Capitulo Único.

63 7 4
                                    

// Me he tomado la libertad de agregar el videopoema que me ha inspirado para que lo veáis antes o después de leer esta locura. Espero que les guste :3 //





Los dedos de Mark se pasean por su desastroso cabello verde con suavidad, y lo que más quiere Jack es inclinarse hacia su toque, pero hace uso de todo su autocontrol para quedarse quieto –con la falsa idea de que así convencerá a su novio de que aún está dormido. Porque sabe que en cuanto abra los ojos la realidad regresará, para recordarle que eventualmente va a tener que desenredar los brazos del torso de Mark y sacar el rostro del hueco de su cuello, que tendrá que separarse de él y acostumbrarse a los textos y las llamadas por skype durante meses indefinidos otra vez.

Sin embargo, al sentir la yema de los dedos del semi-asiático cosquilleándole sobre la piel expuesta de sus costillas, es capaz de olvidarse de eso último por un momento.

Sabe que Mark está tan desalentado ante la idea de salir de la cama como lo está él, su brazo alrededor de la cintura de Jack envuelto de manera protectora y a la vez posesiva. Le sujeta como si le preocupara que el segundo fuera a huir (como si eso fuera remotamente posible). Jack no puede evitar removerse ante esa idea –hacia Mark, hacia su cuerpo y su calor, deseando que se los tragaran las sábanas para desaparecer entre ellas y no volver. Al primero probablemente le pasa algo parecido por la cabeza, su agarre sobre la cadera del menor apretándose momentáneamente.

El aliento de Mark le cosquillea sobre la sien cuando habla. ― Seán...

Su nombre se queda en el aire, dejando tras de sí el implícito pero silencioso "tienes que despertar". Es bastante cruel e incluso irónico, el contraste que tienen los toques del moreno contra sus palabras. Jack se aferra con más fuerza a él, tan cerca que casi está montado encima suyo y con sus piernas entre las de Mark, tratando de ignorar las palabras no pronunciadas que le perforan los oídos.

Toda la situación es tremendamente injusta. Porque lo que ambos quieren es mantenerse unidos hasta que el hambre los obligue a alejarse de la cama, y Jack está seguro que incluso después de eso sería capaz de volver a ahogarse entre la almohada y los besos de Mark. Porque está cansado de pretender que no ve cómo los fans le coquetean a este con ojos esperanzados y sonrisas cargadas de ilusiones, de mantenerse callado cuando le preguntan si sigue soltero o negar lo que es real cuando se lo insinúan a sí mismo.

Porque la única razón por la que se encuentran en el mismo continente ahora mismo ha expirado y Jack tiene que tomar un avión para regresar a la otra punta del mundo en un par de horas.

Jack se atreve a abrir los ojos un par de milímetros, y a través de las pestañas se da cuenta (con amargura) de que el cielo se está aclarando y de que, en consecuencia, se le acaban las excusas para colgarse de Mark como el niñito necesitado que en realidad es.

Está consciente de lo egoísta que ha sido. Porque gracias a él, Mark se ha privado de gran parte de la socialización con amigos que no ha visto en meses, para estar con Jack. Porque no se ha quejado cuando la mano del peliverde busca la suya bajo las mesas (e incluso cuando se ha atrevido a hacerlo estando entre amigos de confianza) y se ha negado a soltarle. Porque, al igual que con todo lo demás, cada vez que Jack le rodea la cintura con sus brazos y alza el rostro para besarle, Mark sólo sonríe y lo acepta. Le ama, y Jack lo sabe. Se lo dicen sus ojos oscuros pero a la vez cálidos cuando se cruzan sus miradas, el afecto en su voz cuando pronuncia su nombre.

Sabe que Mark haría cualquier cosa por él y que hablaba con completa seriedad cuando dijo que estaba dispuesto a irse a Irlanda con él, y a veces le asusta. Es aterrador pensar lo comprometido que está con Jack, lo que está dispuesto a hacer por él y lo que ya ha hecho, porque le preocupa no poder ser recíproco ni poder igualar todo el afecto que ha recibido. Jack es incapaz de imaginarse alejándose tanto de su familia y sus amigos sólo por él; tiene claro que es capaz de hacerlo, pero no quiere agregar algo de tanto peso a su ya sobrecargada consciencia. Mientras cada átomo de su ser le pide a gritos que diga "ven conmigo", su cerebro le mantiene anclado a lo que es justo y lo que no.

Aquí nos quedamos los tristes. »Septiplier«Where stories live. Discover now