Capítulo 1: Mi Maldito Sufrimiento

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El reloj marcaba las 22:00 horas, y mi celular sonaba nuevamente, mire el identificador… Era Mónica… de nuevo; se que mi madre estaba preocupada por mi, pero no podía, en este momento por más que quisiera no podía atender esa llamada, no podía hacerlo sin que mi madre notara que estaba derrumbado, y no derrumbado como ocasionalmente me veía… Como me veía todas las noches después de darle el beso de buenas noches a mi hija y refugiarme en la oscuridad de mi cuarto… En esa oscuridad, solo…  aferrándome a lo único que me queda de ella… su foto, lo único que quedo de ella en nuestro departamento cuando decidió irse, cuando decidió dejarme;  la foto de nosotros juntos, felices, abrazados, mirándonos a los ojos con amor y pasión, ese amor y esa pasión que solo sentí, siento y sentiré por mi Ángel, por mi princesa…. Y también la foto de ellos, esa que me mando ella por correo electrónico, la foto de nuestros hijos, de nuestros trillizos, de esos hermosos pequeños, fruto del amor de mi Sofi y yo, a los que nunca he visto, a los que me muero por tener a mi lado, y besarlos y arroparlos cada noche, dándoles todo el amor que tengo guardado para ellos… Pero aquí estoy ahogándome en mi maldito sufrimiento, como cada uno de los días de estos últimos seis años…. Todo por ser un maldito imbécil que no tuvo el valor suficiente de darle a mi princesa el lugar que se merecía en mi vida y delante de todos. Hoy estaba más hundido, más destrozado y más deprimido que nunca… y apenas era el inicio de lo que tendría que sufrir en las próximas horas.

 
Y en todo este tiempo, la he herido con mi ausencia, con su soledad, dejándola sola con su dolor, con nuestro dolor… La he herido una y mil veces, uno de mis más grandes anhelos es encontrarla, poder pedirle perdón… creo que implorar, rogar su perdón es más apropiado de decir que pedir… porque es un perdón que no merezco … es que han sido tantos los errores que cometí con ella, que entiendo que mi ángel no pueda perdonarme nunca, ella ha sufrido tanto … tanto por mi… que debería desear que haya encontrado en su camino alguien que la ame, y que le de el lugar que se merece, pero de solo pensar en otro hombre tocando su cuerpo, recorriendo esa suave y hermosa piel que me enloquece con besos, diciéndole cosas al oído, haciéndola gemir su nombre, enloquezco y me muero de celos, siento que mi parcialmente muerto corazón termina por romperse en un millón de pedazos…

 
Pero la verdad es que aunque yo sufra, aunque me duela, aunque termine de morir por dentro… la verdad es que ella se merece ser feliz y yo me merezco perderla, porque a la final ella no fue mía, nunca lo fue de verdad, nunca la reclame como mía ante los ojos de los demás… no porque ella no lo quisiera, no porque no fuera lo que ella más anhelaba en su vida, sino porque yo ciego, orgulloso, estúpido no le di su lugar… Y mi hermoso Ángel le toco conformarse con estar en la oscuridad, con estar a la sombra, con tener que esconder nuestro amor de todo y de todos (salvo de mi hermana, esa malvada duende, no se como, pero terminar enterándose y sabiendo todo de todo)… mi Sofi, mi Ángel, mi princesa le toco conformarse con ser mi amante… con ser la Otra.

La Otra… Maldita sea… Ella nunca fue la otra, ella para mi era todo, ella para mi lo es todo… es mi vida, son mis ganas de respirar, de caminar de vivir… Amo a mis hijos, ellos son mi motor, creo que por ellos, es por lo que todavía logro levantarme de la cama y pasar por esta media vida prestada que me ha tocado vivir, desde que ella se fue… desde que ella no pudo soportar más estar a la sombra, esperando por las migajas de tiempo que le daba, aunque con ese poco tiempo le entregaba todo mi amor, le entregaba todo de mi, se que no era suficiente… lo entiendo y me arrepiento de ello con cada latido de mi corazón.

La Otra, ese era el título de su novela, ese era el titulo de su best seller, ese libro que la estaba convirtiendo en una autora famosa, premiada y reconocida, y cuya copia reposaba justo ahora entre mis manos, sobre mi escritorio… Estaba tan orgulloso de mi princesa, de sus logros, siempre supe que ella llegaría tan lejos como quisiera, porque ella es sencillamente maravillosa… se lo merece todo y más… y yo como el estúpido que soy no pude o no quise darme cuenta de que mi amor incondicional no era suficiente para mantenerla conmigo eternamente.
La Otra, ese titulo me dolía en el alma, cada vez que pasaba mis dedos por las letras impresas de la portada del libro sentía que me quemaba por dentro… Me dolía, porque era la verdad, me dolía porque entendía y sentía su dolor en cada letra de esa palabra, me dolía porque más que mi propia dolor, era el  suyo el que me consumía, me consumía mi dolor, me consumí el suyo, me consumía la culpa de todo lo que le hice sufrir, de todo lo que estoy seguro que aún sufre por mi. Me quema su dolor, me quema el dolor de mis hijos. Se que mis pequeños sufren porque seguramente ven a su mami sufrir, se que mi otra pequeña sufre, porque aun teniendo su padre con ella, estoy seguro que ella se da cuenta que cada sonrisa que le regalo no puede llegar a mis  ojos, porque aunque soy feliz por tenerla a mi lado, una parte de mi corazón es terriblemente infeliz porque no estoy con mi Ángel, porque no estoy con mis pequeños, porque nunca podré estar con mi mariposita y me perdí la oportunidad de conocerla, de tenerla en mis brazos.

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