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Edición: 20/04/21

Número de palabras: 830.

Número de palabras: 830

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Extraña.

Si tuviese que describir su primera impresión al cruzar el umbral de la puerta de su nuevo hogar, utilizaría esa palabra.

El aspecto desgastado del exterior no contrastaba con lo que se encontraba frente a sí, en el recibidor las paredes pintadas de blanco recibían a los visitantes, dos aberturas hacia los lados en forma de arco daban paso a las otras dos estancias, y al final del pasillo una puerta de madera aparentemente frágil por el paso de los años.

Encaminó sus pasos hacia el ala izquierda donde se situaba la estancia principal, la sala de estar. En el centro había una chimenea tradicional, los ladrillos cubrían la parte superior y dejaban a la vista los restos propios de la ceniza bajo la superficie, los cuadros colgantes de las paredes hacían recordar a una época mejor e incluso gloriosa que antaño había desaparecido. Frente al televisor, no ocupante algo más de la misma altura que el sofá y los sillones, una pintura se ubicaba levantada sobre los mismos provocando un extraño contraste.

Continuó su recorrido con la mirada tratando de inspeccionar cada parámetro del dormitorio sin dejarse ningún detalle a visualizar, pasando la suela de los zapatos por la tarima de madera apenas audible a sus pies. La habitación contigua, la cocina, era algo más actual que lo que hubiese esperado desde el primer momento en que comenzó a imaginar. Los azulejos dejaban reflejo a la claridad que transmitían los ventanales, a su vez cubiertos por cortinas transparentes.

Depositó la caja que sostenía entre los brazos en una de las encimeras de mármol, acercándose de nuevo a la entrada por la puerta que conducía a la misma para tomar sus maletas y ascender las al piso superior. El eco de sus pasos sobre la crujiente superficie daba un efecto chirriante, similar al abandono de aquel lugar hacía demasiado.

Inspeccionó el piso superior en busca del dormitorio, palpando suavemente la pared con la yema de los dedos hasta detenerse en el primer dormitorio. Tomó el pomo de la puerta empujando esta suavemente hasta deslizarla al interior y observar el paisaje.

Paredes de tonos azules daban la primera impresión, una pequeña cama acomodada junto a la pared y la ventana sobre esta. En el lado contrario, un espejo apoyado sobre un mueble con varios cajones. Sin ánimo de realizar demasiadas actividades por el cansancio, se acercó hasta el extremo para observar el objeto reflejarlo y abrir los cajones en busca de algo interesante.

En el interior de estos, sus dedos hicieron tacto con algo más que el polvo al extraer una antigua fotografía que en algún momento habría tenido parte de color. Bajó la vista para observar a los integrantes de aquel recuerdo, la mayoría eran adultos de edad joven, pero entre ellos había una niña. A sus espaldas se encontraba la misma casa, y los individuos parecían mirar a lo que hubiese sido una cámara.

El ruido de la madera haciendo contacto en el suelo desvaneció todos sus pensamientos, tan solo obteniendo unos instantes para observar a su padre entrar cubriéndose las manos con unos guantes, seguramente para evitar el polvo.

—Parece que te ha gustado tu nuevo dormitorio.— la afirmación llegó como una brisa tenue hasta sus oídos— Todavía faltan cosas que dejar en el desván, pero lo haremos mañana. Cámbiate y baja, la cena estará lista pronto.—

El metálico sonido dando la despedida lo hizo soltar todo el aire retenido anteriormente, retrocediendo hasta el colchón donde el peso del cuerpo provocó que los muelles hiciesen su efecto. Entre sus dedos mantenía la imagen hallada anteriormente, examinando a aquellas personas con cierto interés.

La vibración de su teléfono le distrajo de aquellas posibles teorías, el poli tono indicando la entrada de una llamada inundó el silencio rompiéndolonde forma pausada y continua.

Durante la cena, el ambiente se mantenía tranquilo y casi silencioso a excepción del sonido del televisor y su padre contándole repetitivas noticias información

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Durante la cena, el ambiente se mantenía tranquilo y casi silencioso a excepción del sonido del televisor y su padre contándole repetitivas noticias información.

—El señor Andrysiak ha sido bastante amable al explicarnos todo eso antes de entrar. Por lo que ha contado, era el propietario de esta casa hasta hace quince años cuando decidió venderla y mudarse cerca de aquí.— entre las múltiples voces alzándose aquella información captó su atención, llevando a su mente a divagar hasta el hombre que los había atendido a su llegada. Recordó la foto hallada anteriormente en la planta superior, dibujando inconscientemente la silueta de aquel hombre sobre su recuerdo al encontrar similitudes entre ambos.

—Pensaba que esto estaba abandonado, habrían hecho más de una oferta hace bastante— se limitó a dar contestación dejando que el sonido artificial opacase de nuevo la conversación, dirigiendo su mirada al bosque situado junto a la casa al detenerse en la ventana de la cocina frente a aquel lugar, observando la apenas lucible claridad de un rayo permitir la observación de una silueta en el horizonte, con el susurro del viento encargado de arrastrar consigo el frío temporal.

𝑪𝒂𝒓𝒕𝒂𝒔 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝑨𝒊𝒅𝒆𝒏 (REEDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora