Allegro Appassionato

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Allegro Appasionato
El novio del día a día.

El allegro appasionato es quizás la faceta más normal de Yuri.

Normal, hasta que encuentra a las malditas brujas mironas, tira calzones.
Pero lo primero es lo primero.

Las 9 de la mañana en el hogar Altin-plisetsky, un día sábado.
Otabek despierta, en tanto Yuri sigue durmiendo, prefiere no despertarlo porque sabe que levantar a su novio un día sábado temprano por la mañana, es sinónimo de tener un gato gruñón contigo todo el día.

Sale de la cama en un completo silencio, tratando de hacer el menor ruido, pero no contaba con que el juguetito de hule, de esos que cuando los aprietas suena, en forma de pescado, perteneciente al gato del rubio, estuviera al pie del baño.

Yuri no se habría despertado de no ser, porque el susto que le ocasiona a Otabek pisarlo, hace que se golpeé en el dedo chiquitito, contra la pata de la mesa que estaba justamente al lado.
-¡OTABEK!-

Y Otabek cerró la puerta, momentos antes de que un cojín impactare de lleno contra esta. .

Al cabo de un rato, salió del baño, con su pelo mojado y su trabajado torso estaba al descubierto, ante la vista del ruso.
Yuri se sentía el chico más afortunado del mundo, ¡Es que vamos ese kazajo era todo un espectáculo!.

-Yura, tengo que comprar unas cosas, ¿Quieres ir conmigo?- le dijo sentándose a su lado de la cama.
Pero aquel no respondió, haciéndose el ofendido.
-Iré a comprar ropa.

Y el rubio sabía que eso significaría, malditas brujas mironas, tira calzones,
Y él debía cuidar a su kazajo.

Asi que en menos de media hora ya estaba listo.
-Yura ni te bañaste- fue lo primero que le dijo al verlo entrar a la cocina tan rápido.
-No pienso bañarme, ¡Me desgasto!.
-jaja Yuraaa.

Momentos como esos, le recordaba a Otabek que Yuri tiene 16 años, con todas las mañas propias de los adolescentes.

Lleva puesto, unos pantalones ajustados negros, una polera gris con un gran tigre y su casaca animal print.
Ató su cabello en una coleta, porque si este era rebelde cuando estaba recién lavado, aún más lo era cuando no lo estaba.

Tanto Yuri como Otabek, no son personas que suelan sonreír, sin embargo cuando estaban juntos, en algo tan sencillo como ir de la mano, sus sonrisas bonitas auténticas no se dejaban esperar.
Y el menor, en una costumbre de chiquilín, gusta de tironear a Beka por todos lados y él feliz dejaba ser llevado.
Además, el menor, sabe las tiendas que a su Beka le conviene o no.

En la mayoría había puras malditas brujas mironas,  tira calzones.
Sabe, que hace poco,  había abierto sus puertas, una nueva tienda, de ropa para hombres, atendida exclusivamente por hombres.
Que claro, en teoría no mirarían su Beka, solo en teoría.

-Ota, vamos a una tienda nueva, la semana pasada fuimos con el calvo y su cerdo- le dijo muy confiado.
Y no lo dejo ni opinar, cuando ya estaban en el interior de aquel lugar.

La tienda en si era muy bonita,
Otabek escogió, más bien Yuri, muchas playeras y shorts para que se probara.
Y lo habría acompañado al probador, si no fuera porque, Yakov justo lo llamó a su celular.

La cosa iba para largo, así que pidió ayuda a uno de los caballeros que allí atendían para que asesora a su novio.
Claro error.

De todos lo que había en aquella tienda, justo tenía que escoger, para que ayudara a su Otabek, al más corre manos de todos

Tanto así, que al poco tiempo, pilló al caballero dándole un palmada a su novio en pleno trasero, para según "testearle" como le quedaba el short.

-¡Mierda, deja de manosear a mi novio!!-
Aquello, incluso el propio Yakov lo escuchó.

-¡Otabek ponte tu ropa, nos vamos!-
-¡Y tú degenerado de mierda!- amenazándolo con un dedo y luego indicando a Otabek- ¡Que te que claro que ese trasero es MIO!
-Si claro, como si tu fueras el seme de su relación, ¡ajajaj no me hagas reír!- contestó burlonamente el hombre.

Yuri supuso, a lo que se referiría, y estaba punto de golpear su entrepierna.
Pero Otabek fue más rápido y llevo al menor, cual saco de papas al hombro..
Mientras le gritaba las groserías,  que conocía en su natal ruso mezclado con kazajo y hasta ingles.
Otabek lo cargó, hasta los estacionamientos, siendo observados por todos los allí presentes.

-¡Beka por la mierda, debiste dejar que lo pateara!
Trato de zafarse para volver a la mocha, pero el mayor alcanzó a atajarlo, abrazándole por la espalda.
-Amor, tu sabes que soy solo tuyo- susurro en su odio, hablándole con mucha dulzura.
-¡Mío, Mío!.- le respondió éste, dándose vuelta y tomándole de la chaqueta para atraer sus labios y unirlos con los suyos.
-Tuyo, tuyo- repitió el kazajo, entre besos.

Tuyo, tuyo, para siempre tuyo.

Tres Yuris Para Un Solo OtabekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora