II

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Se encontraba algo extrañado respecto a que la mano de su casi prometido se alejara tan bruscamente de la suya, pero no entendió lo que ocurría sino hasta después de oír como le llamaban "patético." En ese preciso momento pudo sentir como un gran peso yacía en su pecho acompañado de una fuerte presión en el estómago. ¿Qué estaba ocurriendo? No podía creer que le estaban rechazando después de todo, ¿qué debía hacer? No quería llorar pero las ganas de hacerlo lo estaban venciendo, era difícil controlar una pena de esa magnitud.
Escuchó atentamente cada palabra fuerte y cruel que el joven castaño le dictaba, sin mirarlo, estaba perdido en un punto incierto de la habitación tratando de convencerse por completo de todo lo que estaba pasando e intentando reunir la fuerza para poder volverse en pie y marcharse, se sentía terrible, por poco su mundo se estaba desmoronando; probablemente no había sentido algo así ni en sus peores discusiones así que no tenía idea de cómo afrontarlo.

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El momento se volvió incómodo, intentó aguantar la risa, el corazón se le estrujó, ¿ahora qué hacía?
Lo invitó a pararse tomando su mano y tirando un poco de él, aunque no se veía tan cooperativo. Ya teniéndolo de pie, se acomodó detrás suyo para abrazarlo y regar besos en la zona baja de su oreja, pasar al cuello, para terminar en su hombro, pidiendo disculpas por adelantado.

Tranquilo... Por favor perdón, estaba bromeando, admito que me sobrepasé.

Mencionó con tristeza y una diminuta sonrisa adornando sus labios.

Mi amor, juro no volver a hacerlo. Estar contigo es maravilloso, es único; tu sonrisa, tu risa, tus locuras, tu carita de pena... Dime que vas a disculparme por tan pésimo juego, cariño. —

Las yemas de sus dedos pasearon por cada resquicio de su cuerpo. Lo tomó de la mejilla para poder ver esos hermosos ojos oscurecidos.

Soy tuyo. —

Y lo besó tal y como Jeon lo hacía siempre, con la misma intensidad y cariño que el mayor normalmente le brindaba.

Tuyo. —

Añade, queriendo trasmitir las penas en cada roce.

Sólo tuyo... si te enfadaste, lo entiendo.

Volvió a su posición inicial, frente al chico de cabellos negros; juntó sus frentes y respiró hondo.

Mi vida, acepto. Te acepto, te anhelo vehemencia, te amo. Pero ahora, ¿me aceptas a mí después de semejante teatro?

Volvió a tener la cajita entre las manos, sosteniéndola frente a los dos.

Sé que fui un tonto, lo lamento... Realmente se me pasó la mano.

Infló las mejillas y posó un beso en el tersa piel ajena.

— ¿Me perdonas? Todo lo anterior fue mentira, tú estás consciente que te amo más que a mi propia vida, y que daría todo por verte feliz... y yo estar a tu lado, para vivir todos los días del resto de nuestras vidas juntos como una pareja felizmente casada. Te amo, te amo como no tienes idea, Jeon JeongGuk.

Dicho esto, llevó su mano libre hasta el rostro impropio y depositó un último beso en aquellos finos labios que eran su adicción.

Te amo, y lo único que quiero es compartir mi alma, corazón y vida entera, sólo contigo...

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Levantó el brazo apoyando el dorso de su mano en la propia rodilla con la intensión de pararse, pero antes de que su acción pudiese verse ejecutada sus ojos divisaron aquella fina prolongación que lo había soltado antes. Miró al dueño de la misma y viceversa unas cuantas veces dudando en si tomarla o no pero por educación aceptó la ayuda.

Gracias por ser tan directo, Tae.

Mencionó como pudo antes de intentar irse, acción que se vio frenada también por el mismo sujeto que esta vez le abrazó y además procedió a propinarle besos, lo cual volvió a confundirlo; no entendía por qué luego de semejante rechazo el muchacho se comportaba tan afectuoso y la verdad es que tampoco quería saberlo, simplemente se dejó hacer, necesitaba algo de cariño incluso si venía de la misma persona que le había roto el corazón.
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Metafóricamente hablando, sintió que el aire había vuelto a su cuerpo por saber que todo era una broma. Después de todo eso, resultaba que aquel chico que ahora mismo estaba odiando, estaba jugando.

¿En serio pretendes que te perdone algo así como si nada? ¡Eres un sinvergüenza!

Refunfuñó antes de ser callado por el dulzor de los finos cerezos impropios.

Hm. —

El dorso de su diestra viajó esta vez hasta el rostro del moreno, posándose en el pómulo correspondiente para darle una tersa caricia.

Supongo que… no puedo enojarme, no ahora. —

Esperó pacientemente  que aquel hombrecito apelase contra su defensa y además, aceptara esta vez, realmente, su propuesta para poder seguir con el paso más significativo;
tomó la caja nuevamente, retirando el anillo de la misma para volver a su antiguo puesto frente al chico, arrodillado ante aquella fina y preciosa figura; sujetó nuevamente su mano izquierda e introdujo el objeto en el dedo anular con bastante cuidado.

Bien, graciocito, ahora estamos oficialmente comprometidos… gracias por aceptarme cariño, no te imaginas lo feliz que me haces con esto. —

Rápidamente encajó sus belfos con los ajenos, comenzando así lo que sería un apasionado beso segundos después. Sus ojos aún retenían lágrimas que pensaban salir de pura alegría, lo cual en un momento cambió ante los segundos que algo dentro de su pecho estuvo destrozado. Podía haberse enojado terriblemente con el dulce niño entre sus brazos, pero simplemente no podía. No, no con quien ahora era su prometido, no con quien próximamente compartiría el resto de su vida.

No con el dueño de su cuerpo, alma y corazón.

No con su hilo rojo, su destino. El amor de su vida.

 El amor de su vida

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Almost Married! KookV | Two-shot.Where stories live. Discover now