Uno

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Lo he vuelto a soñar. Ahí estaba, en ese momento. Cuando me llamó el viento. Esa voz y esas letras... No me dejan tranquila. Me despierto, sacudo mi cabeza y salgo de la cama para empezar un nuevo día. Son las once y cuarto. Recuerdo que a las doce debo ir a la psicóloga, quién me ha estado ayudando a superar mi trauma. Desayuno, me arreglo y observo el espejo. Ahí estoy yo, una chica de estatura baja, pelo blanco (es natural) liso, piel muy clara y heterocromia completa en los dos ojos. ¿Qué es eso? Según me dijeron, es una anomalía de los ojos en el que las iris son de distinto color. Yo tengo uno azul y otro rojo. La experta dice que es raro tener eso y más uno de color rojo. Esto me pasó después de la muerte de mis padres, pues fue causa del trauma. La médica tampoco entiende mi obsesión por la tonalidad blanca. Me gusta llevar vestimentas blancas, y no de otro color. ¿Qué problema tiene? Ella lleva una bata blanca y no me quejo. La experta me dice que salga a la calle, hable con mis familiares... Pero yo estoy mejor sola. Me siento bien así, no necesito a nadie. He querido decírselo numerosas veces, aunque no he sido capaz. Ella cree que estoy progresando y seré una joven normal de su edad. Se equivoca. Me da igual tener una enfermedad mental, yo estoy bien estando sola.

Llegué a la consulta media hora antes de mi cita. Soy alguien muy puntual, prefiero llegar antes si es necesario. Llamo a la puerta, esperando respuesta. Alguien abre avisando de que podía pasar. Entro y observo la sal que he visitando durante meses. Está todo pintado de blanco, incluido el suelo. En medio hay dos sillones, uno para el psicólogo y otro más grande para el paciente. La experta* me saluda con una falsa sonrisa y nos sentamos en las respectivos asientos. Ella se llama Fraya, y parece que tiene casi cuarenta años. Es rubia, de ojos claros. Tiene un cuerpo rellenito y de gran corpulencia, por no hablar de su altura. Viste con su bata abierta enseñando su camisa con escote. Al principio me dio bastante miedo, aunque ya charlo con más naturalidad con ella.
-Buenos días, Humedras, ¿cómo estás?
-Bien...
-Me alegro mucho -sonríe. En su regazo estaba mi expediente en un portafolios, y escribe algo-. Hace tiempo empezamos con tu terapia. He de decirte que hoy será la última. Has avanzado mucho y creo que no soy necesaria para ti.
Asiento mientras me acomodo en el sillón. Por mucho que lo intento me sigue molestando.
-Aunque bueno... Esta es tu personalidad, no puedo hacer nada para cambiar eso. Y quiero que hagas unas cosas. Por lo que he observado no has salido de casa, por lo tanto no has ido a clase. Este año irás a otro centro, repitiendo el curso que perdiste. No puedes llevarte toda tu vida así, por más que lo intentes estar solo no es lo mejor. Harás amigos y te involucrarás en la sociedad, ¿entendido?
-Sí -respondo sin replicar. Soy alguien obediente, como me enseñaron mis padres.
-Si en unos meses no veo cambios, te enviaré a una casa de acogida. Ya no hace falta que vengas aquí -se levanta y dirige a la puerta-. Ah, intenta ocultar ese ojo. Eres fuerte, lo veo en tu interior.
-¡Espere! -exclamo antes de que se marchase-. ¿Cree que mis padres intentaron protegerme de algo?
-No lo sé. Tienes algo que me inquieta y algún día saldrá a la luz. Solo debes hallarlo.
No dije nada. Salgo de la clínica y vuelvo a casa. Todo está como aquel día, incluyendo aquella caja. No me he atrevido a tocarla aún ni me gustaría saber qué contiene. Su interior puede ser la causa del fallecimiento de mis padres, quién sabe.

Voy a mi cuarto y me tumbo en la cama. Tengo dolor en el cuello por la incomodidad. La experta dice que debo salir... ¿Qué hay ahí fuera? ¿No es preferible estar dentro, evitando el peligro? ¿Y si los asesinos me siguen buscando​? Estoy asustada. Hoy no saldré más en todo el día. Abrazo una almohada a punto de dormirme. Sin motivo, escuché una voz no muy lejana.

"Ven. Estoy aquí".

Abro los párpados y los cierro, creyendo que es mi imaginación.

"No es tu imaginación. Levántate".

Doy un brinco. La voz es grave y tranquila.
-¿Quién eres?

"Ya lo verás. Sácame de aquí".

-¿Y dónde estás? Estoy pensando ya si estoy loca o no...

"No, no lo estás. Estoy en el sofá".

Miro donde me dice, viendo solo ese objeto que no atrevo a tocar.

"Sé que deseas respuestas, no te voy a hacer daño. No temas, elegida, abre la cerradura y descubrirás quién eres".

Dudo de sus palabras, sin confiar en ellas demasiado.

"Vamos... ¡Sácame de aquí!".

Sin decir más nada, agarro todo el valor que tenía y dejo al descubierto aquel secreto. Sale un gran remolino y empieza a desordenarlo todo. Noto que algo me ata e intento resistir. Al pasar todo el jaleo, me veo envuelta en una cadena. Ésta se mueve y reconozco quién es.
-Tú... Eres el viento...
-No exactamente. Mi nombre es Highwatch, y como tú dices, soy Viento.

La experta: es un mote que le pone Humedras a Fraya, su psicológa.

Las Crónicas de los Elegidos [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora