"Con tan sólo una mirada"

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Ella se apresura a tomar el colectivo. Con todos los cuadernos en sus brazos (libros de medicina, apuntes, cuadernillos) le cuesta caminar, y mucho más correr. Pero eso no le impide, llegar a tiempo.

Él no se apresura a tomar el colectivo, le gusta ir tranquilo, y relajado. Su caminar es lento, y sus brazos van cargados, tan sólo por una lapicera, y una hoja en blanco. Él a lo lejos, le llama la atención el pelo dorado de una chica que subía al colectivo.

Al principio creyó haberla visto antes, pero su pensamiento fue interrumpido cuando ella, se queja al darse cuenta, que no tenía cospel ni plata suficiente para comprarlo.

Con un gesto amable, él se dispuso a pagarle, sin compromiso. Lo cual es raro, porque nunca fue de hacer éste tipo de cosas, ya que cuando alguien no tiene cospel, él es el primero en bajar la cabeza, y pasar al fondo del colectivo, para estar tranquilo y que nadie lo molestara.

Pero ésta vez fue distinto.

Ella sonrió agradecida, y cargada de libros, se sentó en el primer asiento libre que vio. Mientras que él, se sentó un poco más atrás, sin perder la mirada en su cabello, lleno de rizos dorados.

Lo más curioso es que los dos van a la misma universidad. Lo cual es raro, ya que aquella vez, fue cuando interacambiaron miradas, dejando de ser desconocidos, para ser, como dicen ellos "él del colectivo" o "la del colectivo".

Todas las mañanas era lo mismo, se miraban, se sonreían, y se sentaban en lugares separados. Nadie los entendían.

Hasta que un día, ella se dispuso a romper el hielo, y decidió sentarse al lado de él. Lo cual fue algo vergonzoso, porque siempre subía al colectivo primera, ya que el chico de ojos marrones, siempre esperaba a que ella subiera, para luego él subir. Creanme que él se quedó totalmente atónito, cuando la vió cambiarse de asiento, al lado suyo, y también creanme cuando les digo, que ella se había puesto roja como un tomate.

Ese fue el día donde sus palabras comenzaron mezclarse, en una charla divertida, y amistosa en donde ninguno de los dos, era capaz de acabar. Les pasaba muy seguido que al no poder terminar conversaciones en esa misma mañana, las continuaban al otro día, a la misma hora, en la misma parada del colectivo.

Con el tiempo, podría decirse que se hicieron muy amigos, aunque para él era una amistad falsa o imaginaria, ya que sus sentimientos hacia la chica de rizos dorados, eran muchos más fuertes que la de una amistad. Aunque jamás seria capaz de declararse ante ella, ya que tiene miedo a perderla y alejarla... para siempre.

Puede que su pensamiento sea algo tonto o de cobarde, pero a él nunca le fue bien con su confianza, ni con sus sentimientos. Por lo que decidió cayar, y esperar a que el tiempo pasara. Para la mala suerte de ambos, es que ella está en la misma situación.

Un día lluvioso de otoño, en donde las mejillas y las puntas de las narices de todos, se ponían rojas, por el frío, ella decidió sentarse en otro lugar, el único libre, al lado de un chico alto y castaño. Ya que nuestro chico de ojos marrones, se retrasó, y llegó justo para verla a ella como sonreía y se presentaba con otro, que no era él.

No se si fue impulso, o la tensión de sus sentimientos hacia aquella chica de rizos dorados, que no pensó ni dos veces en presentarse al frente del otro. Su saludo sonó suave y tranquilo, pero por dentro una nube negra destruía cada parte de su corazón.

Ella notó la tensión y malestar de él, por lo que decidió pararse (al mismo tiempo que se despedía del otro) mientras que el colectivo seguía en movimiento, y no pudo evitar toparse con los ojos marrones de aquel chico que alguna vez conoció. Lo cual, le hizo darse cuenta, que con tan sólo una mirada, podían decirse miles de cosas y sentimientos, lo cual provocó dolor de estómago en ambos.

¿Y saben quien los ayudó para hacer el siguiente paso?

El colectivo. Que con tan sólo un movimiento, hizo que ella perdiera el equilibrio, y que él la sostuviera, logrando que sus labios se unieran, en un suave y tierno beso.

Mine🖤

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