Capítulo 3 : La promesa

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Castiel.

Ese nombre lo repitió varias veces en su mente y cada vez que lo hacía, su piel vibraba como si con eso le demostrara que estaba vivo, vivo y feliz de tener a ese hermoso ángel en sus brazos. No se sintió avergonzado ni sintió remordimiento de ninguna clase al darse cuenta que lo que realmente deseaba era follar a ese angelical ser y quitarle su pureza.

Sí, se sentía egoísta y se repetía una y otra vez que ya era hora que él fuera feliz. Una felicidad real y no una mera ilusión y él en ese momento era feliz como nunca antes lo fue o lo sería y eso era gracias al ángel que estaba en sus brazos; sus cabellos negros alborotados caían a los lados de su cara y su piel tan blanca como la nieve expuesta a un rubor que estaba seguro era del placer de ser tocado por primera vez y sobre todo, porque era él quien lo hacía.

Castiel era suyo y eso nadie lo podía evitar, así tuviera que enfrentarse al mismo Dios para mantenerlo a su lado.

Nadie los separaría.

—No intentes luchar contra los designios de mi padre, Dean —lo amonestó, Castiel.

—No te van a apartar de mí, Cas, no lo harán.

*********

Castiel se quedó mirando a Dean por un largo rato mientras sus manos formaban siluetas en sus pieles. Castiel nunca antes se había sentido tan atraído por otro ser y menos por un humano. Si bien ya antes había ido a la tierra, nunca ninguno de ellos había despertado en él ese deseo de querer pertenecer a alguien como se sentía con Dean.

Sabía que se había perdido cuando al entrar al infierno lo vio con esa expresión de aparente satisfacción por torturar el alma de esa mujer, pero Castiel pudo ver más allá de esa fachada, de ese muro que tenía erguido ante tanta miseria y horror. Su alma lo había estado llamando y cuando le dieron la misión de ir a rescatarlo del infierno, no dudo en ir y salvarlo de ese horrendo lugar.

No pudo evitar emitir un profundo gemido cuando Dean comenzó a hurgar entre los glúteos de la forma humana que había adquirido gracias a un envase disponible que aceptó recibirlo. Ya lo había preparado para ese momento y agradecía haberlo hecho con tiempo ya que su forma natural era demasiado poderosa y Dean no estaba preparado para verlo con su real forma.

Jimmy era un buen hombre y por ello sería recompensado.

—Estás pensando muy fuerte, Cas —escuchó que la voz de Dean era juguetona y sonrió.

En ese preciso momento, se dio cuenta que esa habitación lo estaba afectado, Dean lo estaba afectando y el hecho de que pronto tendría que dejarlo ir, lo estaba afectando aún más y no pudo comprender el porqué.

— ¿No deseas ver a tu hermano? —preguntó sabiendo cuál sería su respuesta.

—Sí, pero deseo más estar a tu lado —respondió, pero Castiel sabía que eso no era del todo cierto. Dean deseaba estar con ambos. Deseaba ver a su hermano y tenerlo a él a su lado.

Entonces tomó la decisión que regiría sus vidas para los años que vendrían.

—Tócame, Dean.

Y de inmediato sintió como era presionado contra las almohadas y Dean ponía parte de su peso sobre él. Sus manos comenzaron a moverse sobre su piel de una forma distinta, sus labios le recorrieron la piel buscando nuevas sensaciones haciendo que Castiel soltara gemidos y lamentos de placer que jamás pudo haber sido capaz de soltar por voluntad propia.

Al llegar a su miembro, Dean se detuvo. Sus manos a escasos centímetros de su pulsante erección y los labios de él demasiado cerca, tanto que podía sentir su respiración sobre la piel sensible del miembro de Jimmy haciendo que sintiera por primera vez sensaciones tan fuertes e intensas que no las comprendía del todo.

« ¿Padre, algo está mal en mí?» preguntó algo asustado al sentir tantas sensaciones nuevas y mundanas para él.

Castiel jamás había estado con nadie y ver la vacilación en Dean hacía que comprendiera perfectamente su miedo y reservas porque él mismo lo sentía. No era que no quisiera intimar con Dean, sino era el miedo a no ser suficiente, a no lograr hacerlo sentir y sobre todo, luego que ocurriera, los dos se arrepintieran de lo que ambos hicieron.

Castiel, se movió lo suficiente para que Dean volviera a estar a su nivel y cuando lo hizo, lo miró por un momento y comprendió que ni él ni Dean estaban aún preparados para poseer al otro.

—Dean, debes volver —insistió y antes que lo interrumpiera con otra protesta lo calló con un suave beso en los labios, cuando de nuevo tuvo su atención, prosiguió—: Te prometo ir por ti y estar a tu lado cada vez que me necesites. Te prometo nunca abandonarte a pesar de que pienses que no estoy a tu lado, cada vez que me llames, acudiré a ti sin demora. Pero ahora, debes volver, tienes una misión importante y no puedo seguir deteniéndote aquí, no puedo ser tan egoísta.

— ¿Me prometes que volverás a mí? —preguntó con la clara intención de no separarse.

A Castiel algo se le rompió en su interior al escuchar en ese tono de voz, grueso y rudo, una nota de inseguridad y miedo. Él sabía que jamás rompería su palabra.

—Te lo prometo, Dean —su expresión demostraba lo sincero que era y cuando vio que Dean se tranquilizaba, pero no lo suficiente como para convencerlo de volver, Castiel añadió—: Y al regresar no recordarás nada de este lugar, ni de mí. Lo único que no puedo borrar de ti serán los sentimientos que se han formado entre nosotros, esos sentimientos jamás nadie nos lo podrá quitar. Cuando nos volvamos a ver, tú no me recordarás, Dean Winchester.

Con dolor, vio como Dean abría los ojos con horror, pero él no podía dar marcha atrás.

Evitó que Dean protestara dándole un beso intenso, profundo con el cual le quitó los recuerdos de su encuentro en esa habitación. Lamentablemente no podía quitarle los recuerdos del infierno, pero si podía borrar los que se refería a él y su rescate y gracias a que estaban vinculados, podía hacer que su sufrimiento fuera solo un poco más llevadero, al menos podía eso hacer por Dean.

Sabía que no recordar todo lo volvería loco, ya que él sentiría que algo faltaba, pero no podía ser de otra forma, Dean era un instrumento de Dios y él debía seguir los designios para los que había sido creado.

Al romper el beso, vio como Dean se deslizaba a un lado de él y caía sobre las almohadas, inconsciente. Castiel le acarició la cara y prosiguió con su misión que era devolverlo al mundo.

—Por favor, no me olvides del todo, Dean —murmuró contra los labios ajenos sellando su despedida con un suave beso.

—Por favor, no me olvides del todo, Dean —murmuró contra los labios ajenos sellando su despedida con un suave beso

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Destiel: SalvadoWhere stories live. Discover now