La razón.

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A medida que los sextillizos fueron creciendo, su mundo, sus relaciones y sus posibilidades también lo habían hecho. En su propia manera, todos fueron adoptando rasgos distintivos. Quizás, a simple vista a cualquiera seguían pareciéndole solo un grupo de desordenados muchachos con el mismo rostro, pero para ese momento, en la preparatoria, ya todos habían cambiado. Sus gustos se habían definido mejor y ya no eran una solo identidad conformada por seis niños con el mismo rostro.

Osomatsu entendía esto mejor que todos los demás sextillizos, de cierta forma, él parecía distante a ese cambio o al menos su personalidad no se sentía demasiado afectada o singular como la de los menores. A él le parecía bien así, se aceptaba totalmente, y con el tiempo, aprendió también a aceptar el cambio de sus pequeños hermanos.

Sin embargo, había ciertos aspectos que más que aceptar le causaban cierta inquietud. No preguntaba abiertamente sobre estas cosas, no quería acosar a sus hermanos en asuntos que no fueran triviales, entre más privado e íntimo, Osomatsu solía ser más sutil en su acoso y en su investigación. Si el asunto era trivial o ridículo, como el gusto reciente de Choromatsu por las Idols, era escandaloso y molestoso, pero, si era más íntimo como aquella extraña y retraída actitud que Ichimatsu estaba presentando hace unos meses era mucho más sutil.

No preguntaba, no hostigaba, pero algo en él no podía mantenerse quieto. Sus pasos eran ligeros como una hoja descendiendo sobre el agua de un cristalino lago, pero se acercaban a lo que buscaba, a lo que lo molestaba y lo inquietaba profundamente.

¿Quién o qué le había robado la hermosa sonrisa a su hermanito? Era algo que por más que intentaba, no se alejaba de su mente.

—Llegaste algo tarde Ichimatsu —comentó Osomatsu llevándose un trozo de pescado frito a la boca.

Ichimatsu se paralizó un segundo, deteniendo su mano que se dirigía a las ensaladas. Los demás hermanos seguían ruidosos y hablando banalidades, pero uno que otro también se unió al cuestionamiento de Osomatsu de una manera más superficial y hasta desinteresada.

—Oh yeah, ¿En qué ha andado my little brother? ¿Quizás tienes...? —susurró al levantarse llevándose dramáticamente las manos sobre el rostro para manifestar una pose incluso más exagerada de lo apropiadamente normal—. ¿Una Ichimatsu girl?

El gatuno muchacho apretó la quijada y empuñó los palillos como si de un cuchillo se tratara enterrándolos en la pantorrilla de Karamatsu que se había levantado ceremonialmente a su lado.

Ahora, la mesa estaba incluso más ruidosa y tambaleante que antes con los gritos de dolor de Karamatsu girando de lado a lado por los palillos que parecían hasta haberse incrustado en su pierna.

—Solo me quedo a cuidar a los animales de la escuela.

—Ehhh... —susurró Osomatsu restándole interés o simulando que lo hacía, el menor estaba sumamente alterado como para golpear tan sorpresivamente a Karamatsu, no estaba controlando sus impulsos, y Osomatsu lo comprendió enseguida.

El tema era importante, era delicado.

—Si fuera una chica tampoco creo que nos la presentaría, supongo que es inútil querer saberlo todo de mis pequeños bebés.

—¿A quién le dices bebé? No me pongas a mí en el mismo grupo, es asqueroso —susurró Choromatsu con desaprobación.

—Tienes razón, los hubiera ahogado antes de quererlos de hijos, en especial a cierto amargado virgen con eyaculación precoz que por desgracia conozco —susurró mordaz Osomatsu mientras el fanático de las idols también pareció querer usar los palillos como una arma letal contra él.

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⏰ Última actualización: Oct 01, 2020 ⏰

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Rescatando su sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora