El vuelo

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Todo iba bien en el vuelo CHA-002, excepto por la típica tristeza de fin de vacaciones que afectaba a la familia Firmleg, el cielo se vislumbraba plenamente claro, no se avistaba nube alguna, el sol estaba radiante, el paisaje era espléndido con la inmensidad del mar azul y las pequeñas islas del Caribe que se disipaban a algunos cuantos kilómetros abajo. Billy se burlaba de su hermana, molestándola con una incesante broma sobre una avioneta que siempre se estrellaba en el vientre de ella seguido de la frase: "¡Bum! Están todos muertos", lo que la irritaba, aunque la chica insistía frenéticamente para que su hermano parase con aquella tontería. Una insistencia también compartida por la madre, que lo amenazaba con dejarlo castigado. ¿Cómo Castigarlo? — pensaba el muchacho. En esa cascarilla de nuez voladora. Al señor Firmleg, el padre, no le molestaba, para el veterano retirado de guerra nada podría ser más tranquilo que viajar y compartir buenos momentos con su familia. Sin duda, este era uno de ellos, porque representa al final de cuentas un viaje maravilloso desde las Bermudas.

De repente, Billy notó algo diferente por la ventana del avión, la luz que entraba se convirtió en azul, cuando le llamó la atención ese hecho a su padre; él le respondió diciendo que aquello no era nada, sólo una "nube pasajera", sin embargo, los latidos del corazón del señor Firmleg ya estaban acelerados cuando él y su hijo se inclinaron hacia la ventana y se dieron cuenta de que no podía ser visto nada sino lo que parecía una pared de agua envolviendo el avión. Sin perder tiempo, el padre corrió la cortina que separaba la cabina de pasajeros de la carlinga del avión para preguntar al piloto – su amigo y ex compañero de cuartel, el comandante Kelly – lo que se pasaba y, antes de que pudiera mirarlo, notando el terror estampado en su rostro, lo que vio delante iba más allá que un asombro inimaginable: un túnel sin forma y azul brillante que, a primera vista – y nadie nunca antes había visto aquello -, sólo se podría describir el hecho como agua, una especie de remolino que estaba engullendo el avión, escorándolo para dentro de esa "cosa", para el interior de ese extraño túnel, absorbiéndole completamente. Sin embargo, era imposible afirmar en qué dirección volaba el avión, pues no se veía ningún punto de referencia más allá del parabrisas, ni cielo, ni mar u horizonte, solamente un agujero sin forma, azul y brillante, que parecía reflejar el sol, parecía atraer el avión para su interior. En la cabina, todos los indicadores ganaron vida propia, con sus punteros moviéndose aleatoriamente, la brújula daba vueltas sin cesar, el indicador de nivel se encontraba en tornillo, la altitud variaba del mínimo al máximo seguidamente y así se movían también los muchos medidores del panel. Presa del pánico, Kelly tiraba la palanca con todas sus fuerzas, tratando de hacer que el avión subiera a cualquier precio, cuando se dio cuenta de eso, el Señor Firmleg, con la intención de ayudarlo, hizo lo mismo, pero, mientras se movía junto al piloto desesperado, como si él mismo quisiera asumir la "falta de control" del vuelo, su cuerpo fue arrojado en la parte superior del panel y, en ese momento, se dio cuenta que, en realidad, no estaba cayendo en el panel, en cambio flotaba con sus piernas arriba del suelo, sintiendo que su cuerpo no tenía peso algún, "¿Gravedad cero? ¿Pero cómo es posible?", fue lo que pudo pensar mientras, delante de sus ojos, flotaba una pluma en el aire.

Desde la parte trasera del avión oyó la voz asustada de la señora Firmleg, ya consciente de lo desesperado de la situación, aunque en donde estaba no pudiera ver lo que se pasaba en la cabina, encubierta por la cortina y el cuerpo robusto de su marido:

— ¿Qué pasa?, ¿qué está pasando?— y repitiendo una y otra vez: — ¡Dios mío! ¡Dios Mío!—Ella y los dos niños intentaban aferrarse en sus asientos, ya que estaban todos sin sus respectivos cinturones de seguridad. Billy se encogía en el asiento y su hermana, Sandy, se agarraba a su madre, llorando. Antes que alguien, hipotéticamente, pudiera pensar en algo más acerca de lo que estaba sucediendo, tan rápido como empezó, todo paró de un segundo a otro, y el señor Firmleg, que por un corto momento se colgara en el aire en el piso de la cabina del avión, por fin cayó sobre los controles parando en el regazo de Kelly, que se daba cuenta de estar totalmente sin acción ante los hechos que ocurrían. Se pudo sentir, a partir de entonces, todo el peso del avión, el cual caía en el aire, cayendo en picada en forma espiral hacia el suelo. La situación que ya era un descontrol completo se convirtió en pánico generalizado, con todos a bordo desesperados; mientras gritaban, cada uno intentaba aferrarse donde podía, todos siendo tirados con violencia hasta el fondo de la pequeña aeronave por la inercia de la caída. Billy se aferraba en el cinturón de su asiento mientras intentaba sujetar a su hermana, presa en el asiento con sus piernas tiradas por la fuerza de la abrupta caída. La señora Firmleg fue arrojada para la parte trasera, debatiéndose en la pared en medio de bolsas y otros objetos, intentando vencer la fuerza de la gravedad y alcanzar sus hijos, pero nada logró además de gritar pidiendo ayuda a Dios. Aferrándose a los controles, el señor Firmleg gritaba desesperado a su amigo:

— ¡Tira la palanca! —ordenaba. — ¡Potencia máxima! — Sin embargo, no hubo reacción del piloto. Con mucho esfuerzo, logró girar y mirar hacia adelante; el túnel azul había desaparecido, y la luz del sol alumbraba el horizonte como antes, pero no se veía más el mar abajo sobre lo cual volaban, sólo tierra, tierra cruda, sin bosque o civilización a la vista, solamente lo que parecía ser un gran desierto. "¡Imposible!" — pensó.

El Vuelo Chárter para MiamiWhere stories live. Discover now