Prólogo

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Querido diario...
Mmm... no, no, no. Así no muy común.
Estimado... no tampoco, demasiado formal.
Ya fue! Mejo hagámoslo más simple, más a mi estilo.

Hola soy Elizabeth, pero prefiero que me digan Liz, es más corto. Disculpa que empiece así, pero está es la primera vez que hago algo como esto. jamás había considerado la idea de escribir un diario, en realidad no es lo mío, pero teniendo en cuenta que mi tiempo como mortal se esta acabando. Supongo que es una buena idea contar mi historia, para así no olvidarla nunca. Por esta misma razón, mi querido hermano mayor me regaló este diario.

Muy bien, será mejor que empiece.

Mi nombre es Elizabeth Miller, ahora tengo dieciséis años. Nací el 4 de enero de 1995 en Washington. Mis padres son Samantha Prescot y William Miller. Ellos se separaron un año después de mi nacimiento, y yo me quedé con mi madre -aunque nunca perdí la comunicación ni el apoyo de mi padre-. Nos mudamos a Oregon con sus padres, dónde mi madre se dedico a trabajar y terminar sus estudios, mientras yo me quedaba al cuidado de mis abuelos, cinco años después consiguió un título como traductora e intérprete de idiomas - puede hablar fluidamente todos los idiomas conocidos actualmente y una que otra lengua perdida- y como extra también otro como fotógrafa , ya que esa siempre fue su pasión. No paso mucho tiempo antes de que empezara a trabajar, era muy buena y con la ayuda de mi padre (quien es un empresario multimillonario reconocido a nivel mundial) quien la recomendó a todos y cada uno de sus contactos. Y en poco tiempo muchos empezaron a pedir sus servicios. Así empezó nuestro viaje, como mamá no quería dejarme sola siempre me llevo a todos sus viajes, comenzamos a ir de un lado a otro por el país, aunque no paso mucho antes de pasar al continente y así. Aunque papá siempre pagaba mis pasajes a menos que el cliente nos lleve en algún transporte privado.

Era divertido, ya saben conocer nuevas culturas, idiomas, personas y sabores. Nunca nos quedamos mucho tiempo en un lugar, solo hasta que mamá terminaba su labor y encontraba un nuevo cliente, con suerte esto podía durar como mucho un mes casi nunca pasaba de eso, pero en compensación a la mayoría volvimos más de una vez. Mientras ella hacía su trabajo yo me concentraba en recorrer y aprender todo lo que podía del lugar.

Como ya se habrán dado cuenta, jamás he ido a una escuela no me quedaba lo suficiente en ningún lugar para eso. Y por eso tenia a mi querida Tili, nana, profesora exigente y mejor amiga Thalia O'Connor, una tutora profesional -que en ese momento debia tener como unos 23- que contrato mi padre al ver que no podría ir a la escuela y necesitaba educación. Ella me cuidaba y me enseñó todo lo que tenia que saber (matemática, historia, política, filosofía, etc...), además de pintura, música, etiqueta, bla, bla, bla...
Siempre pase la mayor parte de mi día con ella, nunca fui muy buena socializado y tampoco tenia mucho tiempo para eso. Aunque eso no significa que no aya conocido gente muy interesante y especial.

Hasta ahí, todo bien.

El verdadero problema empezó cuando cumplí trece años y mi mama se caso con Patric, un deportista muy reconocido, no me mal interpreten; el tipo no me cae mal. Es solo que poco después de que llegó mi mamá se puso como loca por que quería tener un hijo.
No me agrado mucho la idea de tener un bebé en la casa, arruinando mi tranquilidad, esa que tanto amaba y a la estaba más que acostumbrada, sobre todo porque tenia la impresión de que gran parte del tiempo lo cuidariamos Tili y yo -ya que mamá pasa mucho tiempo trabajando-. Para mi suerte o desgracia, mi madre descubrió que ya podía tener hijos debido a un problema cuando yo nací ¿pero eso la detuvo?
No! Siguió con eso hasta el punto de querer adoptar -ya mencione que mi mama es muy persistente- ahora con la escusa de que YO necesito compañía de alguien de mi edad.
Ja! Si claro, como no.
Escusas, escusas y más escusas.

Pero lamentablemente, como ya he dicho, ella es muy persistente y la mayoría de las veces consigue lo que quiere.

Aun sabiendo eso, fue bastante chocante ver a mi madre llegar al departamento con un chico mucho mayor que yo; como de unos 18 años, con el pelo castaño claro casi rubio un poco largo, ojos ámbar, la piel extremadamente pálida y rasgos finos. Si, era muy guapo pero lo arruinaba su cara de idiota, su sonrisa infantil y expresión burlona me irritaron instantáneamente.

mi corta vida mortal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora