"Será que estamos..."

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— ¡Páramos, papá! ¡Páramos!— dijo Billy con euforia.

— ¿No he dicho que nosotros no íbamos golpear en la montaña? ¡Qué broma tan estúpida la tuya! — gritó Sandy. — ¡Mamá, diga para él parar!

— ¡Dios mío! ¿Qué pasó? — balbuceó la señora Firmleg, todavía aturdida por lo sucedido: — ¿Dónde estamos? — preguntó.

Antes que pudiera responder, el señor Firmleg intentaba recuperar el control racional de la situación, el altímetro mostraba cero y, finalmente, indicaba que por lo menos una cosa era correcta, ellos estaban, de hecho, en el suelo, el avión estaba completamente parado con las luces del panel encendidas, y solamente el motor parecía haberse apagado. En el exterior, todo estaba oscuro, a excepción de la luz tenue que reflejaban algunos indicadores brillantes del panel. Firmleg, entonces, desconectó la ignición, subió las luces del compartimiento interior y se volvió a su familia. Cuando todos se miraron el uno a otro en búsqueda de algún sentido para lo que acabara de ocurrir, él dijo:

— ¿Ustedes lo están sintiendo? — preguntó mientras hacía una señal pidiendo silencio y apuntando el dedo hacia arriba. — ¿Sienten la vibración? Arriba del avión, ¿se dan cuenta? — Entonces, padre, madre, hijo e hija miraron por la ventana buscando entender lo que se pasaba. Arriba del avión parecía haber un techo que, al igual que las "paredes" que habían visto poco antes durante el descenso del avión, se extendía más allá de lo que la vista podía alcanzar, solamente se veía algo que parecía ser un hilo de luz muy lejano, pero, el detalle más interesante, observado por el señor Firmleg y expresado en voz alta por Billy, fue que:

— ¡El techo se está moviendo! ¡Papá, el techo está andando! — La señora Firmleg intervino, diciendo: — No, hijo, nosotros que estamos andando hacia atrás, el techo no se mueve. — De repente, una luz acompañada por un pequeño rebote pasó sobre la aeronave, dándose cuenta en este momento que ella estaba parada, y que sólo el techo se movía, mientras que el suelo se mantenía estático.

— Nosotros estamos parados Julia, era eso lo que estaba sintiendo, esa cosa se está moviéndose sobre nosotros. — Dicho esto, el señor Firmleg le llamó la atención a su esposa por la situación en la que se encontraba Kelly, todavía sin sentidos, impidiéndole a ella intentar argumentar al respecto sobre los extraños hechos que se desarrollaban. La pareja desató el comandante de su cinturón de seguridad, acostándole sobre el suelo, tratando de reanimarle. Mientras hacían esto, Billy seguía atónito mirando alrededor del avión, tratando de relatar lo que veía.

— Es una piedra, papá, ¡el techo es una piedra! La piedra está pasando por encima de nosotros. — Entonces, se volvió para mirar a su padre con la esperanza de que pudiera explicarle algo, quedándose inmediatamente boquiabierto con lo que veía, de la misma forma que su hermana, que tiraba su camisa en un intento de llamar su atención por la escena: inclinado sobre Kelly acostado en el suelo, el padre besaba la boca del piloto mientras la madre golpeaba su vientre con las manos.

— ¿Qué están haciendo? — preguntó Billy sin entender nada.

— Respiración de boca a boca — dijo el padre interrumpiendo el "beso". — Él está enfermo, estamos tratando de despertarlo. Hijo, ve si encuentras el kit de primeros auxilios, él está herido.

Sin embargo, no había kit alguno en aquél avión y Billy lo sabía, puesto que ya había revisado todas las partes en otras oportunidades sin que su padre lo supiera. El señor Firmleg también sabía que dicho kit no existía, lo que buscaba, en lo desesperado de la situación, era distraer a sus hijos en la tentativa de calmar las aguas de la forma más racional posible, aunque, íntimamente, estuviera tan desesperado como su mujer. Julia, hasta aquél momento, ya había gritado el nombre de Dios y todos los santos que conocía, pareciendo estar al borde de un ataque nervioso. En determinado momento, cuando se hizo evidente que el masaje cardiaco que aplicaban al comandante Kelly no estaba funcionando y él estaba realmente muerto, los dos se miraron el uno a otro y, con lágrimas escurriendo descontroladamente, la mujer dijo en voz baja:

— ¿Bob? Nosotros... ¿Morimos? Bob, será que estamos... — Antes que pudiera terminar la frase, su marido le puso la mano en la boca y habló todavía más bajo que la mujer:

— Julia, los niños, Julia... — Después completando: — No, ¡por supuesto que no! ¿Parezco muerto para ti? No te confundas, fue él, no nosotros; cálmate, vamos a tener calma. ¡Cálmate! Piense en los niños, Julia, ¡Por el amor de Dios, los niños! — enfatizó. Julia intentó balbucear alguna cosa, pero antes que algo más fuera dicho, ellos fueron nuevamente interrumpidos por su hijo:

— ¡Papá!, hay alguien allá afuera — expresó con aflicción el niño.

— ¡Debe ser el auxilio! — dijo Bob incrédulo de sus propias palabras, creyendo que, si de hecho, hubiera alguien afuera, serían los comunistas, los soviéticos. Por supuesto, la secuencia de cosas bizarras de los últimos momentos sólo podría ser obra de ellos, sin embargo, sabía que era mejor permanecer en silencio hasta que la situación se desarrollara de una vez. La familia aún no se recuperaba del incidente en el avión, no podría él alimentar aún más el miedo que dominaba a todos en ese tiempo, que, a excepción de Kelly — muerto —, estaban todos aparentemente salvados, sólo con raspones cuyo dolor siquiera se daban cuenta, tal era la adrenalina que circulaba por sus venas. Así, Bob pasó a tratar de actuar como el jefe de familia que era:

— Julia, quédate con los niños de aquí en adelante — dijo, apuntando al el asiento de pasajeros que estaba justo detrás de la cabina, en el lado opuesto de la puerta del avión, al mismo tiempo en que arrastraba el cuerpo del comandante Kelly para la cabina de control, cubriéndolo con una chaqueta.

—Billy, deja de mirar por la ventana, estás asustando a tu hermana. Deje que yovea lo qué está pasando — completó mientras apagaba las luces del avión ycerrando la cortina de la cabina otra vez. Pero Billy no podía quedarse quieto,siempre estirando el cuello en la ventana, mientras que su madre, sentada en elasiento, trataba de calmar a la hija entre lloros y sollozos.      

El Vuelo Chárter para MiamiWhere stories live. Discover now