Mordí mi labio con fuerza para retener mis gemidos y mi cuerpo comenzaba a doler de lo tensa que estaba por mantenerme quieta.



Me miró con una sonrisa mientras seguía jugando con mi cordura. No me avisó, simplemente enterró sus dedos en mi interior.



Retuve el gemido y mis músculos se contrajeron aún más, parecían arder de lo tensa que me encontraba. Comenzó a meterlos y sacarlos sin piedad de mí, cada vez aumentando más la velocidad.



Su mirada no se desviaba de mí, parecía disfrutar de mi sufrimiento. No pude evitarlo más y me retorcí gimiendo con fuerza.



-¡¡Daddy!! -Apreté mis labios rápidamente, regañándome a mí misma por no poder aguantar.



-Te lo advertí. Ahora tendré que castigarte. -Habló y sacó sus dedos mirándome serio.



Se limpió chupando sus dedos y se desabrochó su cinturón. Se acercó a mí y desató mis manos, me tomó de las mejillas con fuerza y me hizo mirar a sus ojos.



- Quiero que te pongas en cuatro, ahora. Has desobedecido a Daddy y debo castigarte por ello. -Me soltó y se arrodilló frente a mí.



Me coloqué dándole la espalda en la posición pedida mirando hacia la cabecera de mi cama. Giré mi cabeza y lo observé mientras se quitaba su camisa y sus pantalones.



-Cinco golpes, quiero que los cuentes. Si no obedeces te daré cinco más. ¿Entendido? -Asentí.



-Si, Daddy... -Trague saliva y el primer golpe impacto contra mi trasero. -Un...no- otro golpe impactó y con más fuerza. -Do... Dos. -Y así hasta llegar finalmente a cinco.



Mi trasero ardía como el infierno, mis ojos estaban llenos de lágrimas, mi cuerpo estaba adolorido por lo tensa que estaba y aún estaba frustrada.



Me di vuelta a gatas y me reposé sobre mis rodillas. Me tomó de la barbilla y me dio un pequeño beso en los labios.



-Muy bien, ahora podrás probar el dulce de Daddy. -asentí y bajé sus bóxer.



Lo tomé con ambas manos y comencé a dejar pequeños besos. Jadeos salían de sus labios mientras tomaba mi cabello para sostenerlo y que no me estorbase.



-Así es, buena niña, Candy. -lo metí en mi boca y comencé a chuparlo con fuerza. De vez en cuando lo observaba y me deleitaba al ver como su cabeza se tiraba hacia atrás y gemidos roncos salían de sus labios. -Joder... Nena... -Cada vez comenzaba a chupar más rápido y con más intensidad.



Al notarlo comenzó a apretar mi cabello y a mover sus caderas, follando mi boca con desespero.



-Maldición... -su voz ronca era tan excitante. - Candy... -me alejó con cuidado y lo miré confundida. -No quiero correrme aún -me recostó nuevamente y se posicionó sobre mí.



Comenzó a frotarse contra mí centro, logrando que me mojara cada vez más mientras sus labios atacaban mi cuello con desespero.



-Daddy... -me quejé -por favor... -Él rio ante mi desespero.



-Pídele a Daddy lo que quieres nena.



-Follame Daddy.... Follame, por favor.-Supliqué apretando su espalda.



-Con gusto dulzura. -No dijo nada más y entró en mi con fuerza. Mis dedos se enterraron en su espalda, apretando su piel mientras que mi cuerpo se encorvaba un poco, logrando oír sus gemidos. -Joder... Eres mi maldito cielo, nena...



-Daddy... -Moví mis caderas incentivando sus movimientos, él comenzó a moverse con fuerza y desespero, ambos estábamos igual de necesitados. -¡Sí! ¡Daddy! ¡ASÍ!



-Eso es nena... Gime para Daddy...



Sus labios apretaban la piel de mi cuello con fuerza, sus manos magullaban mi trasero y las mías arañaban su espalda con fuerza. Seguramente le quedarían marcas notorias al igual que a mí.



La cama chillaba con cada movimiento que nuestros cuerpos daban. No me arrepentía de haber aceptado que sea mi Daddy, era un dios en la cama y de verdad que no se comparaba con mis primeras experiencias.



Nuestros cuerpos sudaban y los gemidos eran cada vez más fuertes, estábamos por llegar. Una ola de placer se apoderó de mi cuerpo y me retorcí al sentir como llegaba al preciado orgasmo.



- ¡DADDY! - mis uñas parecían fusionarse con su piel. Él dio un gran gemido en mi oído anunciando que también había llegado.



-Joder... -nuestras respiraciones estaban agitadas y nuestros cuerpos agotados, al igual que cansados. - Eso fue increíble... -Mordió su labio y me dio un corto beso en los labios.



-Eres el mejor Daddy... - Sonrió y ocultó su rostro en mi cuello, dejando pequeños besos. -No me dejes nunca, por favor... -aún no había salido de mí y no me importaba.



-Pues Daddy jamás te dejará. -Sonreí ante sus palabras. -Debemos agradecer a Jade por dejarnos solos. -Reí divertida y él me observó con una sonrisa.



La perilla de mi puerta comenzó a girar. Ambos nos observamos asustados. Jade se había ido, lo que significa que mi madre había vuelto...



- ¿Lu?




















Sweet Candy © |njh|Where stories live. Discover now