Capítulo 11

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 Multimedia: Zedd & Elley Duhé - Happy Now

—¡Layla baja! —gritó mamá desde la planta inferior

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—¡Layla baja! —gritó mamá desde la planta inferior.

Agarré las maletas y salí de la habitación, bajé las escaleras con cuidado y salí de la casa. El cielo aún estaba oscuro, eran las cuatro de la mañana y nuestro avión salía a las cinco de la mañana—mamá quería llegar temprano al aeropuerto—. Caminé hasta el carro donde le entregué las maletas a papá, y él las metió en el maletero.

Ese día viajaríamos hacia el pueblo donde vivían los abuelos —Ashland, Oregón— allí nos íbamos a reunir toda la familia para festejar navidad, y antes de año nuevo nos nosotros regresaríamos a Minnesota.

Abrí la puerta y entré al carro.

—¿Estás feliz de visitar Ashland? —preguntó mamá, mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.

—Sabes que lo estoy, Ashland es hermoso y tengo tiempo sin ver a los abuelos. —Sonreí—. ¿Tú debes de estar emocionada por ir a tu ciudad natal?

—Como no tienes idea, cariño. —Suspiró—. En esa ciudad están partes de mis mejores recuerdos, está mi familia y viejos amigos.

—Pero luego me conoció y se enamoró de Minnesota —manifestó papá entrando al carro.

Mamá golpeó su hombro.

—No te creas mucho cariño, tu ciudad es Portland y si no hubiera sido por la universidad, nosotros no nos habríamos conocido.

—Cierto, pero yo fui el que sugirió venir a Minnesota. —Ladeó la cabeza hacia un lado, sonriendo—. Así fue que se trasladó la compañía de mi padre desde Portland hasta Minnesota.

—Y no me arrepiento de haber venido hasta aquí. —Besó su mejilla—. Aunque parecía una idea descabellada cuando me lo dijiste.

—Pero valió la pena —añadió papá.

Mamá asintió y sonrió.

—Que romántico y todo, pero debemos irnos. —Miré el reloj—. Después me siguen contando.

Papá asintió, encendió el carro y arrancó. Me acomodé en el asiento trasero y cerré mis ojos para descansar mientras llegábamos al aeropuerto. Estábamos a unos veinticinco minutos de distancia, veinticinco minutos en los cuales podía dormir.

—¿Trajiste la cámara, Layla? —inquirió papá.

—Ujum —contesté y me dejé llevar por el sueño.




Mis ojos se cerraban y mi cuerpo pesaba, durante todo el viaje en avión una señora estuvo contándome su vida y eso era triste. Nos encontrábamos de camino a Ashland, el viaje duraba cuatro horas y llevábamos la mitad. Saqué el teléfono del bolsillo de mi abrigo y revisé, abrí el chat y ahí estaba el último mensaje que Arthur había enviado hace días, y ni siquiera había insistido en hablar, no me había llamado, no hizo nada.

El recuerdo de un amor ©Where stories live. Discover now