Capítulo IV

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Habían pasado aproximadamente 2.629.746 segundos desde nuestro primer encuentro sexual. Bueno, eso si pasara todo mi día a su lado, pero debo admitir que gran parte de mis tardes y noches las pasaba con él. Descubrí que Frank era divertido, que le gustaban los mismos juegos que a mí y que tampoco le agradaba la cerveza, que ambos compartíamos el amor por los animales y que ninguno de los dos había volado jamás en un avión.

Los padres de Frank vivían en Nueva York, en la zona de Queens. Él llevaba unos siete años viviendo por sí solo y trabajaba en el centro cultural, ganaba realmente poco y me preguntaba cómo pagaba su apartamento, la comida, los pasajes y los cafés, más no hice preguntas, no me gustaba hacer preguntas.

Por algún motivo Anthony Iero creía que el que yo fuera amigo de su hermano instantáneamente nos convertía en amigos también, porque desde que comenzó a verme más seguido en el apartamento de Frank, comenzó a sentarse cerca de mí en cada clase que compartíamos. Era un buen tipo y se reía mucho, me gustaba su forma de ser, pero tenía algo… algo que lo hacía diferente a Frank, quizá experiencias vividas o algo de madurez que aunque Frank no la demostraba, la tenía de todos modos.

Frank era… ciertamente la persona más divertida que había conocido, mis ratos con él jamás tenían silencios incómodos y siempre sabía qué decir y en qué momento hacerlo. Le gustaba cocinar y le gustaba cocinar conmigo, yo no sabía, pero gustoso revolvía el contenido de sartén mientras él picaba cebollas a mi lado.

Y todo era maravilloso, hasta que tenía que regresar a mi dormitorio de estudiantes, hasta que tenía que ir a clases o hasta que Frank tenía que ir a trabajar.

Hubo tardes de cálculo II en que me encontré preguntándome, por horas enteras ¿Qué teníamos Frank y yo? Jamás había tenido una relación como tal, jamás había tenido un amigo como él, con quien también podía tener sexo y darnos besos cuando queríamos. Y si no me equivocaba, eran los novios quienes hacían todo ese tipo de cosas.

En ese caso, ¿Frank y yo éramos novios?

Pero nadie se lo había pedido a nadie, entonces… ¿Éramos novios de todos modos?

Quizá Frank había estado esperando a que se lo propusiera, quizá, al ser yo el activo al momento del sexo tenía que tomar también esa posición al momento de la relación. ¿Era yo quien tenía que llevarla al siguiente nivel? Pero entonces…. ¿Por qué Frank no me había dado una señal?

Quizá me había dado la señal, pero yo no me di cuenta, y eso sería bastante probable teniendo en cuenta que soy un imbécil cuando de relaciones se trata.

Estaba en medio de mi debate mental, con el profesor de Estadísticas en medio de una animada charla cuando mi teléfono sonó. Era “You shook me all night long” de AC/DC. Eso era el tono que le había puesto a las llamadas de Frank, la canción me recordaba un poco a él. Me permití sonreír en lo que profesor interrumpía su charla para hacerme salir del salón de clases.

Confundido y contrariado hice caso a lo que pedía, nunca jamás me habían botado de una clase, pero supongo que para todo hay una primera vez. Hice una mueca y salí, más no alcancé a preocuparme mucho de mí asunto porque en cuanto cerré la puerta contesté.

— Frank, hola.

— ¿Estás ocupado? —preguntó él, yo sonreí.

— No, en lo absoluto —contesté, ambos sabíamos que era mentira.

Más él no haría preguntas y yo no diría nada más.

— Excelente, estoy cerca, en la cafetería —dijo al instante, también era una mentirilla blanca.

60 segundos ・ frerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora