Depresión, ansiedad y fobia escolar

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Me gustaría contar tantas cosas... Cosas dolorosas que no puedo expresar y cosas que por proteger a los demás no me atrevo a contar.

Sufrir depresión, ansiedad, fobia social y escolar, entre otras, hace que viva y sufra de forma distinta. Parece ser que, en mi entorno eso les exime y sirve de excusa para seguir actuando de ciertas maneras.

Normalmente, si trabajas puedes pedir la baja por depresión, tomarte tu tiempo, descansar, curarte... Pero si estudias eso es algo más complicado.

Tener que estudiar con estos problemas es algo difícil, ya sea por la enfermedad, la actitud que emprende la escuela o por cómo se lo toma la familia.

Llevo tres años con depresión, la ansiedad y las fobias vinieron de la mano. Sé la causa y los motivos que me han llevado a sufrir esta enfermedad. Tienen nombre propio.

Pero, cómo la supero?

Apoyo, crítica y actualidad

Existen personas escépticas con las enfermedades mentales. Algunas no logran comprenderlas y otras se niegan a entenderlas.

Hay gente que dispone de una gran suerte.  Tienen una familia que les ayuda, escucha y  les da apoyo. Mi suerte no es la misma.

Mi padrastro no cree en las enfermedades mentales, dice que son cuento y falta de valentía. Para él los psicólogos solo quieren sacar dinero a las personas que sufren.
Mi hermana sufrió fobia escolar en primaria y aún así, a veces parece que se le olvida.
Mi madre se resigna, no quiere entender lo que me pasa o no quiere asumirlo.

Generalmente callan y dejan que pase el tiempo, pero me ven sufrir.

Me dicen que me anime. Me dicen que estoy en los mejores años de la vida y que me la estoy perdiendo. Me dicen que vaya al cole. Me preguntan qué pueden hacer para ayudarme.
Me dicen que no me quiero ayudar. Me gritan que para qué quiero una mochila si no la voy a usar. Me gritan que soy una egoísta. Me gritan que no me da la cabeza. Me gritan "llora!". Se burlan de la ansiedad. Me insultan y menosprecian.

A los dieciocho años, ingenua e inexperta, estaba convencida de que las personas cambian, escuchan y aprenden. Es muy difícil intentar mejorar cuando tu entorno no hace más que hundirte, así que decidí hablar con mis padres para que me ayudaran.

Ya había tratado de hablar con ellos antes, pero resultó hacer el efecto contrario. Se ofendieron y empezaron a menospreciarme.

Esta vez no podía dejar que se ofendieran, ya que las consecuencias serían peores. Con la madurez de dieciocho años y como si se tratara de niños pequeños, intenté hacerles entender, cuidadosamente, que sus comentarios y palabras me herían, no me ayudaban y me impedían avanzar.

No pedí que me apoyaran, no pedí que me entendieran, simplemente que no me molestaran.

Su respuesta fue agradable pero efímera.

Después de muchas conversaciones, disgustos, discusiones, bajones y gritos, me di cuenta de que, definitivamente, no podía contar con mis padres.

Hay personas capaces de cambiar y de mejorar cada día, pero otras no pueden hacerlo. No es justo pedir que lo hagan por el mero hecho de que te hagan daño. Podría ser la edad, las circunstancias, la forma de entender la vida que tenga cada uno, lo que sea. Lo mejor en estos casos es alejarse.

Si esas personas son tus padres y no puedes apartarte, qué haces?

Cada día que pasa analizo y pienso sobre las cosas que me hacen sufrir y mis inseguridades. Qué puedo cambiar para mejorar mi estado?
Qué puedo hacer para evitar los ataques de ansiedad? Qué puedo hacer para sentirme más segura? Tengo claro lo que me pasa e intento luchar para solucionarlo.

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