43 - El Pibe (parte tres)

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Si me dieran una moneda por cada vez que me sentí bien gracias a vos, ahora mismo les debería a aquellas personas varios pesos.
Va tomando vida, levemente, mis pensamientos van morfándose las ganas de matarse y se encierran en escribir más fácilmente con argentinidad, palabras y palabrotas que ven la luz cada semanas, y si tomo café, cada horas. Al final es eso lo que me salva. Escribir es mi cuchillo en esta selva de malévolas sombras que me acechan con hambre de felicidad. Pobres seres. Algún día fueron como yo.
Juegan a las cartas.
Yo quiero, pero, a la vez, te tengo a vos, celular, que me ayudas a sobrepasar las ganas de ser amigo de quiénes alguna vez fueron mis depredadores, y me das las fuerzas para escribir palabra por palabra mientras suena el timbre y me despido, buen amigo, porque las clases aguardan mi monótona mirada y mi leve interés por conocer un par de expresiones y formas de expresarlas.
Algún día. Algún día soñé ser como ellos. Pero ahora. Ahora sueño con irme.
¿Qué hay más allá?
Tengo hambre de saber qué hay por esos lados.
La muerte. Quizás pueda ir con ella.
Quizás.
Quizás algún día tenga las bolas.

Un Sol PoéticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora