Escalofríos me recorren. Me es imposible pararlo, y mi cuerpo toma vida propia. Mis brazos lo envuelven, y aspiro su aroma. Un sentimiento de alivio recorre mi ser, y con ella, también está el sentimiento de...

<< Amor>>

Mis ojos se llenan de lágrimas. ¿Es normal tener miedo, pero al mismo tiempo querer el toque de este hombre?

— Al fin te encontré...— Su voz ronca hace que un calor incontrolable crezca en mi vientre. ¿Esta es la atracción tan satisfactoria de la que me contaba mi loba?

Doy un respingo cuando siento sus manos en mis mejillas. Miro sus ojos, y noto un brillo indescriptible en ellos. Cada vez veo su cara más cerca de la mía.

Hasta que siento el tacto de sus labios contra los míos.

Y, maldita sea, me dije a mi misma: no te atrevas a corresponderle. ¡Ese tipo tal vez ni te quiera! ¡Tú lo viste! ¡Viste su crimen...! ; pero mi cuerpo quería otra cosa.

Cerré mis ojos, dejándome llevar en este deseo que me inundó. Abrí un poco mis labios, y en menos de un segundo su lengua envolvió a la mía, y nos juntamos en una batalla interminable. Sus manos se desviaron a mi cuello, e hizo que me acercara más. Mis manos me traicionaron, y de un momento a otro ya se encontraban jugando con el cabello de este chico.

Sentía a mi loba feliz, envuelta en un deseo que me aterraba. Lo sabía, ella en estos instantes disfrutaba de el toqué. Y, mierda, yo también.

Nos separamos cuando el aire hizo falta, y solo fui capaz de mirar en dirección al suelo. Estaba agitada, y él también. Un silencio nos envolvió.

Dejé caer mis manos a los costados, y si un paso hacia atrás. Pude sentir un disgusto, pero lo ignoré.

Aún seguía teniendo miedo. Un miedo aterrador, uno que me atrapaba y me hacía querer gritar.

Alce mi cabeza, encontrándome con su mirada confundida. El respiraba de manera rápida por el beso, y mi atención por un momento se desvió a un mechón rebelde en su frente.

— L-Lo siento.

Intenté pasar por su lado, pero su agarre me hizo esa tarea imposible.

— ¿Por qué te disculpas?— Me mira, pero desvío la vista.— ¿Y porque me evitas?

Muerdo mi labio, y frío se adueña de mi corazón.

— Por no poder corresponderte.— Murmuro con pesar.

Un silencio nos vuelve a envolver, y sigo con mi camino. Un dolor de extiende por mi pecho, y las lágrimas salen a brote.

Pero, ¿Por qué me duele tanto? Ni siquiera lo conozco...

<< Es porque es tu mate. Así funciona esto. Así que deja esos miedos atrás y sé feliz... ¡Por favor! ¡Te lo ruego!>> Empieza a sollozar, y me tengo que morder el labio para no soltar uno también.

Iba a bajar otros escalones, cuando de pronto dejo de tocar el piso.

— ¿Qué...? ¡Bájeme por favor!— Chillo.

Pataleo con ganas, pero él parece no querer ceder. No puedo creerlo, ¿Por qué se atreve a hacer esto?

Aquí es donde agradezco tener pantalón.

— ¡¿A dónde me lleva?! ¡Por favor! ¡Suélteme!— Digo, y solo escucho un gruñido. El miedo me invade. ¿Me llevará al matadero? ¿Tendrá un arma escondida? ¿Que hago?

Espera, ¡¿Está subiendo las escaleras?!

Camina sin parar, pero yo tampoco lo hago, los pataleos son mi manera de escapar.

Trato de convertirme en loba, pero no puedo concentrarme. ¡Pero vamos! ¡Era de esperarse! Keyla me está evitando... ¡Agh!

Cuando él me baja, me doy cuenta de que me ha traído a la misma habitación de antes. ¡¿Qué pretende?!

Retrocedo algo tambaleante, hasta chocar con la cama. Él se me acerca. Cuando lo siento DEMASIADO cerca, caigo sentada en la cama. Cierro los ojos de manera fuerte, esperando cualquier cosa.

¡Esto me está aterrando! ¡¿Qué me va a hacer?!

— ¿Por qué?— Suelta con la voz dolida. Rápidamente abro los ojos, y me encuentro con su expresión de amargura.— Tú eres mi mate, eres mía. Solo mía. ¿Entiendes? Te he esperado por décadas. Y ahora que apareces, te quieres alejar... ¡No lo acepto! ¡Me niego a perderte! — Sus ojos adquieren un brillo que me hace sentir culpable.

<<Acéptalo...>>

Toma mis manos y hace que me acueste, toma mi rostro y pega nuestras frentes. Esto me parece un acto tan... tan... tan...

Tierno... ¡espera! ¡¿Qué estoy pensando?! ¡Él es un asesino!

— Yo... yo...— Me pongo roja ante la cercanía. No es como pensé que sería.— Necesito irme.— Murmuro.

Se levanta de manera brusca, y se voltea en dirección a la puerta.

— No.— Y con ello se va, No sin antes ponerle seguro a la puerta.

Primero me quedo en blanco, para después dejar salir mis lágrimas.

Yo... no entiendo nada.

Se suponía que esto no debía pasar. No aun. La verdad es que estaba considerando la idea de confesarle que era mi mate, pero aun es pronto. Aún ni siquiera me he hecho la idea. ¡¿Cómo pudo suceder esto?! Yo tengo un anillo para esto, es imposible que me haya en...

— El anillo no está.

El aire abandona mis pulmones, y me doy varios golpes en la frente.

Tonta. Tonta. Tonta. ¿Cómo pudiste quitarte el anillo?

No recordaba cuando fue que me lo quite, y por qué. No era posible que me lo hubieran quitado, y ni siquiera los niños me lo quitarí...

¡LOS NIÑOS! ¡NO!

¡¿Ahora qué haré?! ¡Estarán solos! ¿¡Quién les hará la comida?! ¡¿Cómo irán a la escuela?! Peor, ¡¿Qué será de ellos?!

El miedo empieza a carcomerme, y me pongo en posición fetal. Después de una eternidad, caigo en cuenta de que Cameron y Camila ya le dijeron sobre mis bebes.

Entonces... ¡Es peor! ¡Los matara! ¡NO! ¡SOBRE MI CADAVER!

Con miedo camino hacia la puerta y empiezo a tocar de manera alarmada, gritando que me dejen salir.

No puedo ni pensarlo. Prometí que siempre los protegería, para toda la vida. Yo los cuidaría, y si alguien trata de lastimarlos...

Lo mataré.

La loba de la manadaWhere stories live. Discover now