cap 6

2 0 0
                                    

A la mañana siguiente estaba sorprendida de ver a Elliot entrar a la clase de
Educación Física, justo cuando la campana tardía sonó. Él estaba vestido con unos
pantalones de baloncesto que le llegaban hasta las rodillas y una sudadera Nike
blanca. Sus tenis parecían nuevas y costosas. El me miró, luego de entregarle
un papel a la Srta. Sully, me saludó de lejos y se reunió conmigo en las
gradas.
- “Estaba pensando cuándo sería el día en que nos encontráramos otra vez,” él
dijo. “La oficina principal se dio cuenta que no he cogido Educación Física en
los últimas dos años. No es requerido en las escuelas privadas. Están
debatiendo cómo cubriré cuatro años de EF en los próximos dos años y medio y,
pues aquí estoy. Tengo Educación Física a primera hora y en el cuarto período.”
- “Nunca escuché por qué te transferiste aquí,” dije.
- “Era demasiado costoso para mis padres. Les estaba costando todo el dinero
que habían ahorrado para su retiro.”
La Srta. Sully sopló su silbato.
- “Entiendo que el silbato significa algo,” me dijo Elliot.
- “Diez vueltas alrededor del gimnasio, sin cortar las esquinas.” Me levanté de
las gradas. “¿Eres atleta?”
Elliot se levantó de un salto, bailando en la punta de sus pies. Tiró al aire
unos cuantos ganchos y puños y terminó con un puño alto que terminó a solo
centímetros de mi mentón. Sonriendo, él dijo, -“¿Un atleta? De corazón.”
- “Entonces vas a adorar la idea de diversión que tiene la Srta. Sully.”
Elliot y yo trotamos juntos diez vueltas, luego salimos fuera del gimnasio,
dónde el aire estaba cubierto de una fantasmal niebla que parecía tapar  mis pulmones y me ahogaba. Del cielo cayeron unas cuentas gotas, amenazando con una
tormenta en la ciudad de Coldwater. Yo miré las puertas del edificio, pero supe
que no tenía caso, la Srta. Sully era muy firme.
- “Necesito dos capitanes para el softball,” ella gritó. “Vamos, luzcan con
vida. ¡Déjenme ver algunas manos en alto! Es mejor que lo hagan
voluntariamente, porque de lo contrario yo escogeré los equipos y no siempre
soy justa.”
Elliot levantó su mano.
- “Muy bien,” le dijo la Srta. Sully. “Ven aquí a la meta y… qué tal… Marcie
Millar como capitán del equipo rojo.”
Los ojos de Marcie se movieron sobre el cuerpo de Elliot. - “Veamos quién es el
mejor.”
- “Elliot, es el primero en escoger los miembros del equipo,” dijo la Srta.
Sully.
Cerrando sus dedos sobre su barbilla, Elliot examinó la clase, al parecer
midiendo nuestras destrezas en el juego con solo mirarnos.- - “Nora,” dijo.
Marcie echó su cuello hacia atrás y rió. - “Gracias,” le dijo a Elliot,
enviándole una sonrisa tóxica que, por razones más allá de mi conocimiento,
cautivaban al sexo opuesto.
- “¿Por qué?” Dijo Elliot.
- “Por regalarnos el juego.” Me señaló con un dedo.
- “Hay cientos de razones por las cuales soy porrista y Nora no. Coordinación
es la primera.”
La fulminé con la mirada, luego caminé hasta ponerme al lado de Elliot y me
puse una camiseta azul.
- “Nora y yo somos amigos,” le dijo Elliot a Marcie calmadamente, casi con
frialdad. Era algo exagerado, pero yo no lo iba a corregir. Marcie parecía como
si le hubieran echado un balde de agua helada y yo lo estaba disfrutando.

-“Eso es porque no has conocido a nadie mejor. Como yo.” Marcie enrolló su
pelo en su dedo. “Marcie Millar. Pronto escucharás todo sobre mi.” O su ojo
tenía un tic, o le lanzó una guiñada.
Elliot no dio ninguna respuesta en lo absoluto y continuó escogiendo a los
miembros de su equipo. Cualquier otro chico se hubiera puesto de rodillas y
rogaría a Marcie por un poco de atención.
- “¿Queremos quedarnos aquí toda la mañana esperando que venga la lluvia, o
queremos comenzar con el juego?” Preguntó la Srta. Sully.
Luego de dividirnos en equipos, Elliot dirigió el nuestro a la caseta y
determinó el orden de bateo. Entregándome un bate, puso un casco sobre mi
cabeza. “Tú vas primero, Grey. Todo lo que necesitamos es un imparable para
llegar a base.”
Casi lo golpeo mientras practicaba con el bate y le dije, “Pero tenía ganas de
hacer un cuadrangular.”
- “También tendremos uno de esos.” Él me dirigió hacia la meta. “Espera al
lanzamiento y batea con fuerza.”
Yo balanceé el bate en mi hombro, pensando que quizá debí haber prestado más
atención a la Serie Mundial. Mi casco me cubrió los ojos y yo lo empujé hacia
arriba, intentando ver el parque, que estaba cubierto por una macabra espiral
de neblina.
Marcie Millar tomó su lugar en el montículo del lanzador. Ella sostuvo la bola
en frente de ella y noté que su dedo del medio estaba alzado para mí. Ella
mostró otra sonrisa tóxica y lanzó hacia mí la bola.
Le di a una parte de ella, enviándola hacia el lado equivocado.
- “¡Eso es un strike!” Gritó la Srta. Sully desde su posición entre primera y
segunda base.
Elliot gritó desde la caseta, “¡Esa bola tenía mucha curva, lánzale una buena!”
Me tomó un momento para darme cuenta de que él le estaba hablando a Marcie y no
a mí.
Nuevamente la bola dejó la mano de Marcie, haciendo un arco en el sombrío cielo. Yo intenté golpearle, pero fallé.
- “Segundo strike,” dijo Anthony Amowitz a través de la máscara del receptor.
Yo lo miré pesadamente.
Alejándome del plató, intenté nuevamente practicar con el bate. Casi ni sentí a
Elliot venir tras de mí. Él estiró sus brazos alrededor de mi y posicionó sus
manos en el bate, alineándose con las mías.
- “Déjame enseñarte,” él me dijo al oído. “Así. ¿Sientes eso? Relájate. Ahora
gira tus caderas, todo está en las caderas.”
Podía sentir mi cara calentarse al ver que toda la clase nos estaba mirando. - “Creo que
entendí, gracias.”
- “¡Vayan a un cuarto!” Nos gritó Marcie. Toda la clase rió.
- “Si le lanzaras decentemente,” Elliot le gritó, “ella golpearía la bola.”
- “Mi lanzamiento está bien.”
- “Y el bateo de ella está bien.” Elliot bajó la voz y me habló. “Tú pierdes
contacto visual al minuto que ella suelta la bola. Sus lanzamientos no son
rectos, así que tendrás que estar alerta para poder golpear.”
- “¡Estamos atrasando el juego, gente!” Gritó la Srta. Sully.
Justo en ese momento, algo en el estacionamiento más allá de la caseta llamó mi
atención. Creí que alguien me llamaba. Me giré, pero mientras lo hacía, supe
que mi nombre no había sido mencionado en alto. Lo había escuchado en mi mente.
Nora.
Patch llevaba puesta una desgastada gorra de béisbol y tenía sus dedos
enganchados en la verja de metal, recostándose contra ella. No llevaba abrigo a
pesar del clima. Simplemente iba de negro de la cabeza a los pies. Sus ojos
eran opacos e inaccesibles mientras me observaba, pero sospeché que había mucho
más oculto tras ellos.
Otra sucesión de palabras se introdujeron en mi mente.

¿Lecciones de bateo? Que rico… contacto.
Respiré profundamente y me dije que estaba imaginando las palabras. Porque la
otra alternativa consideraba que Patch tenía el poder de transmitir
pensamientos en mi mente. Lo cual no podía ser. Simplemente no podía. A menos
que estuviera loca. Eso me asustó más que la idea de él violando los métodos de
comunicación normal, por voluntad propia, y hablándome sin ni siquiera abrir su
boca.
- “¡Grey! ¡Concéntrate en el juego!”
Yo pestañeé, volviendo a la vida justo a tiempo para ver la bola rodando hacia mí
en el aire. Comencé a mover el bate, pero entonces escuché otro hilo de palabras.
Todavía… no.
Me detuve esperando que la bola viniera a mí y mientras descendía, me adelanté
al frente del plató y bateé con toda la fuerza que tenía.
Se escuchó un enorme crujido y el bate vibró en mis manos. La bola condujo
hacia Marcie, quién cayó de espaldas al suelo y apretujada entre segunda base y
campo cortó, la pelota rebotó en la grama del parque.
- “¡Corre!” Gritó mi equipo desde la caseta. “¡Corre, Nora!”
Corrí.
- “¡Tira el bate!” Gritaron.
Lo lancé a un lado.
- “¡Quédate en primera base!”
No lo hice.
Tropezando con una de las esquinas de la primera base, le di la vuelta,
corriendo hacia la segunda. Ahora el campo izquierdo tenía la pelota, en
posición para sacarme. Yo agaché la cabeza, estiré los brazos y traté de
recordar cómo los profesionales en la ESPN se deslizaban hacia la base.
¿Primero los pies? ¿La Cabeza? ¿Detenerse, tirarse y dar vueltas?

La pelota navegó hacia donde estaba el de la segunda base, dejando una estela
blanca en algún lado de mi visión. Un emocionado coro con la palabra
“¡Deslízate!” vino desde la caseta, pero yo todavía no me había decidido qué
iba a golpear primero el suelo: mis zapatos o mi cara.
El de la segunda base agarró la pelota fuera del aire. Yo me lancé de cabeza,
con los brazos estirados. El guante vino de la nada descendiendo en picada
sobre mí. Aterrizó en mi cara, apestando fuertemente a cuero. Mi cuerpo se
abolló contra el suelo, dejándome con la boca llena de polvo y arena el cual se
disolvió bajo mi lengua.
- “¡Fuera!” Gritó la Srta. Sully.
Me puse de lado, inspeccionando mis daños. Mis muslos ardían con una extraña
mezcla de calor y frío y cuando levanté mi sudadera, decir que dos gatos habían
estado jugando en mis muslos era poco. Cojeando hasta la caseta, me dejé caer
en la banca.
- “Muy bonito,” dijo Elliot.
- “¿La maniobra que hice, o el rasgón en mi pierna?” Llevando mi rodilla contra
mi pecho, sacudí el sucio lo más que pude.
Elliot se dobló y sopló en mi rodilla. Varios de los pedazos más grandes de
tierra cayeron al suelo.
Un momento de incómodo silencio le siguió.
- “¿Puedes caminar?” Preguntó.
Parándome, demostré que aunque mi pierna era un desastre con rasgones y sucio,
aún podía usarla.
- “Puedo llevarte a la enfermería, si quieres, para que te venden,” él dijo.
- “De verdad estoy bien.” Miré a la verja en donde había visto a Patch. Él ya
no estaba allí.
- “¿Ese que estaba parado en le verja era tu novio?” Preguntó Elliot.

Me sorprendió el que Elliot hubiera notado a Patch. Él había estado de espaldas
a él. - “No,” dije. “Es solo un amigo.
En realidad, ni siquiera es eso. Es mi compañero de bilogía.”
- “Te estás sonrojando.”
- “Probablemente he estado demasiado tiempo expuesta al sol.”
La voz de Patch seguía haciendo eco en mi cabeza. Mi corazón latió más rápido y
mi sangre se puso fría. ¿Él habló directamente a mis pensamientos? ¿Había entre
nosotros alguna inexplicable conexión que permitía que eso pasara? ¿Estaba
enloqueciendo?
Elliot no pareció muy convencido. - “¿Estás
segura que no hay nada entre ustedes dos? No quiero estar tras una chica que no
está disponible.”
- “Nada.” Nada que yo fuera a permitir.
Espera. ¿Qué dijo Elliot?
- “¿Discúlpame, qué dijiste?”
Él sonrió. - “Delphic Seaport reabre el sábado en la noche, Jules y yo tenemos pensando
ir. El clima no se supone que esté tan mal. Quizá tú y Vee quieran ir…”
Tardé un momento en pensar sobre su oferta. Estaba muy segura que si le decía a
Elliot que no, Vee me mataría. Además, salir con Elliot parecía una buena
manera para escapar de mi incómoda atracción hacia Patch.
- “Dalo por hecho,” dije.

AaaaaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora