IV: El Color Verde Es Vida

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—Disculpa, ¿has visto a una chica por aquí? Es de piel blanca, cabello ondulado y castaño claro, ojos azules.

—No amigo. Lo siento.

Pete no encontraba a Cille. Se pensaba que había ido al sanitario o algo así, pero han pasado casi dos horas y no aparecía.

Pete llamó a su móvil, pero un extraño mensaje le impedía continuar la llamada. "El número que intentas marcar, se encuentra inhabilitado".

Todos bailaban y brincaban al ritmo de la música. Pete miraba a todos lados intentando encontrarla pero no lo lograba.

¿Dónde está Cille?

Jericho seguía en el escenario. Las cuerdas del bajo eléctrico en el poder de él, reproducían tonos melancólicos, su voz se volvía agresiva. Pete se comenzaba a desesperar.

Ella no estaba.

Nos han aventado, a aquella cueva fría donde están los lobos, en la cabeza de tus malditos.

En la cabeza pensadora del que fue un día tu amigo. Y me has vuelto la persona indicada

¡DE TU ESTUPIDEZ!

Y me di cuenta, que no soy más que una línea de tu libro...

— ¡Pete! —decía la dulce voz de Cille a lo lejos.

Después de varios movimientos de cabeza, él la encontró. Estaba en la parte trasera de la multitud, justo en el momento en el que Jericho terminaba de dar ese concierto emotivo.

Y ahí estaba Cille, sus ojos azules como el mar reflejando el rostro encantado de Pete.

Él le sonrió y fue a su lado, le tomó la mano y comenzaron a caminar por el Parque Navat.

— ¿Dónde estabas? Me diste un susto terrible —preguntó Pete.

—Lo siento, solo me desorienté un poco. Pero ya estoy aquí —contestó Cille posando su cabeza sobre el hombro de Pete.

Se detuvieron en medio del verde pasto, y ambos se recostaron ahí. Frente a ellos se ubicaba un pequeño río azul, perfectamente hermoso.

Miraban las copas de los árboles, Pete no dejaba de ver su sonrisa. Sus dientes blancos y labios totalmente rosados, así como la rosa que él le dio el diez de julio.

— ¿Crees que haya más vida después? —preguntó Cille sin borrar su sonrisa.

—Lo dudo Cille.

—Es algo que nadie lo sabe hasta ahora. Igual como un árbol, al envejecer y terminar muerto, en ese mismo lugar, uno nuevo nace de color verde. Después de todo, el color verde significa vida. ¿Lo sabías? —dijo Cille.

—Ahora lo sé, cariño. Ahora lo sé.

Ella Es CilleWhere stories live. Discover now