Aliento de mierda

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Advertencia: Vocabulario ofensivo y referencias sexuales(?
Historia YuuMika / MikaYuu

Desde el punto de vista de Mikaela

Poco después haber huido gaymente de Yūichiro, logré escapar de René y Lacus abarcando uno de los sanitarios masculinos a pesar de que suena imposible semejante tarea, pero logré llegar de la nada a mi hogar justamente dos horas después de haber llamado Krul por medio del celular sin mencionar que la conversación fue algo así:

—¿Mamá, puedes venir? He tenido un pequeño percance y.. desearía que por lo menos te preocuparas por mi y me recogieras de este infierno de instituto—mi voz desde la otra línea seguramente sonaba como si yo estuviera dando a luz en ese momento, los pasos que sonaban fuera en el pasillo no ayudaban en nada en ese preciso momento, en el tono de mi voz había pánico y no, no estaba en medio de un apocalipsis zombi.

—Oh no, ¿eso quiere decir que mi bebé otra vez ha comido algo que le ha hecho daño? Mikaela ya te dije que eres intolerante al gluten y las cosas que contengan leche, ¿necesitas un cambio adicional aparte de tu uniforme, amor?—del lado de la otra línea su dulce y angelical voz transmitía paz para mi aunque para otros era desconocido el por que de su tono al hablar.

—¡Madre, no es eso! No! ¡Estoy atrapado en uno de los cubículos del baño del instituto pero no por esa razón! Me.. acosa alguien a quién desprecio—a veces la voz de mi madre alias Krul la vampira enana era chillona y bastante dulce para mi gusto, no la soportaba cuando me llamaba "bebé" o "pequeño amorcito chillón", pues cabe recalcar que era soltera y ella me amaba con todo su corazón, yo era algo así como "el niño mimado de mami", cosa que no me llegaba a molestar en un principio, sin embargo las pequeñas palabras cariñosas de mi madre siguieron un rumbo del cual nunca pude sacarle de su cabecita.

—Oh bueno Mikaela, no me llames si no es una emergencia, como sea; debo arreglar unos asuntos con la madre de Yuichiro, ¡Iré por ti en unas horas, besos a mi tierno bebé!—poco antes de haberme colgado, juré oír un chasquido de lengua bastante ruidoso y molesto al otro lado de la línea del teléfono, sin duda eran mi madre y las cotorras de sus amigas, sin mencionar que dijo plenamente madre de Yuichiro, la cuál no me sorprendía; ya que no era una sorpresa que Hiragi Shinya no era una mujer a la edad de los casi 28 años con un matrimonio arreglado con quién juraría que era Ichinose Guren, primer y único maestro de educación deportiva aquí en el colegio Royal no Sanguinem, ¿y como es que yo conocía a la primera pareja homosexual felizmente casada dentro del colegio? Fácil.

Hiragi Shinya, era el encargado y el encabezado en el área de prefectura en toda la escuela, podría ser que si era estricto con el alumnado más sin embargo siempre era debido al cascarabias de su marido, por dentro podía ser un algodón de azúcar bastante meloso con todo el mundo a su paso, cosa que la mayoría se aprovechaba de esto al ser tan blando con los demás a pesar de siempre ser visto canturreando por los pasillos el nombre de su molesto y exasperado esposo, me daba asco de tan solo pensar las cosas que hacen al llegar a su hogar, que asco.

Volviendo al tema, mi llamada con Krul se dio por terminada acompañado de un breve pitido, todo esto era muy genial, la batería de mi movil había muerto poco después de la llamada, algo muy predescible y tan normal como decir que la madre de Yuichiro es un él  y  poseía un miembro viril, alias Hiragi Shinya es un hombre y por lo tanto los hombres tienen pene y él no era la excepción.

Todo el aire aprisionado en mi pecho salió en un pequeño suspiro, el simple hecho de encontrarme en medio de un cubículo sanitario no me había agradado del todo, si el estar rodeado en multitudes de gente, estar bajo presión y ser víctima del acoso no me gustaba, entonces la humedad, el mal olor del lugar y los ruidosos pasos (que seguramente eran de mis perseguidores) que provenían del pasillo eran aún peor, no me servía de nada tener fuerzas y una agilidad que me salvase de ellos.

Oxigenado al cuadradoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant