1. Descenso

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"Como ya sabéis, una hecatombe nuclear hizo inhabitable la Tierra. Un pequeño grupo de humanos fue capaz de sobrevivir gracias a que pudieron ubicarse en las pocas estaciones espaciales existentes en ese momento durante casi un siglo. Sin embargo, nada es eterno y se está planteando si es viable volver a la Tierra. Para asegurarnos, enviamos a criminales —hizo una pausa— 100 de vosotros, a la Tierra, para ver si es habitable. Sois prisioneros, es por esto que os enviamos, ya que sois prescindibles. Si sobrevivís, vuestros registros quedarán limpios. Antes de la guerra, existía un sitio llamado Monte Weather, creado dentro de una montaña con abastecimiento suficiente para 300 personas durante tres años, vuestro objetivo es llegar allí. Buena suerte a todos, y que nos volvamos a ver"

Un silencio inundó la estancia que, si no fuera por el ruido de la nave descendiendo a miles de kilómetros por segundo, habría sido muy incómodo. Las caras angustiadas de la gente de mi alrededor me hacían sentir intranquila, y me revolví en mi sitio con preocupación ante la posibilidad de que sufriéramos un accidente. Morir a mitad de camino, quedando a escasos metros de llegar a nuestro destino, me habría resultado irónico ante todo.

La maravillosa e inalcanzable Tierra, sobre la que había leído y escuchado tanto. Necesitaba aire puro, sentir el sol, disfrutar de la naturaleza y sus colores... Después de un tiempo, el gris predominante del Arca se hacía tan aburrido como estar allí. Durante muchos años había estado esperando el momento de bajar a la Tierra y ahora que parecía que por fin lo conseguía no quería estar nerviosa o asustada.

Poco a poco, la gente empezó a acostumbrarse y abandonaron sus miedos y preocupaciones para pasar a la alegría, la emoción y la intranquilidad. Algunos empezaron a quitarse los cinturones y a jugar entre ellos, unos se reían, otros animaban, muchos otros lo ignoraban y unos pocos se cogían con fuerza a sus asientos y respiraban de manera irregular, a punto de marearse y vomitar hasta su primera comida; cualquiera sabría que eso no era buena idea, pero a nadie parecía importarle.

—Estaos quietos —dijo una voz a mi lado, sonó suave pero con tono autoritario— No es buena idea, por favor, parad.

Mi giré para mirarla con curiosidad ante sus suplicas. El cinturón hizo su trabajo demasiado bien y tiró de mí con tanta fuerza que por un segundo sentí que me faltaba el aire.

La chica rubia tenía un ceño ligeramente fruncido que no correspondía con su cara angelical e inocente. Llevaba el pelo perfectamente arreglado en una trenza, con algunos mechones sobre su piel brillante. Siguió con la mirada a los dos chicos que bailaban sobre la gravedad de la nave y negó con la cabeza.

—¡Parad ya! Podríais morir —ordenó el chico que se sentaba a su lado.

—¿Quién lo dice? ¿Tu padre? —cuestionó una chica morena con una sonrisa soberbia, sentada frente a nosotros— Que le jodan.

De nuevo, todos se callaron, pero no duró mucho ya que la nave empezó a dar sacudidas violentas. Las luces parpadearon hasta que se apagaron definitivamente, causando la histeria total, y apenas podía distinguir a la persona que tenía a mi otro lado.

Por el ruido que hizo al sacudirse y chocar contra la pared supe que nada bueno podría haberle pasado, y empecé a sentirme preocupada de verdad.

—¿Qué está pasando? —preguntó una chica, alzando la voz por encima del estrepitoso ruido que estaba haciendo la nave.

—Estamos entrando en la atmósfera —explicó alguien.

—¡Calmaros todos! ¡Que nadie se levante! —gritó una voz profunda, sonaba autoritaria y consiguió callar a todo el grupo.

La nave siguió aumentó sus sacudidas, y llegué a pensar que no sobreviviríamos para contarlo cuando un último golpe en seco nos zarandeó a todos de nuestros sitios antes de que se apagara el sonido de emergencia de la nave. Esta vez sí que hubo un silencio total.

Run » Bellamy Blake (the100)Where stories live. Discover now