Prólogo

24.2K 1.2K 54
                                    

Disfruten la lectura, booktrailer en multimedia

Londres, Inglaterra 1795

Natalie

Mi hermana se casaba y yo, como tal, estaba profundamente feliz por ella. Chloe se lo merecía, merecía la dicha que estaba disfrutando; es más creía que todas las mujeres deberían poder casarse con quienes ellas escogiesen; sin incluír en mis palabras a la pobre Madame de Balaquard. La infortunada había sido presionada por el nuevo esposo de su madre y había terminado contrayendo matrimonio con un hombre que rondaba los sesenta, con cinco hijos y tres matrimonios previos.

No había resultado ser la misma suerte que mi hermana
Pero... ¿y yo? Bueno, ya habían pasado dos temporadas que, según había escuchado, habían sido esplendorosas en una Mansión cercana y en la casa de veraneo de los Murph; aunque yo nunca asistí a las mismas.
Pero esto no terminaba ahí. En algunas tertulias, conocí varios caballeros que me consideraban aburrida, una mala compañía, pues que quede claro que a mí tampoco me agradaban, temía quedarme soltera para siempre, pues se dice que luego de los 20 años ya es imposible conseguir un buen partido, sin embargo prefería eso a escoger mal.
Pero esos caballeros que me consoderaron mala compañia, tampoco eran los campeones de la charla, se notaba que querían el típico modelo de esposa, clásico y anticuado, de esas que no hablaban sin su permiso y acataban órdenes de los maridos, así como las que solo son utilizadas para procrear, sin un ápice de cariño o amor. En otras palabras, un asco de matrimonio. Creían que estábamos en el año 1.600 y resultaba que ellos tampoco eran muy divertidos.

Suspiré con pesadez. Rasqué la parte trasera de mi cabeza, más bien mi cabello, con mi uña alargada. La peineta que me habían colocado se incrustaba en la cabeza, entre las hebras y picaba.

Me encontraba sentada en un rincón inadvertido del salón, con mi antifáz púrpura y mi largo vestido negro con brillantes que llegaba hasta los suelos dorados del salón de la casa de los Browind; estaba sentada a un  lado ignorando el bullicio, con una copa de champagne en mi mano enguantada.

Miraba a las damas que, por un lado agitaban de manera exagerada sus abanicos y hablaban de sus vestidos y de los chismes primarios que circulaban en la sociedad, lo que me parecía un tanto ridículo y aburrido.

Estaba próxima a ese grupo y escuché decir a una de las damas- Se comenta que María Isabel Rochester tiene un amante italiano, y engaña a su marido, con quien tiene cuatro hijos- Todas las demás mostraron una expresión sorprendida.

-Yo escuché que era alemán- Las demás se taparon la boca, asombradas, vergonzosas, como si ellas jamás hubiesen cometido un pecado.

-Si los conflictos con el Imperio Alemán no han de cesar este romance, los consumirá la pasión- Y todas escondieron sus rostros tras sus abanicos, como si ellas no tuvieran nada que esconder.
Sí, hipócritas, pensé.

Ese era el típico grupo de chismosas inglesas, por que era más que obvio que como sus maridos no les prestaban atención buscaban refugio en conocer los secretos íntimos y últimos cotilleos de la ciudad. Era fastidiante. Por otro lado estaban los caballeros, hablando de la política y del gobierno que no me parecía algo interesante, por más que fuera un tema de discusión totalmente necesario. Su tema principal, era la política, por supuesto, las últimas novedades del gobierno nacional, las últimas leyes dictadas y el cambio de concejales y ministros.

Todas las personas llevaban antifaces y trajes muy bonitos, sus mejores galas. Pero no podría decir que era de las mejores mascaradas.

Las mujeres no se mezclaban con los hombres, o al menos algunos no, por que había otros caballeros que preferían la compañía y conversación de una dama fácil de seducir, por evidentes motivos.

Mi Bella Dama // Serie Lodwig #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora