1. Ahora quiero otra cosa

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Una imagen del bombón de nuestro libre en multimedia: James.

Sin darme cuenta, el verano se había pasado en un instante: las fiestas, levantarme al mediodía, la playa, el sol, no tener que preocuparme por absolutamente nada... no podía creer que ya había regresado. ¡Pensar que el día anterior me despedía de las hermosas playas francesas de Montecarlo! Lancé un suspiro al aceptar que esa no era la realidad que ahora me tocaba vivir. De aquello sólo me quedaban los recuerdos y, obviamente, las miles de fotos que saqué.

El instituto, como siempre, olía a monotonía, rutina, trabajo duro... y lo peor era que no había señal de Emma ni de Jane por ningún lado. Yo sabía que con ellas el panorama no se me presentaría tan gris. Las extrañaba tanto que por ellas podría resignarme a dejar Francia...

El estacionamiento estaba casi repleto de autos, las personas se movían en todas las direcciones conversando entusiasmadas con sus amigos. Todo era normal hasta que llegó el conocido Audi blanco de Henry Simmons. Mark, Derek, Roy y Nate bajaron del auto y, con ellos, los rubores indisimulados de las chicas, derretidas por sus encantos.

Todos ellos mostraban sus usuales sonrisas resplandecientes que eran capaces de encandilar a quien las mirase. Era eso y, claro, el hecho de que eran los mejores jugadores de rugby del equipo del colegio.

Yo estaba enfrascada en mis pensamientos cuando vi que Mark me sonreía. Con su cabello castaño oscuro y su porte de modelo, miraba en mi dirección agitando su mano en forma de saludo. El resto de los chicos se giraron e hicieron lo mismo. Fui consciente de la envidia que las chicas sintieron por mí en ese momento. Las más jóvenes, especialmente las nuevas, no disimularon al mirarme y susurrar. Sin embargo, no me podía importar menos. Eso era parte de ser una de las chicas más conocidas del instituto. No podía agradarle a todos.

Mi sonrisa de vuelta a ellos se vio opacada por una mueca de desagrado por lo que acababa de ver. De repente, los "chicos malos" del colegio -si es que se le puede llamar así a un grupo de delincuentes con complejo de superioridad- aparecieron en el estacionamiento para hacer un contraste perfecto de la aparición de los populares.

Solo coincidían en que sabían llamar muy bien la atención.

El reconocido Jaguar de Caleb y la motocicleta de Félix aparcaron en el lugar que les estaba reservado especialmente. Del auto oscuro comenzaron a bajar los miembros del grupo. Se abrió la puerta de atrás dejando ver primeramente unas piernas largas y sexys apenas tapadas por una falda de jean diminuta. Aquella era Tiffany. Enseguida bajó Sasha, su gemela, quien lucía exactamente igual pero con ropa de diferente color. Luego, con aires de superioridad e indiferencia bajó Cloe, vistiendo igual que una chica ruda de las películas.

Por supuesto manejando el vehículo iba Caleb y, junto a él, iba su fiel acompañante, James Abbot. Lo hacía sin darse cuenta, pero al acomodarse su chaqueta al bajarse del auto, atrajo para sí todas las miradas. Su cabello castaño claro, justo en el límite de rubio oscuro, se despeinaba a causa de la brisa. Al mismo tiempo sus ojos, cuyo azul solo podía ser comparado con el del Mar Caribe, miraban con apatía y desinterés todo lo que le rodeaba. De haber pertenecido al grupo anterior, hubiera generado las mismas risitas nerviosas. Sin embargo, en lugar de eso, su expresión neutra sólo podía causar un breve ataque de pánico.

Con tan solo mirarlo, mi mandíbula se contraía y mis puños se cerraban. Hacía mucho tiempo que no lo veía... no había cambiado ni un poco, aun mantenía su actitud molesta y petulante.

Ellos se abrieron paso como si fueran los reyes del colegio. Caleb, a la cabeza, tomaba de la mano de Tiffany; Félix, alegre, hablaba tranquilamente con James mientras Sasha rondaba a su alrededor, desesperada por llamar la atención de los chicos, pero sin lograrlo. De no ser porque despertaba un odio particular en mí, le habría tenido lastima. Parecía tan desesperada que era vergonzoso verla. Cloe, en cambio,  iba concentrada en su teléfono. Caminaba mirando el suelo hasta que Felix la abrazó amistosamente por los hombros, ante esto, ella salió de su burbuja y lo sujetó por la espalda devolviendo el gesto de cariño.

Por un besoWhere stories live. Discover now