pensamientos de las mujeres Donde viven las historias. Descúbrelo ahora